Kilómetros con mi confidente

Con mi confidente musical, como además es buen amigo, hablo de cualquier cosa. De política, de música y de la vida misma. Sobre lo primero, nuestras conclusiones son claras. Sobre lo segundo, nuestras diferencias son pocas. Y sobre lo tercero, nuestra perspectiva resulta variable según la parte de nuestras biografías que estemos sometiendo a examen. Acabo de hacer un viaje con él, varias horas en coche, y me ha sugerido tres grandes reflexiones que, sin su permiso, traslado a esta Tribuna.   En el kilómetro 316 de la carretera de La Coruña me lanzó una pregunta que no pude responderle: “¿en qué momento Raphael dejó de cantar en serio y decidió dedicarse a cantar de broma?”. Aunque no recuerdo el nombre exacto de la canción, en ese instante escuchábamos algo parecido a ese “Aquarius” inolvidable que Gomaespuma se encargó de recordarnos todas las mañanas durante muchos años. En efecto, no pude responderle nada lógico, pero lo cierto es que la evolución de la carrera de Raphael no dista mucho de la Millán Salcedo. Aunque ambos sean excelentes artistas resulta difícil, en un escenario, tomarlos en serio. ¡Pero cómo nos divertimos escuchándolo! Enorme, Raphael. Y enorme, más que nunca, en ese dueto con Jeannette rescatado del olvido para amenizarnos el viaje de “Bienvenido Mister Gordon”. Raphael también es un poco Gordon. Un huracán.   En el kilómetro 259 de la carretera de La Coruña se preguntaba por qué el gran músico Carlos Raya se ha convertido en parte de los Fitipaldis de Fito y por qué éstos han desaparecido del mapa en el momento de máxima popularidad del grupo. El nuevo disco de Fito & Fitipaldis nos acompañó en múltiples ocasiones durante el trayecto y coincidimos al cien por cien en lo siguiente: “Por la boca vive el pez” es un gran disco, probablemente, en algunos aspectos, mucho mejor aún que el anterior, pero es menos comercial. Comercial, se entiende, en el buen sentido de la palabra. Ya saben que en cuestiones musicales hay que andar con pies de plomo, que la granja se agita en seguida y las gallinas, a veces, vuelan y dejan caer sus huevos con muy malas pulgas. Gallinas aparte, se trata de un gran disco firmado por un tipo que, como reconoce estos días en múltiples entrevistas, llegó a plantearse no volver a grabar un álbum después de la agotadora gira “Lo más lejos a tu lado”.   Y en el kilómetro 60 de la carretera de La Coruña cerramos varias discusiones con un mismo final: “es el dinero, que los vuelve locos”. Tratábamos de entender el por qué de ciertas reediciones de discos mil veces reeditados, el comportamiento de determinados artistas, las piruetas extravagantes en las biografías de nuestras estrellas más conocidas y, en efecto, salvando las felices excepciones, el dinero los vuelve locos. Eso explica muchas cosas.   Hoy, por ejemplo, acabo de leer que Bisbi -ha salido en tantas Tribunas que ya me siento autorizado para llamarle cariñosamente Bisbi, no sin cierto rintintín- se prepara para lanzar una nueva línea de perfumes. Así que ahora que ya hemos terminado el viaje, y a raíz de esta tercera reflexión, disparo yo dos nuevos interrogantes para nuestra próxima coincidencia en la carretera: ¿Saben cuántos artistas han lanzado ya su propia marca de perfumes en los últimos años? ¿Qué lleva a Bisbi y otros famosos a crear su propia marca de perfumes? ¿Por qué perfumes y no neumáticos, o cigarrillos, o gomina efecto rizado? ¿Ha elegido él realmente el olor de su colonia de inminente estreno? Si alguna vez tengo ocasión, le trasladaré estos interrogantes a Josemi Rodríguez Sieiro, que es un experto en comprender y analizar los movimientos -incomprensibles para el resto de los mortales- de esta fauna. Pero mientras tanto, cada uno puede sacar sus conclusiones. Del perfume, como tal, no espero nada.   Lo dicho, el dinero, los vuelve locos perdidos, pero… ¡no imaginan lo que nos amenizan los viajes!

 
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