El desapego y lo prescindible (La herencia cultural del saldo)

El mercado de segunda mano espera un gran año en 2017
El mercado de segunda mano espera un gran año en 2017

La juventud no debe sólo asimilar los frutos de la cultura de sus padres, sino que debe elevar la cultura a nuevas cimas, a los que no llegan las gentes de las anteriores generaciones”. Es posible que hablara en sentido figurado, pero lo afirmaba Konstantín Stanislavski (1863-1938) actor, director escénico y pedagogo teatral ruso, creador del método de interpretación que lleva su nombre y que estudiaron a través del Actor´s Studio: Marlon Brando, James Dean y Paul Newman. Y aunque parezca algo trivial, yo apelo al sentido material de que es un deber moral e insobornable honrar el legado que heredamos, pues debemos respetarlo y defenderlo.

Cuando un ser querido fallece por edad avanzada, si es amante de la cultura y el arte, se suele heredar por parte de sus deudos, cuadros, libros, discos, CD o DVD, muebles y otros objetos que las nuevas generaciones suelen denostar por su antigüedad, aparatosidad o insignificancia afectiva y cultural que predispone a los nuevos dueños, más cercanos a las nuevas tecnologías y otros placeres tan mundanos como banales, a prescindir de ellos. Dichos herederos cuentan en principio con una ventaja, pues ese patrimonio está exento de ser gravado por algunos gobiernos confiscatorios que aparecen como buitres carroñeros para exigirte los impuestos de sucesiones y patrimonio, que fueron abonados en su momento y que no procede volverlos a exigir, pero como no es el tema de hoy voy a dejarlo para otra ocasión.

Es entonces cuando aparecen los anticuarios y gestores de tiendas de segunda mano que por un precio habitualmente irrisorio, o más bien insolente si los que venden tienen urgencia por eliminar tanto “cachivache obsoleto”, pues estos marchantes de “tesoros ocultos” por unos cientos de euros pueden recabar “joyas culturales” muy apetecibles para el buen rastreador de este tipo de enseres. Ya no me refiero a casos puntuales de obras de arte con mayúsculas que a veces los gabinetes de museos deben intervenir para evitar que salgan del país, dada la ignorancia o manifiesta indiferencia de unos herederos ávidos de obtener un errático botín. Los mercadillos de antigüedades, las ferias, el rastro suelen ser terreno propicio para encontrar una edición agotada, una obra singular, una pieza rara, cualquier objeto antiguo pude significar un descubrimiento gozoso para el que valora lo que para muchos puede pasar desapercibido.

Soy de los que frecuenta este tipo de mercados y tiendas de ocasión de segunda mano, pues mi afición a la cultura y el conocimiento con un cierto morbo (sano) en descubrir (en mi opinión) joyas imperecederas a precios muy asequibles cuando no irrisorios, han propiciado en algunas ocasiones grandes hallazgos,  que no siempre alcanza a valorar quien lo ofrece. Por supuesto que hay muchos como yo que planean con su mirada escrutando los objetos, materiales y formatos que puedan contener, siempre desde la más absoluta subjetividad,  algún atisbo de interés artístico y cultural, sea literario, musical o cinematográfico. Últimamente están apareciendo como setas en las ciudades, propiciados por la crisis económica y el covid-19 que ha recluido a la gente en casa y que han descubierto algunos placeres abandonados por el que este tipo de tiendas económicas suelen ser muy valiosas. Podríamos compararlas con un cajón de sastre donde encontrar infinidad de productos a medida y gusto del curioso visitante que busca la aventura y el gozo de poder descubrir tanto tesoro oculto que ensanche nuestro conocimiento e inquietudes culturales a precio de saldo.

 

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