Se empieza por Gibraltar...

Sr. director:

Lo que está sucediendo con Gibraltar, entre otras cosas, debería servir para que la opinión pública comprendiera a qué conduce la política exterior ostentosa y "moralista" del actual Gobierno, que tanto parece agradar en ciertos sectores.

Gran Bretaña no tiene complejos para celebrar lo que es suyo (legalmente lo es). Compárese esta actitud con la curiosa práctica nacional de no llevar a cabo actos públicos de relieve ni visitas importantes de políticos a Ceuta y Melilla -que no son colonias-, por no “ofender”.

Pero además, está la cuestión de oportunidad: Londres habría rebajado su presencia si, siendo consciente de lo sensible de la misma, siguiera teniendo a Madrid por amigo. La retirada extemporánea de tropas de Iraq, con los consiguientes problemas prácticos y políticos creados, entre otros a Gran Bretaña, demostró al Gobierno británico la poca atención dispensada por el nuevo Gobierno español a lo que pensasen o necesitasen sus amigos y aliados. ¿Por qué entonces, debería Londres preocuparse por lo que piense Madrid que, además, se ha auto aislado?

Zapatero y su Gobierno han recibido una ración de su propia medicina.

 

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