Elogio de la paternidad
La secuencia natural es que Dios creó primero al hombre y de él creó a la mujer
Sr. Director:
La sociedad matriarcal se ha rebelado y quiere fulminar a la sociedad patriarcal, y tal vez en esto exista un punto de razón por el excesivo abuso y preponderancia del hombre sobre la mujer durante siglos. La mujer quiere ahora elevar su rango no ya hasta la igualdad con el hombre, sino por encima del hombre. No es la idéntica correspondencia y proporción de derechos, sino una especie de revancha, similitud de venganza. Expresiones alejadas del menoscabo y de la legítima y digna facultad de promoción de la mujer en tantos aspectos de la vida social, profesional y religioso.
En determinadas circunstancias, por ejemplo un divorcio, en la mayoría de los casos, la tutela de la prole es adjudicada a la mujer, aunque la realidad es que es el padre quien ha fecundado a los hijos. Pero este argumento es válido de manera excepcional. En cualquier caso, unos hijos creciendo en una familia monoparental no deja de ser una carencia fundamental en su formación humana.
La secuencia natural es que Dios creó primero al hombre y de él creó a la mujer. La paternidad queda ya patente desde el origen de la humanidad. Es más: Dios es Padre, un Padre Singular y Único con un Amor particular a su Único Hijo, Jesucristo, y por Él a toda la humanidad. Por eso quiso que la paternidad del hombre tuviese ese reflejo de la paternidad divina.
Sin olvidar, por supuesto, que la oración más sublime y pertinente que se puede dirigir a Dios Padre es sin duda alguna la que el mismo Jesucristo pronunció y nos enseñó: el Padre Nuestro.
