Soraya como síntoma

Lo malo, con serlo, no es que prestándose a un posado fotográfico con pretensiones de parecer una “mujer fatal”, Soraya Sáenz de Santamaría haya faltado al respeto a muchas personas, empezando por las mujeres, que han votado a su partido, ya que su gesto ha estado a caballo entre lo frívolo y lo ridículo. Lo malo, que lo es, no es que la portavoz parlamentaria del PP no haya tenido en cuenta que cuando se ocupa un cargo de la proyección de la que ella ostenta, no hay distinción entre vida pública y privada.

Lo malo, que lo es, no es que la propia interesada esté seguramente encantada de lo que ha hecho y, como se han apresurado a subrayar los “palmeros” de Génova, incluso se habrá encontrado muy guapa en las fotos. Lo malo, que lo es, no es que a esa explicación de la belleza fotográfica se haya apuntado quien la nombró para el puesto, Mariano Rajoy que, no contento con dar la cara por su subordinada, ha dicho que cuando en el verano del 2004, las ocho ministras de Zapatero posaron en la Moncloa para la revista “Vogue”, quizás no lo tendría que haber criticado como lo hizo.

¿Que dijo Rajoy en aquellas ocasión? Vamos a refrescarlo: “Con los problemas que ha habido este verano, con la crisis del petróleo, si al final la gran noticia del verano es el posado de las señoras ministras, pues viva la libertad, la sensatez, la lógica y el sentido común. De los gestos hemos pasado lisa y llanamente al ridículo. Es un acontecimiento fuera de lugar y muy poco serio, que demuestra cómo se toman las cosas en el Gobierno”. Hasta aquí la cita textual de lo dicho por el líder del PP. ¿Qué es lo que ahora le parece excesivo a Rajoy de su declaración? ¿No le parece al líder de la oposición que lo que manifestó de forma espontanea en aquella ocasión es aplicable punto por punto a lo que ha hecho ahora su portavoz parlamentaria?

Pues lo malo, que lo es, no es todo lo anterior, sino lo que de fondo significa el posado de Soraya, por no entrar a valorar algunas de las grandes aportaciones que la portavoz parlamentaria popular hace en el reportaje al pensamiento universal, como cuando afirma que “ser mujer y joven es un combinación explosiva”. El posado de Soraya pone de manifiesto como está el PP: sin rumbo, sin norte, sin ninguna capacidad de transmitir una imagen de rigor, de seriedad, de solvencia, exigible en los momentos tan delicados que se están viviendo por mor de la crisis económica y también exigible a quien quiere volver al Gobierno de España.

El posado de Soraya pone asimismo de manifiesto los enormes complejos que afectan a la mayor parte de los actuales dirigentes del PP. Tienen que dar una imagen “moderna” aunque se caiga en el ridículo; tienen que hacerse perdonar del mundo “pseudo-progre”; tienen que huir como de la peste de posicionarse sobre cualquiera de las cuestiones que afectan a los valores morales que conforman la sociedad, no sea que se les confunda con posturas, según esos clichés, retrógradas y ligadas a la Iglesia. Sólo hay que hablar de economía. Pero, ¡ay!, va Soraya y no se le ocurre otra cosa que dedicar tres horas de su tiempo a posar para un fotógrafo en actitud seductora.

Por último, el posado de Soraya también ha dejado en evidencia la falta de liderazgo sólido en un partido que representa a diez millones de españoles y que aspira legítimamente volver a gobernar. A Soraya la nombró Rajoy. Y si Soraya se atreve a prestarse a ese posado fotográfico es porque conoce bien a su jefe y sabe que a este no le iba a parecer mal que apareciera como apareció. Esto es lo que hay, lo que da de si el actual PP y como decía el otro, así se lo hemos contado. Pero en los próximos cuatro meses hay tres citas con las urnas –vascas, gallegas y europeas- y veremos que dice el pueblo soberano. Por si acaso, Rajoy se ha puesto la venda antes que la herida y ya ha dicho que no considera que el resultado de esas elecciones le afecte a su futuro político. A lo mejor las urnas arrojan un “posado” para el actual líder del PP que no lo mejora ni Soraya.   

 
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