Si tú cambias, el mundo cambia por Jorge Neri Bonilla

El ser humano ha abusado de su inteligencia y sus herramientas para imponerse en un mundo del cual no es el único dueño ni un inquilino privilegiado

Jorge Neri Bonilla.
Jorge Neri Bonilla.

El mundo está tratando de cambiar como consecuencia de la pandemia de la COVID-19. Y lo que es peor, ese cambio tiene que acelerarse para evitar las nefastas consecuencias actuales y futuras por la pérdida de la biodiversidad y el cambio climático. El mundo tiene que cambiar por razones naturales: para sobrevivir. La pregunta es ¿por dónde empezamos? y la respuesta es muy simple; por uno mismo, en mi caso desde mi persona, Jorge Neri. Cuando uno cambia el mundo cambia. Y un buen comienzo para ese cambio personal es revisar nuestras creencias. Lo que crees es lo que creas. Tu realidad es el producto de tus creencias.

La mayoría de tus creencias son producto de la educación y el sistema que se creó con la revolución industrial, que nos ha traído grandes avances, bienvenidos sean, pero también una alocada carrera hacia la destrucción, con guerras, totalitarismos, exclusiones, injusticia, desigualdad y muerte, tanto del medio natural como de la especie humana.

Ha sido un largo camino de progreso y de destrucción, pero muy alejado del equilibrio. El ser humano ha abusado de su inteligencia y sus herramientas para imponerse en un mundo del cual no es el único dueño ni un inquilino privilegiado. Ha actuado a espaldas de sus vecinos, de la comunidad de vida que lo acompañó por mucho tiempo y que ahora ha perdido su hábitat, sus medios de existencia y hasta la pureza del aire.

El sistema productivo de la revolución industrial nos hizo creer que para alcanzar el progreso todo valía, el fin justifica los medios, subordinando a los seres humanos y a la naturaleza. Se sobrepusieron las ganancias de los accionistas y los bonos de productividad de los gerentes por encima de cualquier cosa. Y el hombre, en su codicia y en su búsqueda de un bienestar desmedido, convirtió el progreso en destrucción y ha puesto en peligro su propia sobrevivencia. Razón básica para cuestionar y abandonar esta creencia, si queremos cambiar el mundo.

Llegó el momento de cambiar “esas creencias” por la sabiduría que se desprende del planeta y sus ecosistemas. La Tierra con todos sus habitantes, con todas las especies de la flora y la fauna, así como sus paisajes terrestres o submarinos, es esencialmente una gran celebración a la vida y al equilibrio. Constituyen el ADN perfecto que sustenta la belleza y el avance molecular de nuestro planeta. Aprendamos de él, y trabajemos por un sistema de organización humana y de producción que emulen a la naturaleza y sus principios de equilibrio y de desecho cero.

El mundo debe cambiar y debemos empezar por nosotros mismos. ¿Qué voy a hacer yo, Jorge Neri Bonilla, para cambiar el mundo?

Y para que sea efectivo y no un acelerón hacia la catástrofe definitiva debemos hacerlo a través del conocimiento y la conciencia, desde la ética y la ciencia, las grandes construcciones del espíritu. Debe cambiar la relación con los otros humanos, desde el respeto, la inclusión y la igualdad; debe cambiar la relación con las otras especies vivas, también desde el respeto y la igualdad (compartimos el mismo patio y el mismo aire); y debe cambiar nuestra relación con los otros elementos naturales: el aire, el agua, los minerales y el suelo. No somos sus dueños y hemos sido sus destructores. Hemos roto su unidad.

La humanidad clama por otra oportunidad, pero está poco ganada a sacrificar su confort, sus instrumentos que acortan las distancias y mejoran las comunicaciones, a pesar de todos los daños que ocasionan, el CO2 que expulsan, los ecosistemas que destruyen y las especies que desalojan.

La oportunidad para el cambio no la da la pandemia ni la mayor recesión económica de la historia de la humanidad. Apenas el aleteo de una mariposa frente al cambio climático y la extinción de especies. La oportunidad se la dará la propia especie humana si entiende que su preservación, su existencia, depende también de las abejas, las serpientes y los lobos, y de todos esos insectos que le repugnan y persigue con un espray de insecticida que daña la capa de ozono, su propia vida.

 

El mundo, la humanidad, necesita repensar sus creencias, incluida la existencia lejos de comodidades y lujos, lejos del poder y de las ganancias; lejos del individualismo, apartada de ambiciones y codicias. La raza humana necesita encontrarse con las grandes ideas, y ajustarse a las restricciones y limitaciones del mundo natural. Más naturaleza y menos plástico, menos aire acondicionado y menos ascensores. Más luz interior.

No se trata de formatear el disco duro, de borrar todo lo que almacenamos en más de 2.000 años de cristianismo, de aciertos y desaciertos, descubrimientos y sabiduría, sino de reencontrar el camino hacia una sociedad sana con una naturaleza saludable, un ecosistema en equilibrio y un planeta entero. Sanar la Tierra es la condición para sanar al ser humano. Un círculo eterno, recordando que el cambio comienza por uno mismo, y si este servidor, Jorge Neri Bonilla, ya esta en ello, tú también puedes...

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