Música de locos

No sé bien qué sucede. Algo extraño está pasando en la música cuando Kylie Minogue cambia el pop por el jazz y Carlos Vives anunciá un disco de rock. Cuando un grupo lanza un nuevo disco, siempre procura avanzar que no tiene nada que ver con sus trabajos anteriores. Unas veces se trata de una absurda pretensión por parte del artista, sobre todo cuando su anterior disco ha sido un éxito de ventas. Otras, el cambio estilístico es una tabla de salvación para prevenir el abismo del olvido. Y lo de Carlos Vives podría estar más cerca de lo segundo.

Hay artistas como Carlos Vives, que corren el riesgo de aburrir a la audiencia con la repetición de los mismos ritmos y fórmulas musicales. Un éxito efímero que puede alargarse con un apoyo más o menos potente por parte de la industria. Sin embargo, para un artista internacional de su popularidad sería un fracaso que su nombre termine reducido a los recopilatorios veraniegos. King África sabría explicar la dureza de tal condena. En su caso, justa condena.

Por lo que he podido leer –de momento no he tenido oportunidad de escuchar el disco- el regreso al rock de Carlos Vives ofrece bastantes dudas. Vamos, que es un lema. Un argumento a repetir en las entrevistas y promociones. El título del disco, ‘El rock de mi pueblo’, tiene truco. El artista matiza en las entrevistas que cuando habla de volver al rock, en realidad, lo que quiere decir es que vuelve a la música de su pueblo. Bonito y emotivo regreso, aunque nada rockero.

Es frecuente el empeño de los músicos por advertir su retorno a algún lugar estilístico de su carrera cada vez que sacan un nuevo disco. Todos vuelven. El Carlos Vives de siempre que ha llegado a España ha sido de todo menos rockero, por lo que nos resulta sorprendente que hable de su ‘vuelta al rock’. ¿Habrá una desconocida juventud estilo Miguel Ríos en Carlos Vives?

Como decía, están pasando cosas muy raras en esto de la música. Hace unos días los de Estopa se indignaban porque un empresario se había fugado con la recaudación de uno de sus conciertos. Estopa, que van de canallas, de transgresores, de malos muy malos. Promueven en sus letras la gamberrada juvenil y el pasotismo sonriente. Y resulta que hasta sus canciones han dejado de hacerles gracia tras conocer la noticia del robo. Finalmente, a pesar del supuesto desfalco, optaron por salir a tocar sin saber si cobrarían o no. Gesto que les honra y que demuestra su inteligencia. Con el aire de pobres proletarios que nos venden a cada disco, habría sentado muy mal que suspendiesen la actuación por el riesgo de no recibir su dinero. Aunque a día de hoy podemos advertir que Estopa finalmente cobró, según cuenta el empresario prófugo a través de un correo electrónico.

Por su parte, Carlos Núñez aporta poca cordura a la presente situación musical. El gaiteiro, autor de melodías que reflejan la belleza de la vida y alegría del paisaje de Galicia, se entrega ahora a colaborar en el panfleto cinematográfico de Amenábar ‘Mar adentro’. Apología de la cultura de la muerte en un montaje en el que se juega de manera desmedida con el sentimiento de la audiencia. Y la ‘Negra sombra’ y otras preciosas melodías de Carlos Núñez arrodillándose ante ‘Mar adentro’, el film que explota la trágica historia de Ramón Sampedro.

Al igual que en la música, parece que todo está comercialmente preparado también en el cine. Amenábar debió asustarse por la indiferencia que despertaba su estreno ‘Mar adentro’ -en comparación con las meritorias cintas ‘Tesis’ y ‘Los Otros’- y decidió ‘salir del armario’ a dos días de la presentación de su nueva película. No sorprendería que ‘Mar adentro’ se convierta así en un éxito de taquilla en el mundo gay.

Ni Carlos Vives, ni Kylie Minogue, ni Estopa, ni Carlos Núñez están cambiando. Todos hacen lo mismo. Con más o menos arte, son una parte importante del negocio de la música internacional unos, y nacional los otros. Mucho me temo que la salida al escenario de Estopa tras el incidente está igual de preparada que el cambio al rock de Vives, la repentina salida del armario de Amenábar o el giro al jazz de Minogue. Sin descartar que lo de la diva del pop sea sólo una venada excéntrica de las suyas. Que ya estamos acostumbrados.

 
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