España ante el peligro de su aislamiento terrestre

Estación de Canfranc.
Estación de Canfranc.

De llegar a hacerse realidad, algún día, la pretensión de Cataluña y del País Vasco con Navarra, de alcanzar algún grado de “independencia” o “emancipación” del resto de España, la unión de esta última con Europa quedará reducida a una estrecha franja del Pirineo Central en la provincia de Huesca.

Hace casi un siglo, en el año 1928, en un acto solemne, en presencia de Alfonso XIII, rey de España y Gaston Doumergue,  presidente de la República de Francia, tuvo lugar la inauguración de la Estación Internacional de Canfranc, en la frontera entre ambas naciones.  El acto debió ser considerado de gran importancia para ambos países, pues no de otra manera se explica la presencia de las más altas instancias  de Francia y España, 

En el mismo mes de Agosto,  pero del año  1958, siendo un inquieto y curioso  estudiante de medicina, conocí aquella estación con motivo de mi primer viaje al extranjero, todavía provisto del inexcusable Visado sin el cual los españoles no podíamos pisar suelo francés. Recuerdo que en Canfranc tuve que apearme del tren español para, unos metros más allá, subir al tren francés que me llevaría hasta Pau  para,  desde allí,  continuar hasta París. No mucho tiempo más tarde, quizá dos o tres años, a mi regreso de otra estancia en el extranjero, tuve que transbordar desde el tren francés, que me había llevado hasta Portbou, al tren español, de regreso a España. De este transbordo recuerdo que no me resultó ni más fácil ni menos intrincado  que el de Canfranc; tuve que transportar a mano mi equipaje por un trayecto que me pareció más largo y más penoso. Hago este breve comentario para  señalar que nuestra conexión ferroviaria con Francia no era mejor por uno que por otro de los citados enlaces. No puedo hablar de la conexión por Hendaya porque no llegué a pisarla.

Frente a esta realidad en los años 1928 y 1958, la actual situación es ostensiblemente diferente: La conexión ferroviaria Canfranc –PAU está interrumpida, y su vía inutilizada,  porque en 1970 se produjo el descarrilamiento de un tren de mercancía que, tres cuartos de siglo más tarde, la República de Francia, la de la “grandeur”, no ha sido capaz de reparar y acondicionar la maltrecha y olvidada vía.

 Hoy, el viaje en tren desde mi Teruel natal hasta Valencia y  Zaragoza es mucho las incómodo y lento que en mis tiempos de universitario  cuando, al finalizar nuestro periodo de vacaciones, los estudiantes de los distintos pueblos nos íbamos reuniendo a lo largo del trayecto para comprar nuestra botella de vino en Cariñena. Y ello porque dos de las cinco ciudades más pobladas de España,  Valencia y Zaragoza siguen con una conexión ferroviaria mucho peor que la que cito de mis tiempos de estudiante. 

Mientras eso ocurre, dos regiones de España, País Vasco y Cataluña,  disfrutan  de unas conexiones ferroviarias con Europa difícilmente imaginables  años atrás. Por supuesto que, como español,  me siento orgulloso  de que así sea pero,  al mismo tiempo me entristece constatar que, 75 años más tarde, no podría repetir mi primer e inolvidable viaje por Canfranc.  

Ante esta realidad, en un ejercicio de  elucubración,  podría hacerme la pregunta: ¿Cómo hemos llegado a esta situación? .   ¿Por azar? ¿Por motivaciones no explicadas, ni quizá confesables,  pero reales? El abandono de las comunicaciones entre Valencia y Zaragoza atravesando una parte del interior de España, ¿Es fruto de la casualidad?. ¿ De la indiferencia de los gobernantes? ¿Existen motivaciones, fuerzas,  más o menos ocultas, más o menos interesadas, que han podido influir en este resultado ¿ ¿ Aunque con ella no salgamos del campo de las elucubraciones,  ¿ Es oportuna la pregunta del Derecho romano , “QUID PRODEST”, para intentar  obtener una respuesta a estos interrogantes?.

Pocas veces, realidades como ésta, son fruto de la casualidad. En el diario Información de Alicante   del 28.7.2015, se publicó un artículo mío que, intencionadamente, se titulaba: SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y SEPARATISMO. ¿Casualidad o causalidad?. Me remito al mismo por no repetirme en los argumentos.

Como  hipótesis y dentro del campo de la elucubración, no me parece temerario pensar que existen intereses que han podido influir para que, por parte francesa, no se haya  querido restablecer la conexión ferroviaria por Canfranc, bajo la apariencia de simple desinterés y apatía. Algo similar se puede decir en España; resulta muy difícil comprender que, una conexión que se consideró de gran importancia en el año 1928, carezca de valor casi cien años después y que dos grandes ciudades, distantes 300 km.,  no hayan querido estar conectadas mediante un tren moderno y hayan preferido marginar a Teruel y la comarca interior que resultaría beneficiaria, quizá porque Zaragoza se encuentre muy cómoda por su equidistancia de Madrid y Barcelona y, al resto de Aragón lo considere  un simple apéndice, razón por la que, cuando hablo de Aragón, digo “Zaragón”. Algo similar se puede decir de Valencia  por su situación en la costa y también equidistante de esas dos grandes ciudades.   Tampoco sería arriesgado pensar que otras fuerzas, o las mismas,  hayan apoyado la legítima aspiración del País Vasco y Cataluña de ser  vía  de comunicación entre España y Europa y,  al mismo tiempo, hayan querido  anular y obstaculizar la otra conexión del resto de España con Europa, la del Pirineo Central; sin él se  incrementa el valor geoestratégico de dos territorios, País Vasco y Cataluña,  como únicos pasos obligados a Europa.

 

El valor que las comunicaciones por carretera y ferrocarril tienen en el desarrollo de las regiones se pone de manifiesto cuando contemplamos la pujanza de aquellas regiones bien comunicadas, frente a la despoblación de extensas comarcas del interior de España. 

Ahora que Aragón y la Comunidad Valenciana tienen gobiernos con sensibilidades  parecidas, que pueden entenderse y colaborar en proyectos comunes, es el momento de plantearse llevar hasta la frontera francesa unas buenas carreteras y vías ferroviarias  para que el gobierno francés se vea obligado a responder ante sus ciudadanos por el desinterés, olvido y abandono en la que  mantiene una parte de su propio territorio.

Fausto Gómez Guillén

Doctor en Medicina

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