En pie de guerra

Manifestación de agricultores en Madrid.
Manifestación de agricultores en Madrid.

Amanece Madrid y en los primeros trotes del habitual y matutino running dominical por la calle Méndez Álvaro, empiezo a divisar multitud de formas de color naranja entre decenas de autocares que depositan a centenares de personas ataviadas con gorras y chalecos distintivos, pancartas reivindicativas, banderas de España, de sus comunidades autónomas, y, de música de fondo, sonidos de claxon, silbatos y, sobre todo, consignas y gritos de ira contra el abismo al que las inexistentes, ineficaces o insuficientes políticas nacionales están llevando al campo español. Como este domingo, el mundo rural despierta.

Poco a poco avanzo en mi carrera y llego al lugar en el que los manifestantes se van congregando desde diversos puntos aledaños. Las inmediaciones de Atocha están colapsadas mientras esquivo a cientos de personas en aceras atestadas que me obligan a progresar por la carretera entre coches y osados autocares "arrimados" a un imponente, pero triste y desolado Ministerio de Agricultura. Allí, en su interior, se oye el eco del sufrimiento, de quejas y protestas de los que, a escasos metros, sobreviven a la ruina y decadencia de su razón de ser: el campo

Sin embargo, no hay rastro de los ocupantes de las poltronas ministeriales, de los representantes de tantas y tantas familias empeñadas en seguir viviendo de sus tierras, sus animales y ese modus vivendi continuamente torpedeado por las andanadas del desprecio institucional y el impositivo y apesebrado "ecojetismo". Ni están ni se les espera en una cita trascendental para un sector imprescindible en la Historia de España. El miedo guarda la viña y la infamia esconde su indignidad y arbitraria falta de compromiso para con los allí presentes.

Aparecen, por otro lado, los que se han aliado en defensa de sus intereses, de los que fueron legados por generaciones pretéritas y que, tras los continuos jaques gubernamentales, siguen jugando la partida de su vida, la de su subsistencia familiar y laboral en un tablero sin propuestas, prestaciones o revulsivos económicos. Paradójicamente, los fondos públicos han encontrado otros destinos, los de una supuesta igualdad y ministerios obcecados en generar más desigualdad, si cabe. Y no sólo ideológica; sino también, socioeconómica. 

En Atocha confluyen riadas de colectivos procedentes de calles, rondas y avenidas próximas. Todas están tomadas por centenares de autobuses que superan el millar en un radio de un par de kilómetros invadidos por el blanco, el verde, el naranja y rojigualdas a un viento que no parece soplar en la dirección que, como el país, merecen. Hoy, no hay "otras" banderas, esas que históricamente dieron la bienvenida a la miseria del pueblo español. La gente también empieza a despertar de su letargo con el hacha de guerra de la dignidad ya desenterrado. Tanto va el cántaro a la fuente...

La Plataforma "20MRural"; aglutinadora de asociaciones como ASAJA, UPA, COAG, la Oficina Nacional de la Caza, la Alianza Rural, la Real Federación Española de Caza, la Federación de Regantes de España, la Unión de Criadores de Toros de Lidia y diversas Cooperativas del mundo agro-alimentario, ha conseguido llegar al corazón geográfico del foro y al profundo sentimiento de, incluso, los urbanitas madrileños que, por otra parte, se solidarizan con esa gente trabajadora, antagónica de sus "defensores", PSOE y sindicatos, que dicen velar por los intereses de un obrero al que han abandonado desde el origen, su acrónimo, hasta la práctica, la defensa de su medio. El infame silencio y su subvencionada complicidad retratan las pretensiones y objetivos de esta gente arrastrada y obnubilada por el poder, los "carguitos", el sumiso sindicalismo  y las directrices de destructivas hojas de ruta de planes y agendas contra todo lo que huela a identitario

Las voces de auxilio también han llegado a los estantes de supermercados capitalinos en los que el habitual stock de productos básicos ha pasado de limitarse hace un par de semanas a ni siquiera existir. La asfixia por la subida de los precios tras continuos y variados aumentos de la luz, el gas, el combustible, el cereal, las materias primas, etc. no es más que la punta del iceberg, la gota que ha colmado el vaso de un sector y una población en constante penitencia y pesar por los desmanes, a nivel nacional e internacional, de un gobierno imprudente y con decisiones —y falta o retraso de las mismas— temerarias como consecuencia de los palos de ciego que no deja de propinar al "ultraderechista y fascista" pueblo español.

 

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