Escribe que algo queda

Congreso de los Diputados.
Congreso de los Diputados.

Escuchar las noticias se ha convertido para mí durante este tiempo de confinamiento en una mortificación tremenda. No paro de escuchar dramas en las emisoras de radio, cadenas de televisión y la prensa, tanto es así que decidí limitar el tiempo que le dedico a ello por el bien de mi salud mental y mi ánimo diario. 

Intento, de manera regular aunque no tanto como yo creo que debería, hacer el ejercicio de pensar en la gente que ha fallecido, en sus familiares, y en los que siguen ingresados, y la angustia que todos ellos han vivido, o deben de estar viviendo. Intento hacer este ejercicio para no caer en la frivolidad de pensar que mi situación es demasiado mala, o dejarme anestesiar con el consumo masivo de información en las redes sociales.

Los medios de comunicación (prensa, radio y televisión) no paran de transmitir datos y situaciones derivadas de esta crisis. Pero me da la sensación de que solo transmiten, o que solo hacen más hincapié, en aquello que genera morbo, polémica, sensacionalismo, en definitiva. Y al final, lo que resultaba una información sobre un tema grave o de relevancia, nos lleva a otra de esas tertulias triviales de barra de bar y sin conclusión alguna en la que lo que se busca es el estar a la gresca. 

Sin embargo, lo que yo quería era compartir algunas reflexiones en base a lo que llevamos visto hasta el momento, sin ánimo de agotar la cuestión, a las que no paro de darles vueltas y sobre las que quería escribir como fuera. 

La primera de ellas sobre la clase política en general, todos los partidos y niveles del estado. En mi opinión no han estado a la altura. Al empezar toda esta crisis pensé que iba a ser su oportunidad para reivindicarse, y que dada la gravedad del asunto se pondrían a trabajar de manera conjunta y con miras de estado. A día de hoy, todavía no he visto nada de eso. Que no hayan hecho un solo gesto de carácter económico para solidarizarse con la ciudadanía me parece muy llamativo, y decepcionante. Principalmente porque demuestran su poca conexión con la realidad de la situación, que solo utilizan para su interés particular y cortoplacista (aunque debo mencionar al que, en mi opinión, es una honrosa excepción: el alcalde de Madrid, por el que no daba un duro al inicio de su legislatura, y del que me ha sorprendido su buena capacidad de gestión y de lograr acuerdos). 

Si antes de la crisis había más o menos un consenso sobre el bajo nivel de nuestros políticos (ninguno se acercaba al 5 en valoración), en estas circunstancias debemos de estar muy avisados. La situación es completamente excepcional, desde el punto de vista sanitario, social y económico, pero también y especialmente a nivel de derechos y libertades. No deberíamos, por ejemplo, tomarnos a la ligera las prórrogas del estado de alarma que ahora quieren que sean de un mes. O que por ejemplo la Guardia Civil esté destinando cada vez más recursos al control del descontento de la ciudadanía en las redes sociales, así como en las calles. Yo pensaba que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado estaban al servicio de la ciudadanía, no del gobierno de turno. A mi sinceramente es una cuestión que me preocupa. 

En segundo lugar, y refiriéndome de nuevo a la clase política, me parece frustrante que cada decisión, al nivel que sea, se apoye en la opinión de expertos (científicos, empresarios, docentes, universidades en general…) pero que nadie asuma la responsabilidad de las decisiones. Es necesario pedir consejo, y asesorarse de manera exhaustiva, pero la decisión la toma el político en base a esa información, y es él el responsable de los resultados que se obtengan. Me quedo de piedra cuando los veo decir que tal o cual decisión es porque unos científicos, o el informe de una universidad extranjera, se lo habían recomendado. A los políticos os elegimos para que toméis decisiones. 

Me pregunto si a alguien le parecería normal que en una empresa privada los directivos tomaran decisiones, pero no asumieran la responsabilidad sobre su resultado, alegando que se habían basado en opiniones de terceros. ¿A alguien se le ocurre cuál será el destino de esos directivos si se equivocan? Desvelo la duda, el destino no es otro que el paro. De hecho, si la empresa no lo hiciera así, lo siguiente que pasaría es que sería la propia empresa la que termine desapareciendo. Pues salvando las distancias pienso que debería de ser algo parecido en política. 

En tercer lugar, no estoy a favor de rescatar ciertos sectores, o industrias, que después de esto se hayan ido a la quiebra, si no tienen visos de viabilidad en el medio plazo. Destinemos los recursos públicos a las personas que lo necesitan, no a empresas que viven con respiración asistida porque ya no son viables, con la supuesta finalidad de que sobrevivan para que al final sigan repartiendo dividendos a sus accionistas. Si alguien me pide ejemplos le daré varios: el fútbol, que llevan tiempo advirtiendo de las pérdidas millonarias que van a sufrir; o el cine, que desde siempre ha sido como un agujero negro de dinero.

 

En general no estoy nada a favor de que cuando un sector está en crisis llame al Estado para ser rescatado. En estos casos siempre se me plantea la misma duda. ¿Acaso cuando facturaban millones de beneficio se dedicaban a repartirlo entre la ciudadanía? ¿Acaso debemos de socializar las pérdidas, y privatizar los beneficios? En mi opinión la respuesta es evidente, no. 

En conclusión, creo que tenemos mucho margen de mejora, con lo bueno y malo que eso supone. Creo que seguiremos adelante a pesar de todo, pero que deberíamos intentar ahorrar el mayor número posible de sacrificios en ese camino. Porque no es lo mismo salir de esta crisis por la calle de en medio, cueste lo que cueste, que hacerlo de manera solidaria e inteligente. Seguro que muchos lo agradecerán.

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