Inédito: Francia se abre a Europa y honra las culturas de los otros países de la Unión

Ahora que el Tratado de Lisboa tiene que esperar, que Libia y Argelia no quieren venir a la cumbre del Mediterráneo, y que uno de los grandes pilares de la presidencia francesa de la Unión Europea, la inmigración, no despierta una adhesión unánime, quizás venga un poco de relumbrón estos seis meses a través de la Sesión Cultural Europea.

Al menos tiene el mérito de ser una iniciativa inédita, y una especie de acto de humildad, como me comentaba Jorge Semprún el día de la presentación: “está muy bien que por una vez pongan el acento en lo que Europa proyecta sobre Francia y no en lo que Europa es la proyección de Francia”.

Se trata, como dice Bernard Kouchner “de recuperar nuestras raíces y nuestro patrimonio común, de renovar lazos con la historia cultural de Europa”, y de que los franceses “descubran la cultura europea, las culturas europeas”, como afirma Olivier Poivre d’Arvor, director de Culturesfrance.

El programa es de una riqueza y una variedad apabullantes. Durante seis meses, tendrán lugar los llamados proyectos “tandem”, coproducciones, de cada uno de los 26 países invitados y Francia; panoramas temáticos organizados por todo el país para revelar el dinamismo creativo de hoy en todas las disciplinas: teatro, diseño, música, fotografía…; y ciclos de 27 obras europeas: 27 libros, 27 conciertos, 27 lecciones de historia, 27 exposiciones…

Un mar casi sin orillas. Aunque yo le pondría unos “peros” en lo que se refiere al apartado español. Empezando por la música, que queda circunscrita al flamenco. De gran belleza pero reductor. Y terminando por el cine que, según aseguran se ha rejuvenecido con Almodóvar, cuando lleva ya veinte años triunfando en Francia, y no hay espacio para Garcí, Querejeta, Amenábar, Bollaín o Pons.