Feijóo, el cuatripartito y las meigas

“Es probable que lo peor de la crisis económica haya pasado ya” así se refería Zapatero a la situación económica en el mes de abril de 2009, entre supuestos brotes verdes y Champions League.

Un mes antes de semejante análisis, digno de aprendices de economía en dos tardes, Alberto Núñez Feijóo ganaba las elecciones gallegas por mayoría absoluta consciente de la verdadera realidad. Una realidad dura, difícil y que requería de medidas concretas.

Conocedor del desgaste que había provocado en el ciudadano el anterior Gobierno bipartito, se apretó el cinturón y se puso a dibujar una hoja de ruta que, hoy, tres años después, es digna de elogio.

Galicia presume de ser la Comunidad Autónoma con menor déficit, la primera en la que se estableció un techo de gasto, y la más solvente. Donde no se han descuidado las políticas sociales como demuestran la congelación de las tasas universitarias o el catálogo de fármacos.

Medidas que dejan clara la intención de Feijóo. Una intención que no es otra que ahorrar y fomentar la austeridad sin que repercuta en la calidad de los servicios que reciben los ciudadanos.

Sin olvidar que, como con toda lógica reclaman los ciudadanos, los políticos deben dar ejemplo. Rebajas salariales del Gobierno, reducción de altos cargos o supresión de coches oficiales fueron algunas de las decisiones adoptadas en el seno de la Xunta.

En definitiva, Feijóo representa la nueva hornada de políticos jóvenes, valientes, talentosos y con las ideas claras dentro del seno del Partido Popular. Comenzó la Legislatura como una esperanza para muchos gallegos y la culmina como un líder indiscutible a la hora de impulsar políticas efectivas e innovadoras.

¿Alternativas? Haberlas, haylas, como las Meigas. El problema radica en que enfrente se encuentra con una oposición débil y que parece que no cuenta con un programa reformista novedoso. Probablemente las luchas de poder y los egos en el seno de la oposición pesen más que el interés general.

Y es que de no producirse una mayoría absoluta, un cuatripartito podría ser un arma muy peligrosa. Los ciudadanos no quieren más experimentos con gaseosa y la experiencia sobre matrimonios de conveniencia nos señala el error.

 

Las dudas se disiparán el 21 de octubre cuando los gallegos se darán cita en las urnas. ¿Le pasará factura a Feijóo las difíciles e impopulares medidas que está adoptando el Gobierno de Rajoy o, por el contrario, el recuerdo del bipartito de los coches oficiales, el lujo y el despilfarro pesará como una losa sobre la memoria de los ciudadanos?

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