¿Cómo se deben tratar los comportamientos autodestructivos desde la psicología?

El síndrome del impostor es un fenómeno psicológico que afecta a muchas personas

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Psicología.

El síndrome del impostor es un fenómeno psicológico que afecta a muchas personas. Consiste en tener la sensación de que los éxitos que se logran a nivel laboral, estudiantil o incluso afectivo no son consecuencia del trabajo y el esfuerzo, sino que son golpes de fortuna.

De algún modo, esta afección hace que las personas se sientan un fraude. Introducimos este fenómeno psicológico porque, aunque parezca extraño, en realidad es más común de lo que se cree. La doctora Valerie Young, autora del libro “The secrets toughts of succesful women” señala que el síndrome del impostor aparece en siete de cada diez personas.

Esta patología guarda mucha relación con los comportamientos autodestructivos, una práctica que también merece el interés de la piscología.

¿Cómo se relacionan los comportamientos autodestructivos con el síndrome del impostor?

En psicología se definen como comportamientos autodestructivos todas aquellas acciones que van encaminadas a autolesionarse, tanto en el ámbito físico como en el mental, y que tienen como objetivo autosabotearse.

El síndrome del impostor no es un comportamiento autodestructivo al uso, pero sí puede concluir en estos procesos. Una realidad es no atribuirse éxitos propios y pensar que se deben a la suerte y otra muy distinta es rebajarse automáticamente y buscar la humillación sin darse cuenta.

En cualquier caso, sí existe otro punto en común entre los comportamientos autodestructivos y el síndrome del impostor, y es que son procesos para nada inusuales. Cuando se habla de autodestrucción se alude principalmente a la automutilación, las toxicomanías, la exposición a la violencia

Sin embargo, existen otras situaciones que también han de situarse en este plano, como valorar todo desde la negatividad (y ahí se entrecruzan nuevamente ambos procesos), buscar repetidamente el fracaso, actuar repetidamente como víctima e incluso sentir ciertos sentimientos de superioridad moral en el sufrimiento.

Todo aquello que lleva a los individuos a buscar justificaciones intelectuales sobre acciones que acaban perjudicando a su salud mental o física son comportamientos autodestructivos.

El sufrimiento como parte del placer, la idea de masoquismo

La psicoanalista franco-griega Marilia Aisenstein afrima que existen situaciones en la vida que obligan a someterse a ciertos grados de sufrimiento para alcanzar los retos impuestos. Es indudable que la idea de masoquismo protector puede ser positiva, porque ayuda a soportar la frustración y el fracaso.

 

En el deporte vemos un claro ejemplo. Los maratonianos y quienes hacen pruebas de atletismo de ultrafondo coinciden en que tras una cantidad determinada de tiempo corriendo, lo que les anima a seguir sufriendo no es su capacidad física, sino la mental para superar barreras y encontrar la compensación en el final de la prueba.

El problema ocurre cuando ese masoquismo se torna es destructivo. Si eso sucede, el esfuerzo intenso y el sufrimiento acabará por llegar a algo que no ayuda al individuo a avanzar, sino que lo introduce en dinámicas peligrosas y de difícil salida.

¿Cuándo ocurren esos procesos claramente destructivos?

El masoquismo destructor, esos procesos autodestructivos que impiden que una persona avance, se dan cuando coinciden dos vectores: sentimiento de culpa que invita a autocastigarse y la activación de un mecanismo de defensa para convertir lo dañino en algo placentero.

El primero lleva a las personas a sentirse cómodos en su infelicidad porque creen que no merecen serlo. A esto se une una capacidad para desviar las señales de alarma, que son el sufrimiento físico y mental, en una fuente de placer.

Cuando esta coalición de procesos ocurre ya comienza a resultar difícil salir de esa espiral. En entonces cuando se hace más necesaria que nunca la ayuda profesional. En este sentido, el tratamiento de los comportamientos autodestructivos debe partir de la propia conciencia del sentimiento de culpa y de descubrir que realmente no hay placer en el sufrimiento.

Muchos profesionales de la psicología son expertos en esta área. En internet podemos encontrar información de referencia en estos procesos, como por ejemplo en la web de Charles Baekland, psicoanalista madrid con mucha experiencia en el tratamiento de los comportamientos autodestructivos.

No son tratamientos fáciles y requieren la colaboración conjunta de profesionales y pacientes, pero con mucho trabajo se puede conseguir una buena labor, que no es otra que la de introducir cambios profundos para ganar en felicidad y luchas frente a la autodestrucción.

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