Moncloa y Defensa quisieron “cargarse” al embajador en Israel tras el “caso Carod”: afinidades políticas evitaron su cese

El reciente viaje de Pasqual Maragall y Josep-Lluís Carod-Rovira a Jerusalén ha dado mucho que hablar por los incidentes habidos con las banderas y las coronas florales, así como por las irreverentes bromas con una corona de espinas a la salida del Santo Sepulcro. Según ha podido saber El Confidencial Digital, desde diversas instancias se pidió “la cabeza” del embajador en Israel.

El reciente viaje de Pasqual Maragall y Josep-Lluís Carod-Rovira a Jerusalén ha dado mucho que hablar por los incidentes habidos con las banderas y las coronas florales, así como por las irreverentes bromas con una corona de espinas a la salida del Santo Sepulcro. Según ha podido saber El Confidencial Digital, desde diversas instancias se pidió “la cabeza” del embajador en Israel.

Más concretamente, desde Defensa y Moncloa se hicieron averiguaciones urgentes para saber qué perfil tenía el embajador Eudaldo Mirapeix. Desde el departamento de Bono, así como desde Presidencia del Gobierno, se pretendió en un primer momento dar una lección de rigor mediante la destitución en el cargo del barcelonés Mirapeix, barón de Abella. Por el momento, el embajador ya ha remitido a Exteriores su informe sobre lo acontecido, informe que, según Moratinos, se hará público próximamente.

Las llamadas de teléfono tuvieron un comienzo positivo para la operación “destituir al embajador”: Mirapeix fue nombrado embajador en Israel bajo el gobierno de Aznar. Sin embargo, a última hora, la voluntad de destituir a Mirapeix fue parada por un hecho obvio: Moncloa y Defensa fueron informados de que Mirapeix es, desde hace muchos años, simpatizante del PSOE.

Todo esto causó cierta sorpresa, ya que la actual administración socialista nunca daría –afirman fuentes de total solvencia- una embajada tan importante a un diplomático simpatizante del PP. Esta política, junto a la voluntad de igualar el número de embajadoras con el de embajadores, está de hecho causando problemas a la hora de llenar vacantes en el extranjero con personas de competencia y experiencia profesional.

En todo caso, el embajador Mirapeix fue salvado de optar a un nuevo destino y de un afeamiento público de su conducta por su afinidad con el partido en el Gobierno.

 

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