Adiós Rayán

¡Qué vida más corta te ha tocado vivir! Solo, atrapado en una incubadora, tu joven madre Dalilah no podrá llorar tu pérdida. ¿Sabes? Hoy has quitado protagonismo al encierro de San Fermín, a los trajes de Camps y las anchoas-regalo…, a Bárcenas y su caja de Pandora que tanto teme Rajoy (porque el tesorero “Raja Hoy” si le hacen dimitir). Mucha gente llora tu pérdida sin conocerte de nada. Todos los días hay muertes trágicas -Irak, Afganistán, pateras… etc.-, pero nos pillan como más lejos, porque el sufrimiento empático va inversamente proporcional a la distancia en que ocurre la tragedia.

Quisiera pensar que tu muerte y la de tu madre han sido fruto de la mala suerte, una casualidad entre un millón; pero no dejo de preguntarme… ¿esta clase de “negligencias” ocurren en la misma proporción si el paciente no fuese magrebí? No sé, pregunto, porque eso de que Dalilah haya tenido que ir cuatro veces al hospital para que al final le detecten la gripe A… ¿A los hijos de nuestros dirigentes les despacharían así sin más? Rayán, esto es lo que hay, al nacer te han dicho: “bienvenido al mundo ciudadano de segunda”, y a los de segunda les cuidan los torpes. Esta torpeza ha salido a la luz porque tu madre ha sido noticia, pero… ¿Cuántas torpezas de este estilo habrán sucedido sin que nos enteremos por no tener cobertura informativa? Nuestro sistema de sanidad pública no es malo, -en países tercermundistas como EE.UU. es mucho peor-, pero se puede mejorar, y el primer paso es no mirar al paciente su color de piel, tratar a todos por igual, desde el indigente hasta el que lleva un Rolex. La prioridad en la atención la debe marcar la urgencia y no el status social. Basta ya de utilizar al extranjero solo para dar color en los mítines electorales a cambio de un bocadillo. Adiós Rayán y a todos los Rayanes que no habéis sido noticia. Hasta más ver (mejor tarde que pronto).

 

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