Mírame

Allí donde está atrae todas las miradas. Ella es así. Le encanta llamar la atención, hablar de sí misma y hacer que los demás hablemos de ella. Nació para ser el centro de atención y lo ha conseguido. Guste o no guste, ante ella nadie queda indiferente. Y a pesar de tener fama de tonta, yo diría que es muy pero que muy lista… Antes de que esta descripción genere algún malentendido, diré que no me estoy refiriendo a ninguna mujer en concreto. Ni en concreto ni en general. No tengo por costumbre escribir sobre el género complementario —que no opuesto-, sino sobre la televisión, un medio al que le fascina ser el protagonista de sus propios programas. La TV está presente en el debate social, en los programas de radio, en las páginas de los periódicos, en Internet, en el móvil, en los hogares y, por supuesto, en su propia pantalla. Y no hablo exclusivamente de las campañas de autopromoción —quién no ha visto a Matías Prats anunciando en las noticias que “esta noche se estrenan los nuevos capítulos de la exitosa serie Aquí no hay quien viva de Antena 3”-, sino también de las continuas referencias que las cadenas hacen unas de otras sin ningún tipo de complejo. Hoy a nadie le sorprendería ver en un programa de Tele 5 a alguien imitando al Neng de Castefa popularizado por Buenafuente (A3). Hace tan solo unas semanas, en Made in China (TVE 1), Boris Izaguirre promocionaba Cuatro en la cadena pública y en vísperas de su estreno. O sin ir más lejos, el lunes pasado en 59 segundos (TVE 1), se debatía la situación actual del medio y de sus protagonistas. Todo ello demuestra que la televisión está dotada de una virtuosa capacidad para retroalimentarse. Los programas de una cadena generan contenido susceptible de ser tratado por ella misma o por la competencia. Si revisamos las parrillas de los canales españoles, encontramos espacios cuyo eje principal lo constituye la referencia a otros programas. En Antena 3, todos los viernes, Homo zapping parodia programas y presentadores de todas las cadenas; en Cuatro, el concurso Soy el que más sabe de televisión del mundo —uno de los mejores formatos estrenados por la cadena de Sogecable- pone a prueba nuestros conocimientos televisivos con imágenes y sonidos de programas de todas las cadenas y de todos los tiempos; y, además, desde hace varios años, no hay canal que no tenga su propio programa de zapping al estilo de La batidora (A3), TV On (A3), Visto y no visto (T5) o Surferos (Oº). Este fenómeno metatelevisivo —la televisión habla sobre sí misma- no es nuevo, a pesar de que es ahora cuando se está haciendo más evidente. Una de sus principales causas la encontramos en el bajo coste de los programas que emplean imágenes de otras cadenas y en las ventajas que proporciona desde el punto de vista de la economía productiva. Por ejemplo, la infraestructura técnica necesaria para grabar las imágenes con las que se elabora Visto y no visto es rentabilizada no sólo por este espacio de zapping, sino también por el uso que hacen de ese material otros programas de Tele 5. Otra de las razones que explican este fenómeno es el desarrollo de la industria de la producción independiente en España. Las productoras realizan programas para las distintas cadenas, por lo que no desperdician la oportunidad de hacer referencias a sus espacios en todos los canales para los que trabajan —El Terrat, productora de Buenafuente, puede dar buena cuenta de ello. El origen de las referencias metatelevisivas en la televisión española lo encontramos en programas como Malats de tele -emitido por TV3 y producido, precisamente, por El Terrat en 1997-, Crónicas Marcianas o Lo + Plus. Antena 3 fue más allá con Mírame, un espacio presentado por la modelo Mar Saura en el que no sólo se hacía referencia a imágenes ya emitidas, sino que se mostraba al telespectador el movimiento oculto que permanece detrás de las cámaras. Reportaje a reportaje, fuimos testigos del making off de una buena parte de la parrilla de la cadena de San Sebastián de los Reyes. Uno de los puntos álgidos de este fenómeno llegó con el terremoto televisivo provocado por el inicio de Gran Hermano en Tele 5 el 23 de abril de 2000. Su primera edición tuvo en las parrillas de la competencia el mismo efecto que un violento huracán, hoy convertido en una simple borrasca. La llegada de este formato implicó un rediseño de la programación de la cadena de Fuencarral, que hizo girar toda su oferta en torno al docu-show. La parrilla de Tele 5 era una extensión de Gran Hermano: resúmenes, debates, galas y magacines por la mañana, por la tarde y en el late night. No había un solo programa que no comentase y emitiese el último chascarrillo de la casa de Soto del Real —luego trasladada a Guadalix de la Sierra. El impacto fue de tal magnitud que hasta su principal competidor, Antena 3, incorporó una tertulia sobre Gran Hermano en su magacín vespertino, Sabor a ti. Todo parece indicar que, con el aumento del número de cadenas y la llegada de la TDT, las referencias de la televisión a sí misma van a ir in crescendo. La TV va a disponer de un mayor volumen de material televisivo del que retroalimentarse, satisfaciendo así su afán de protagonismo. “Mírame bien” era el eslogan del pasado Día Mundial de la Televisión, y precisamente es eso lo que la pantalla nos grita cada vez que encendemos el televisor: “Mírame”. Lo de bien o mal, lo deja a nuestra elección.

 
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