Humanismo, posthumanismo y tecnología

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Columnas en un patio.

Renacimiento y humanismo, declaran al hombre como singularidad universal. Del tenebrismo medieval surge este movimiento cismático con los cánones de la época. Del memento mori (recuerda que has de morir) se evoluciona al memento vivere (recuerda que has de vivir).

En la Edad Media, razona Jacob Burckhardt, el hombre se define por su pertenencia a una etnia, a un pueblo o a una familia, pero es en el Renacimiento cuando se reconoce su individualidad, su independencia como ser. Esta idea eclosiona en distintas disciplinas a las que aporta lo más sublime que siempre es su creatividad, sus contribuciones a un mundo oscuro y necesitado de ser descubierto.

El humanista es un hombre vitalista, para sí y para los demás. Rechaza los instintos adoptando un senequismo ante la vida y sus arcanos. Cultivado en los textos grecorromanos, guarda la estética, la individualidad, la dignidad, la entereza del ánimo y promueve la cortesía como singularidad propia.

La proporción y armonía son plasmadas en las artes utilizando el numero áureo, el equilibrio matemático de la proporción representando lo admirable del ser humano.

Son tiempos de ritmos y formas puras. Se recuperan las obras de la antigüedad tanto de la arquitectura con su magnificencia como de los textos clásicos, especialmente los de Cicerón, muy musicales.

Reparemos en estos dos aspectos: formas puras y armonías musicales. Son una invitación a seguir la cadencia ideal del orden natural de las cosas que proyecta una elegancia, siempre aristocrática, sencilla y amable. Un ejemplo: Copérnico, científico humanista, que en su obra Las revoluciones de las esferas celestes, rompe las inercias de Ptolomeo. Propone una explicación más elegante del devenir de los astros, porque la elegancia es, a menudo, un indicio fiable de la utilidad y eficacia de un modelo.

Pero el humanismo no se agota en un periodo concreto de la historia. Peter Burke lo considera una dinámica expansiva de amplio contexto. Hoy subsiste porque se trata de una lucha constante contra todo lo que oprima al hombre en su dimensión anímica y física porque es un pensamiento que nace del orgullo de ser lo mejor.

Concurren en la actualidad enfoques de pensamiento que fracturan la propia concepción de persona que ha sido cincelada por el transcurrir de los siglos.

Lo nocivo de todo ello es que sustraen el concepto mismo de dignidad y su formulación filosófica plasmada en el aforismo kantiano: el hombre es un fin en sí mismo recogido en la Fundamentación de la metafísica de las costumbres, matizando su preeminencia en el mundo.

 

El posthumanismo es un paradigma tecnocientífico sobre la idea de hombre que trata de superar el humanismo renacentista cohabitando con la tecnología. Persigue superar los límites de la naturaleza y llevarlos más allá de la realidad biológica.

Se prescinde de lo contingente físico: enfermedad, alimentación, reproducción y muerte; de lo contingente anímico: emociones, voluntad y conciencia y de lo contingente social suprimiendo cualquier rasgo biológico siendo sustituido por la inteligencia artificial y la biotecnología.

Los derechos y libertades entrarían en crisis porque tanto la tecnobiología y la neurociencia demuestran que las decisiones humanas son producidas por causas genéticas y ambientales (Luño, 2021).

La autonomía de la persona es sustituida por la autonomía de los sistemas. Las decisiones políticas serán adoptadas por gabinetes tecnocráticos cuyos criterios se extraen de redes neuronales, minería de datos, big data e Internet de la Cosas (IoT). Este hecho impediría imputar responsabilidad alguna a la corporación y evadir el debate democrático. Se suprimiría la distinción entre culpa y dolo y dudo que el consentimiento pueda ser considerado libre y voluntario.

Propugna la desaparición de la delincuencia mediante programación de conducta humana con lo que desaparecería el libre arbitrio y la responsabilidad individual. El hombre se convertiría en un autómata ejecutando un programa insertado.

De esta pequeña exposición de postulados posthumanistas solo cabe decir que es, como poco, inquietante.

Si en el Renacimiento surgió un humanismo vibrante que mostraba lo grandioso del hombre a través de sus creaciones, el posthumanismo trata de amparar a un hombre imperfecto en la suntuosidad de la tecnología.

Una postura ecléctica sería lo más apropiado. Tecnología humanista dirigida a implementar los derechos humanos en toda su amplitud e intensidad en una sociedad cada vez más escéptica respecto a valores que han hecho del hombre un ser libre y creativo.

La periodista Sarah O`Connor en su artículo publicado el 13 de abril en el FT, escribe cómo la inteligencia artificial enseña a empleados a ser más humanos en la industria de centros de llamadas. La empresa Cogito brinda empatía a escala empresarial. Emplea inteligencia artificial para entrenar a los trabajadores para alcanzar una mayor sintonía con sus interlocutores. El programa analiza las palabras y el tono del cliente e informa al operador de su estado de ánimo. Con estos datos se modula el tono de voz y se elige el mensaje más apropiado.

Es un ejemplo de entre otros muchos de cómo la tecnología puede emplearse para promover humanidad y generar auténtico humanismo construido sobre la verdad y la libertad

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