Barbarie institucional

La ministra de Igualdad, Irene Montero.
La ministra de Igualdad, Irene Montero.

El progresismo era esto. Sola y borracha quiero llegar a casa, reclamaban desde el Ministerio de Igualdad días antes del estado de alarma. Aquellas eran las prioridades del gobierno los días en que informes de Seguridad Nacional importaban lo mismo que ahora lo hace una posible imputación: nada.

Y sin embargo, tras 50.000 muertes, aventuras televisadas con Calleja, y homilías de resiliencia, las prioridades no han cambiado. Muerte digna, memoria democrática e interrupción voluntaria del embarazo: esas son las preocupaciones de un gobierno autodenominado progresista. Para que nos entendamos, eutanasia, revanchismo y aborto han sido siempre los objetivos de un ejecutivo más preocupado por las banderas de una playa que por los muertos del Palacio de Hielo.

¿Querían progresismo los españoles? Ahí tienen dos tazas. Hoy, en el paroxismo de su degradación moral, la ministra ha anunciado la derogación de la ley del aborto de 2015. Entre los planes de la ministra está que las menores de edad puedan abortar sin el conocimiento y consentimiento de sus padres. El Gobierno se ha convertido en un estercolero inmoral. La podredumbre de Moncloa ha apestado la democracia. Los derechos humanos (según Sostres, esa versión top manta de los diez mandamientos católicos) han quedado pisoteados una vez más.

El mismo día que la ministra ha anunciado la gratuidad, universalidad y seguridad del aborto, se ha visto un ataúd saliendo de la clínica Dator, en una calle céntrica de la ciudad de Madrid.  El abortorio madrileño no ha parado durante estos meses. El negocio de la muerte sigue siendo rentable. Hoy, sin embargo, ese aborto que tanto ansía la ministra ni ha sido gratuito (pues ha costado dos vidas), ni ha sido seguro. Ante esta barbarie inhumana que algunos se empeñan en llamar derecho, sólo queda dar la cara. 

Es hora de alzar la voz y de denunciar este holocausto silencioso y silenciado que deja miles de muertos a su paso. Es hora de señalar a los promotores del asesinato sistemático del más débil. Es hora, sobre todo, de gritar que todas las vidas importan. Que las madres deben tener ayuda para no verse abocadas a esta tragedia. Que las instituciones deben apoyar siempre la maternidad, sin fisuras. No es hora de poner la otra mejilla. Estamos en un momento crucial. Hay miles de vidas en juego. El aborto ni es un derecho ni es progresista.

El Papa Francisco, al que tanto han alabado desde los sectores más izquierdistas por su encíclica 'Fratelli Tutti', aseguraba en su Exhortación Apostólica 'Evangelii Gaudium' que "no es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana". Luchemos contra esta barbarie incivilizada. Que sepa la ministra Irene Montero que nos tendrá enfrente, siempre del lado de la vida, la verdad y la libertad.

 

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