EN PAUSE | Manuel Serrano, jefe del Grupo de Supresión Tumoral del CNIO

“La mayor parte de la investigación de calidad española no se hace en las universidades. Han perdido su atractivo. La Universidad necesitaría un 2.0”

Manuel Serrano es el jefe del Grupo de Supresión Tumoral del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). Lideró el equipo del super-ratón resistente al cáncer, y enterró con ciencia el debate ético-político-ideológico-religioso sobre las células madre.

En este contexto de ciencia puntera trabaja Serrano. Con los pies en el suelo, y la audacia científica en cada uno de sus proyectos.
En este contexto de ciencia puntera trabaja Serrano. Con los pies en el suelo, y la audacia científica en cada uno de sus proyectos.

Manuel Serrano. Supresión tumoral de siguiente apellido. Pata negra de la investigación biomédica con residencia en España y proyección internacional. Su laboratorio, instalado en la tercera planta del CNIO, es la expresión más rotunda de la lucha contra el cáncer. Después de la que libran los propios pacientes y sus familias, se entiende. Padre del super-ratón resistente a los tumores. Apóstol europeo de la plasticidad celular. Un genio entre tubos de ensayo. Si las farmacéuticas hicieran pastillas con sus descubrimientos, sería el hombre del año durante varios años. Al tiempo.   

Más allá de Margarita Salas, María Blasco, Juan Carlos Izpisua, Valentín Fuster, sota, caballo, y rey… los laboratorios científicos españoles como el que bulle en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) tienen protagonistas punteros de la ciencia hecha en España. Uno de ellos, discreto, con nombre artístico común, con más referencias en Google en inglés que en castellano, es Manuel Serrano. Les cuento.

Buenos días, Manuel. Le escribo por mail y le propongo esta entrevista. “Me resulta muy atractiva la idea”. Caña. Sedal. Anzuelo. En la búsqueda de hombres y mujeres que aportan y que están construyendo la excelencia alejados de los focos de la fama, me lanzo.

Nos vemos en el CNIO, a la sombra de las cuatro torres del Madrid tecnológico. Huele a nuevo. Y huele a América. Blancos. Aceros. Escaleras. Jóvenes en bata. El escenario es de Salvados por la campana en versión posgrado… Ambientazo de ciencia en vaqueros.

Ascensor. Tercera planta.

En el despacho de Serrano desenfundamos la grabadora. Cuatro metros cuadrados mal contados. Lo importante en estos sitios está en la trastienda. El paraíso de los curiosos del Cheminova o el Quimicefa. Entre estanterías atestadas de vasos transparentes de todas las formas y tamaños, aquí mismo se dan los pasos para enterrar el cáncer.

Amable. Sonriente. Pedagógico. Divulgador. Sencillo. Cercano. Yo no digo nada, pero no ser famoso hace a los científicos más… normales…

Con el permiso de las cariátides del Erecteion de la ciencia: ON, y empezamos el viaje por las células de la investigación biomédica española. Ojo, porque puede haber algún quiste con pinta de tumor durante este trayecto…

Wikipedia resalta en su perfil el hecho de ser investigador joven, puntero, que se queda en España. Me ha llamado la atención… ¿Son pocos?

Bueno, ya no soy tan joven… Y no somos tan pocos los que nos quedamos. Hay muchos científicos de alto nivel en España. No tengo la percepción de que los mejores investigadores españoles estén fuera. Algunos, que son estupendos, sí, pero muchísimos viven entre nosotros. No es cierto que hayan emigrado la mayoría de los valiosos. No.

 

¿Lo de la fuga de cerebros es, entonces, un tópico que pulula en la opinión pública?

Estas cosas de los tópicos se pueden acabar volviendo en mi contra… A ver, la queja que hay en la comunidad científica es que, para los jóvenes investigadores españoles que se están formando en el extranjero, es difícil volver a España. Eso sí es cierto. Es difícil volver a España… y a Italia, y a Francia… Es evidente que tienen mejores condiciones de trabajo en otros países.

Entonces, ¿es difícil volver a toda Europa, en general?

Hay excepciones, como Alemania o Dinamarca. Siempre ha sido complicado regresar al país de origen, y con la crisis lo ha sido más todavía, pero no es imposible.

¿Usted recomendaría a los jóvenes científicos quedarse, o es bueno para España que se vayan, se formen mejor… y que después, como decíamos antes, intenten volver?

Yo recomiendo a todos los que se forman conmigo que se vayan fuera a prepararse, y luego que hagan con su vida lo que quieran… La vida y la carrera pueden avanzar en cualquier sitio. Lo que sí es una experiencia universal es que es bastante más difícil llegar a lo más alto si uno no se ha formado durante un tiempo en algún lugar de élite fuera de España. Eso no significa que sólo con salir fuera, a cualquier sitio, se esté acertando… En los países más punteros, como en Estados Unidos, también cuentan con centros mediocres y centros fatales también. El investigador joven debe irse a cinco o diez lugares que son la élite mundial, y no a otros.

En España tenemos centros de formación extraordinarios, pero son pocos. El ambiente influye mucho. Sucede algo parecido a lo que vemos en la NBA. Si eres un buen jugador de baloncesto, en la NBA estarás con los mejores. Si uno quiere ser un bróker de nivel, en Wall Street va a estar rodeado de los que están en la cumbre. Si uno quiere ser el mejor en el ámbito de la informática, emigra a Silicon Valley, y allí absorbe casi por ósmosis. ¿En España somos muy malos en todos esos ámbitos? ¡No! Pero si quieres formarte y vivir con los mejores, en el ojo del huracán y en la cresta de la ola, tienes que estar ahí y experimentar todo lo que esos centros aportan en primera persona.

A la opinión pública llegan 4 ó 5 nombres de científicos/as españoles: Margarita Salas, Izpisua, Fuster… y poco más… ¿Pero son muchos más, no?

Por supuesto, pero la ciencia no es una actividad popular, y no es que me queje de ello, porque tampoco creo que deba serlo de manera particular. Tenemos un buen equipo de científicos estupendos, y luego están otros que son extraordinarios, y que terminan por ser famosos.

Si un futuro investigador lee la prensa, verá que los presupuestos de nuestros centros de investigación están bajo mínimos. ¿Es eso lo más importante?

El dinero es importante, no hay duda. Sin él, no se puede hacer ciencia. Pero tampoco es la garantía de la buena ciencia. Todos los años la revista Nature hace un análisis de la producción científica de alta calidad. El estudio de este año salió hace unas semanas, y en él queda claro que en Europa occidental España ocupa el quinto lugar. Estar en ese puesto es un orgullo. Estamos detrás de Alemania, Reino Unido, Francia y Suiza. Ocupamos un lugar por encima de Italia, Holanda, Bélgica o Dinamarca, países que tradicionalmente han estado por delante de nosotros.

En 2014 España sigue estando en el top de los países con mejor producción científica de alta calidad. Eso quiere decir que aquí hay cosas que sabemos hacer muy bien, con las que se compensa de alguna manera una menor inversión. Alemania, que es el número uno de Europa con bastante diferencia, ha hecho una inversión económica en ciencia muy fuerte. Si se pone dinero se mejora, como sucede en Alemania. España tiene una posición muy digna poniendo muy poco dinero, con lo cual, no todo son presupuestos. Si España, encima, pusiera dinero, ¡entonces seríamos la monda!

¿Ve usted algún efecto positivo de la crisis aprovechado en el ámbito de la ciencia española? ¿Bolsas de ineficiencia corregidas? ¿Plantillas más ajustadas?..

Por supuesto. En esos pecadillos incurrimos todos en la vida. Cuando escasea el dinero, vigilamos con más cuidado los gastos. En la administración de mi laboratorio mi experiencia es que hemos hecho más con menos recursos. Se puede ahorrar, y con ello no quiero dar a entender que antes malgastábamos. Pero sí, cuando cuentas con menos medios, se piensan más las cosas.

¿Sirvió de algo tener un Ministerio de Ciencia e Innovación en la etapa de Zapatero?

Sirvió para mucho. Ojalá se recupere. Perderlo ha sido una pena. En la práctica, la Secretaría de Estado de Investigación es como un subministerio, y su modo de funcionar es el mismo, pero es un buen mensaje para la población, para el país, y para nosotros contar con un ministerio exclusivo.

manuel serrano

¿Es sano hablar de ciencia sólo cuando hay éxitos mediáticos?

Es normal. Como periodista, seguro que lo entiende… En general, lo sano es hablar de ciencia en los medios sin necesidad de que haya sucedido algo extraordinario. En España, la presencia de la ciencia en los medios de comunicación es bastante satisfactoria. Algunos de sus compañeros me dicen que la sección de Ciencia es de las que más se leen en los periódicos. Bien. Hay mucha gente con curiosidad que no tiene formación científica, pero disfruta con los reportajes, las entrevistas y las noticias que divulgan lo que sucede en los laboratorios.

Cuando lee la prensa científica, ¿qué piensa? Es evidente que hay más espacio para la ciencia en los medios, pero ¿están llegando bien los mensajes?

Hay de todo, pero creo que la calidad del periodismo científico ha mejorado muchísimo en España. Lo veo bastante aceptable. No es lo que pasaba hace 15 ó 20 años, que leías lo que se publicaba y entendías claramente que el periodista en cuestión no se había enterado de nada. Hablando con vosotros, veo que el nivel de preparación científica que tienen los periodistas es bastante bueno.

Y sin embargo los titulares científicos sensacionalistas persisten…

Sí. Aún sucede. Muchas veces la culpa la tenemos los científicos. A veces somos nosotros los que buscamos el gran titular. Cuando hay sobreactuación, los científicos somos cómplices de esos titulares sensacionalistas…

Mi impresión personal es que hay científicos que tienen aún un cierto miedo a los medios, porque saben que una noticia mal hecha se puede llevar por delante un trabajo serio de muchos años. A veces, a algunos les noto falta de confianza cuando se ponen delante de un periodista.

Pues tendremos que arriesgarnos a eso… Yo no noto entre mis colegas esa sensación de que debemos tener cuidado con la prensa, la verdad. Creo que los científicos y los periodistas nos entendemos cada vez mejor. Sí, es verdad que a lo mejor yo no hubiera puesto algún que otro titular… Por ejemplo: estuve en unas jornadas hace unas semanas en Valencia y el titular de los medios el día siguiente fue: “Manuel Serrano dice que comer poco alarga la vida”. ¡Sí! ¡Es verdad! ¡Lo dije! ¡Pero no creo que eso sea un titular, porque es algo que sabemos desde hace más de 70 años! Al periodista eso, que es una noticia muy vieja, le llama la atención, y decide titular por ahí. ¿Me ha gustado ese titular? ¡Pues no! Pero tampoco me ha molestado...

Usted está entre los elegidos para actuar ante los desafíos de la biomedicina europea. ¿Cuál es su papel?

Coordino un proyecto sobre plasticidad celular.

¿En qué consiste?

Me explico. Cada célula de nuestro cuerpo funciona de una manera diferente. Son células del hueso, de la sangre, del músculo… Cada una tiene sus instrucciones para comportarse de una determinada manera. Todas tienen el mismo ADN, pero cuentan con unos genes activos, y otros, apagados. Esa combinación es la que hace que una célula sea neurona, otra, del hígado, y otra, lo que quieras. Siempre se había pensando que esas instrucciones previas eran irreversibles. Es decir, hasta ahora pensábamos que una vez que una célula se había determinado para ser célula del hígado, ya no había marcha atrás y ese era su papel para siempre.

En los últimos años estamos constatando que existe plasticidad en las células, y eso ayuda a que, en determinadas circunstancias, una célula pueda perder sus funciones determinadas y resetearse, por decirlo de alguna manera. Esto es muy útil para la medicina regenerativa, porque, uno de los contextos en los que ocurre, es cuando hay un daño tisular (en un tejido), como una herida, o una cirrosis, o una infección vírica. Cuando hay un daño severo en un tejido se crea un ambiente inflamatorio y las células pierden su estado determinado. Se convierten en plásticas para poder reparar esa lesión. Ahora queremos comprender cómo se genera esa plasticidad para intentar mejorarla y reparar mejor los tejidos.

El estudio de la plasticidad celular serviría, entiendo, como investigación básica para conocer mejor el cáncer. ¿Hay avances en Oncología que no sean sólo farmacológicos?

Una de las cosas que se piensan es que esta plasticidad celular, cuando no funciona con normalidad, está en el origen del cáncer.

Sobre los avances en el tratamiento oncológico, la inmunoterapia ha sido una revolución. No sé si eso es un paso adelante exclusivamente farmacológico… El cáncer, como problema científico, está resuelto, aunque debamos tener en cuenta que saber las causas de una enfermedad no implica necesariamente tener las claves sobre cómo curarlas, ni que se conozcan todos los detalles. Igual que se entiende el Alzheimer, aunque nadie sepa ni cómo frenarlo, ni como curarlo, ni cómo prevenirlo… Por todo esto, el foco está puesto en las terapias para bloquear ambas patologías.

¿Qué perspectiva prevé en sus estudios en el ámbito de la investigación contra el cáncer?

Con el estudio de la plasticidad celular podremos comprender cómo se origina el cáncer, porque ahí, todavía, hay cosas que no entendemos. Por ejemplo, aún no tenemos muy claro cuál es la célula de origen en cada tipo de cáncer. La perspectiva es, pues, llegar al epicentro.

Y con el origen claro, la intervención sería más precisa…

Sí, porque ese origen, probablemente, también sea responsable del mantenimiento. Las células que han dado lugar a un cáncer suelen permanecer en él y son las que lo alimentan. Son las células madre del cáncer.

Más allá de toda la prevención posible con recetas básicas de salud pública, ¿cómo podemos hacernos más resistentes contra una enfermedad que toca ya a las puertas de casi todas las familias españolas?

El cáncer está muy presente en casi todas las familias, porque vivimos muchos años. Más allá de las recomendaciones básica de salud pública (no fumar, etc.), el resto de escenarios preventivos podrían terminar entrando en la ciencia ficción… Podemos manipular los genes. Nuestro laboratorio fue pionero en crear ratones resistentes al cáncer. Igual que se han hecho ratones resistentes al cáncer, podríamos intentarlo con personas… Pero eso está prohibido… Eso sería ciencia ficción…

La investigación sobre los ratones, que fue un boom mediático, ¿ahí se quedó?

Pues muchas veces es lo que pasa… Es una prueba de principio para encontrar, si se encuentran, fármacos que imiten la función de estos genes, y si estos fármacos no tienen efectos secundarios, podríamos estar tomándonos una pastillita todos los días mientras robustecemos nuestras defensas anti tumorales…

Las horas de trabajo pasadas aquí, en su laboratorio, con su equipo, ¿tienen su eco en la calle, o hay tantos intermediarios que al final la ciencia se frustra un poco?

Trasladar los descubrimientos del laboratorio a aplicaciones en la salud de los ciudadanos es muy muy complicado… Es un problema importante.

Usted, por ejemplo, ¿ha tenido alguna vez entre manos un descubrimiento que serviría para ayudar a mucha gente y, sin embargo, no ha encontrado apoyo por parte de ningún laboratorio para hacerlo realidad?

Sí. Pero tal y cómo ha hecho la pregunta, estamos poniendo el foco negativo en las empresas, y las cosas son más complejas. Hay que tener en cuenta que los laboratorios farmacéuticos son empresas con miles de trabajadores, con sus familias, sus niños y sus todo, y esas empresas no pueden estar haciendo apuestas por proyectos con excesivo riesgo…

Pasar del laboratorio a la calle es un proceso muy complicado, y requiere que los descubrimientos estén confirmados por otros investigadores, que sean estudiados en modelos animales… Los científicos hacemos todo lo que podemos, hasta que llega el momento de hacer inversiones económicas muy importantes, que no dependen de nosotros. Quizás nosotros debamos mejorar la manera de comunicarnos con las empresas, y las empresas con nosotros… A veces los laboratorios reconocen tu trabajo, y tu publicación, pero si le ven riesgos a la inversión…

O sea: invertimos en ciencia, le dedicamos horas, damos con algunas teclas, pero no sabemos cómo sacarle aún todo el partido posible a sus resultados…

Sí. Hay países donde el tejido innovador es muchísimo mejor que el español. En eso, concretamente, estamos atrasados. Insisto: eso no quiere decir que seamos un cero. Pero ahí tenemos mucho camino que recorrer.

En Alemania, Suiza, Holanda o Estados Unidos, alrededor de las universidades, crece un tejido de empresas de alto riesgo que en España no tenemos. Aquí las universidades no están rodeadas de startups, ni existe ese modelo… Hay algo, sí, pero son muy pocas… Que existan esas pequeñas empresas de alto riesgo requiere que haya inversores.

En España no hay tanto capital de alto riesgo como en otros países. ¿Por qué? Pues porque tenemos menos capital, y está todo más diseñado a nuestra escala. Además, nuestra cultura de la inversión es mucho más conservadora. Aquí lo tradicional ha sido invertir en casas, y cambiar la mentalidad para invertir en alta tecnología que quizás el propio inversor no entiende cuesta esfuerzo y tiempo, hasta que seamos capaces de generar una cultura.

Hay que tener en cuenta que invertir en ciencia no tiene tanta fama social como hacerlo en el sector informático. Nos falta esa cultura. Es más, la mayor parte de las startups que se hacen desde los centros de investigación españoles no se hacen en España, sino en Boston. Punto.

¿El tema de la ciencia usted lo lleva en los genes, o fue una cuestión de azar?

No estoy en el mundo de la ciencia por azar. Me gusta mucho. Todos tenemos dentro el gen de la investigación. Todos los niños son investigadores. Siempre preguntan: qué es esto, y cómo funciona… Esa curiosidad es innata, y algunos hemos decidido construir nuestra profesión a raíz de esa curiosidad.

¿El debate ciencia-ética sobre las células embrionarias se quedó en la estantería de las hipótesis sin evidencia?

Ese debate era ético, porque para obtener células madre embrionarias había que destruir embriones humanos. Desde que se encontró la manera de hacerlo sin necesidad de utilizar embriones humanos, ese debate ha desaparecido.

manuel serrano

Precisamente sus investigaciones pusieron sobre la mesa una certidumbre: que la política y la ideología se antepusieron a la ciencia, cuando la ciencia tenía soluciones éticas….

Destruir embriones antes de la implantación y utilizar eso como material científico nos resulta, cuanto menos, incómodo a todos los investigadores. Uno tiene que tener muy claro que de ese estudio se iba a sacar un bien superior. Además, es muy complicado obtener ovocitos humanos, así que las células madre embrionarias son un problema ético y práctico.

En España, y no sólo en España, el debate de las células madre embrionarias se politizó y se mezcló con temas religiosos, pero aquellos rifirrafes quedaron superados y olvidados.

¿El debate, en general, sobre ciencia y ética en España es, sobre todo, un debate ideológico?

Ahora mismo no hay mucho tema de debate en este ámbito, aunque seguro que surgirán. Me pregunto si los expertos españoles en ciencias sociales, en filosofía, en ética… tienen el nivel de conocimientos científicos suficientes para entablar discusiones de altura. He visto debatir sobre estas cuestiones en otros países y me he quedado perplejo ante el nivel de los profesionales ajenos a la ciencia que analizan temas científicos. Me pregunto si en España tenemos filósofos o responsables de diferentes confesiones religiosas que tengan la preparación oportuna para no frivolizar con consignas ideológicas o superficiales un debate científico.

¿En qué estadio se encuentra la medicina personalizada en España?

En el ámbito de la investigación estamos al máximo nivel. La aplicación de la medicina personalizada en los hospitales es un gran problema para España, y para todo el mundo. ¿Por qué? Porque el grado de personalización de los tratamientos va poco a poco…

¿La investigación biomédica está inmersa del todo en esa onda?

Sí, desde hace tiempo.

¿Cómo se beneficiará un ciudadano medio de los avances de la medicina personalizada?

El beneficio más práctico es que no recibirá tratamientos inútiles como sucede, desgraciadamente, en patologías como el cáncer. Los tratamientos contra el cáncer funcionan en un número determinados de personas, pero, ¿qué hacemos con los que no han tenido suerte? Pues se les da otro tratamiento. Y en ese grupo tendremos gente a la que le funciona, y gente a la que no… Y así, se sucede la progresión. Lo ideal sería saber qué pacientes responden a qué terapia, y cuáles a otras, y ahorrar a esa persona el recorrido por tratamientos inútiles, con todo lo que eso conlleva.

¿El Sistema Nacional de Salud está preparado para atender las demandas de la medicina personalizada?

Sí. No es que pasemos de dar a todos la misma inmunoterapia a darle una diferente a cada paciente, y de golpe. Se trata de una aplicación progresiva. La terapia está cada vez más personalizada, y dentro de 5 años, todavía más, hasta donde se va pudiendo.

¿Cuál es la visión del Sistema Nacional de Salud de un científico como usted?

Mi visión como científico ajeno al Sistema Nacional de Salud que pasa por muchos países distintos es que tenemos una maravilla de sistema de salud. Es fantástico. Es la envidia de muchos países. Tengo colegas científicos que cuando vienen a vivir a España se quedan alucinados de su calidad y de su amplia cobertura.

¿Cómo progresa aquella pastilla cultivada en el CNIO para hacer dieta calórica y no engordar?

Estamos en esa fase de la que hablábamos antes de convencer a las empresas farmacéuticas para que entiendan que es una inversión con potencial. Pero es muy complicado... Aún así, haber probado esta pastilla en monos ha cambiado mucho la percepción. Las farmacéuticas muchas veces no se contentan con lo que pasa en ratones, también porque del ratón a la persona te puedes encontrar con un montón de sorpresas. Este paso incrementa considerablemente el atractivo del proyecto de cara a las empresas, lo cual no quiere decir que estemos recibiendo decenas y decenas de llamadas de farmacéuticas queriendo comprar la licencia de esta patente… La falta de tradición nos entorpece ese camino… En Boston todo sería más fácil…

Seguramente en Boston les habrían comprado la pastilla antes de empezar a investigarla…

Seguramente…

¿La obesidad es ya una preocupación sanitaria real en la España ordinaria?

Sí. Es una epidemia mundial, y no sólo de los países desarrollados. Crece especialmente en la India y en México. Este último país tiene un problema enorme con la obesidad y la diabetes infantil.

El Burger King ofrece 9 piezas de pollo rebozado por 1,49 euros. Y los Burger King están llenos de niños…

Sí…

Y de obesos…

La esperanza de vida española está en 83 años. ¿Estamos listos para envejecer con salud?

Envejecemos con mucha salud. Una persona de 75 años tiene una salud mucho mejor que otra de la misma edad hace cinco décadas. La esperanza de vida aumenta, y la salud con la que llegamos a esos picos de edad, también. Hay gente que se plantea: ¿Para qué quiero vivir tanto, si no voy a tener salud para sacarle partido a esos años? ¡No es verdad! Una persona que llega a 100 años, con 85 estaba montando en bicicleta. Y con 90, vivía sólo, e iba a comprar sin problemas. Eso de que con 65 años envejezcamos definitivamente hasta los 100 ya no ocurre…

En una entrevista de este estilo me comentaba Rafael Yuste que “España tiene potencial” para ser una autoridad científica mundial. ¿Qué nos frena?

España es bastante potencia científica, pero debemos ser conscientes de nuestras posibilidades. Somos un país de equis millones de habitantes, con la renta per cápita que tenemos… Tampoco podemos pretender ser lo que somos, y estar por encima de los que son más grandes que nosotros. Es lógico pensar que no podemos ser una potencia en exploración espacial, ¿verdad? Es importante tener los pies sobre la tierra. Como estamos vamos bastante bien. El reto es mantenernos y seguir mejorando.

La Universidad, por ejemplo, ¿responde bien a las expectativas que requiere un científico de peso?

La Universidad necesitaría un 2.0. La mayor parte de la investigación de calidad en España ya no se hace en las universidades. Se han quedado atrás. Los grandes proyectos científicos no van a la Universidad. Los contratos Ramón y Cajal para jóvenes investigadores no van a la Universidad. La Universidad ha perdido su atractivo. Antes garantizaba puestos de trabajo seguros. Pero ya, ni eso…

¿La divulgación científica en España necesita mejorar, progresa adecuadamente o destaca?

Progresa adecuadamente.

¿A Margarita Salas le hemos reconocido adecuadamente su labor?

Yo creo que sí, y muy merecidamente. Seguro que le queden aún muchos reconocimientos por delante.

Si usted tuviera que dar un Nobel a un científico español, ¿a quién le ofrecería el Olimpo?

España hay muchos científicos a los que admiro, pero lo del Nobel tiene el componente añadido de haber descubierto algo especial, único… No se me ocurre… Pero vamos, tampoco se me ocurre un nombre francés…

REBOBINANDO

He aquí un español con los pies en el suelo, y las manos en la masa. Con fondo, con retos, con ganas. Y con una objetividad científica para abordar los entornos sociales que rodean la biomedicina. En resumen: España es puntera, a su medida. Ni es un cero, ni es una matrícula de honor. Mire usted un globo terráqueo y modere sus expectativas.

A pie de laboratorio, vestido de hombre normal que se sube al metro, sin que le pesen los galones de su bata (que no usa, por cierto) habla matizando, como pensando en voz alta, como si esta entrevista fuera un examen de conciencia de una profesión que depende de tantos personajes secundarios: la Universidad, las decisiones políticas, los medios de comunicación, la inversión, la confianza de las empresas, la calle…

Ciencia, trabajo intenso. En España hay mucha gente que come en 15 minutos para que el ritmo no pare. Manuel es de esos. No de los de sofá. Órdenes. Secretarias que hacer power points en lenguas, y preparan los congresos, y sacan los billetes… Él no es un científico maniquí. Él está en el probador, con el pico, la pala, la pipeta, y toda esa parafernalia de parafinas y líquidos de colores. Burbujea.

Se llama Manuel Serrano. Y es un hombre con metáfora incluida. Un científico brillante que gira alrededor del Sol, como todo hijo de vecino. Sin más luz propia que la que se refleja tras estos fluorescentes. Como cientos. El CSIC, el CNIO, el Instituto de Salud Carlos III, el CNIC, fundaciones, departamentos, servicios hospitalarios y un amplio etcétera son la plaga de talento que confirma la regla. 

Manuel Serrano es un ciclista delante de un pelotón de ciclistas en un tour nacional de deportistas de primera.

Un científico cosecha de ayer, del 64. Un científico contra los tumores.  

Por sus publicaciones de impacto le conoceréis. Y merece la pena.

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