A+B=X o el absurdo del absurdo

A nuestros hijos ya no deberemos de llamarles hijo o hija, sino que la denominación justa, equilibrada y correcta es que les llamemos 'X'.

Sin salir del asombro llego a la conclusión de que, si A es igual a B y A+B es igual a X, quiere esto decir que a partir de ahora, a partir de la entrada en vigor de la inteligente idea alumbrada por uno de esos iluminados que trabajan hasta la desesperación por el bien social, a nuestros hijos ya no deberemos de llamarles hijo o hija, sino que la denominación justa, equilibrada y correcta es que les llamemos 'X'. Me explico. Si de la unión sexual entre un hombre (padre) y una mujer (madre) se obtiene como resultado natural un producto que llamamos hijo o hija, dependiendo del sexo con que viene al mundo, a partir de ahora ya no será así, puesto que, según sea la criatura, deberemos de llamarla X-A o X-B. El enigma es fácil de descifrar, para eso lo han diseñado concienzudos pensadores del absurdo. Si al padre ahora se le denomina 'progenitor A' y a la madre 'progenitor B', de la unión sexual de ambos progenitores A+B se obtiene como resultado el producto X, según demuestra la lógica del siguiente y sencillo teorema (si A="B" resulta que A+B="X)." Por otra parte y a pesar de introducirse ahora la demandada definición que sustituye a la de madre y a la de padre, -conceptos ya caducos que nadie utiliza y que, además, se reclamaba con insistencia el cambio-, la nueva denominación para nuestros ascendientes ha supuesto también una gran alegría para, entre otros muchos, los miembros de la Real Academia de la Lengua Española que, durante años, han tratado de eliminar del diccionario eso de 'padre' y de 'madre' por lo carca, obsoleto y discriminatorio que resultaba. Tengo noticias de que ahora, tras conocer la justa y equilibrada decisión del cambio y la introducción de los nuevos conceptos de progenitor A y progenitor B, los miembros de la Real Academia se han reunido de urgencia para saludar la llegada de la buena nueva y, al mismo tiempo, felicitar de forma efusiva a la despejada cabeza del novedoso diseño por facilitarles la solución justa el grave problema que tenían planteado con las confusas denominaciones de madre y de padre. Lo que más me preocupa en estos momentos es el proceso de adaptación. No crean, es un tanto complicado. Cuesta adaptarse a llamar 'Equis-A' al hijo y 'Equis-B' a la hija. Cuestión de tiempo.

 

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