La lealtad ucraniana puede evitar la III Guerra Mundial

Un país digno del máximo honor y reconocimiento de Europa. Ucrania debe ser el estandarte de la Unión Europea y la OTAN. La población ucraniana merece ser galardonada como sociedad ejemplarizante al defender la paz haciendo la guerra al envalentonado 'gigante' del gobierno ruso. 

Mapa de Europa.
Mapa de Europa.
Se habla de guerra siempre que existe un contencioso violento entre dos países o más, el enfrentamiento, al fin, de la falta de acuerdos y cuando la palabra termina, pero la actitud de Putin es un ataque en toda regla a los derechos humanos y a la vida.

Sin embargo, esta nueva crisis humana deja un símbolo ejemplarizante para la sociedad mundial que sueña con la paz. Ucrania, su gente, tiene que ser reconocida por la ONU (OTAN), como un estandarte de reconocimiento como insignia afín a los propósitos de la Unión de los 27 países. Hay que otorgarles la más alta mención honorífica que distinga el respeto, la adnegacion y defensa de la soberanía, desde la guerra y la salvaguarda de la paz.

La sorprendente resistencia de Ucrania es probable que nos evite la III guerra mundial. Seguramente sostener al más poderoso país armamentístico deje sin aliento criminal a Rusia y a otros capaces, igualmente, de crear conflictos armados por el ansia de poder imperial.

Las amenazas a Finlandia y Suecia del gobierno de Putin dejó claro sus ambiciones en plena guerra. Esta fue la advertencia: 'Si ambos países se unen a la Alianza Atlántica que se atengan a las consecuencias'. Eso sí, Helsinki y Estocolmo fueron tajante: 'Tenemos derecho a elegir'. Pero la advertencia no deja duda de la intención de Putin, es avanzar con su régimen y su 'obligado' nuevo orden mundial aniquilando las propuestas europeístas.

Es imposible entender que un país como Rusia, armado hasta los dientes, agreda vilmente a una comunidad soberana que conforma un país independiente con aspiraciones occidentales, prácticamente desarmado y con ambiciones e ilusión de libertad, si no es por la avaricia, codicia y crueldad de un gobierno con estrategias exentas de ideas de progreso, inhumanizado y sin conciencia.

Una agresión desproporcionada, a la que Europa tardó en reaccionar. Quizá ha cogido a Occidente incrédula, poco hábil o demasiado prudente. Además, las muchas instituciones internacionales defensoras de los Derechos Humanos se vieron sorprendidas y poco activas. Ahora parece que todo cambia, la Comisión Europea actúa y se persigue parar las intenciones, amenazas y actuaciones del sátrapa, tirano y dictador de Moscú. El sacrificio ucraniano da alas a la vieja Europa, se hace fuerte y entiende que no puede perder el pulso ante tan majestuoso enemigo de la paz.

Cabe destacar, las primeras iniciativas de EEUU con el presidente Joe Biden, asomando sus intenciones en contra de la invasión y anunciando severas sanciones sociales y económicas, que más tarde se han hecho efectivas. Mientras China observa con aparente indiferencia y prudente actitud, siempre salvaguardando sus intereses económicos que podían verse afectados con su apoyo al salvaje ataque ruso a los ucranianos. Por tanto, no dice ni mu, y más vale.

Mientras tanto, Ucrania continúa resistiendo, se debate con penosas armas y escasos recursos. Es trágico ver como, con sudor y lágrimas, un ejército de 200.000 efectivos hace frente al todo poderoso ruso, con amplio presupuesto bélico y depurada tecnología de armamento. Además, se trata de un ejército que alista a más de 900.000 profesionales, con unos gobernantes militaristas que presupuestan para su modernización nada menos que 154 mil millones de dólares, ante los solo 11 mil millones de Ucrania.

Sin duda, la Rusia de Putin ha descubierto para el mundo antiguas figuras imperialistas de la Historia reciente. Execrables personajes responsables de masacres, exterminios y barbaries a la humanidad, como fueron el alemán Adolf Hitler, y/o los rusos Lenin o Stalin.

Es un mal sueño para cualquier persona, con mínima capacidad y sensibilidad humana e imposible entender esta tragedia protagonizada por la ambición, crueldad y, me atrevo a escribir, el sadismo de un individuo que parece regocijarse por el dolor, la muerte y el poder. Putin llegó a animar a la población ucraniana a protagonizar 'un golpe de estado' en su propio país, mientras la respuesta de la población ha sido fiel a su pueblo, enfrentándose a las macabras ideas rusas, dispuestos a hacer barricadas o crear explosivos anti-tanques en envases de cervezas.

El pueblo ucraniano, casi en manos de las tropas y sofisticadas armas rusas, envían constantes mensajes de lealtad y coraje para, desde la guerra, enseñar al mundo que la libertad no se regala, se conquista. Una lucha encarnada entre David y Goliat, que ya deja un triste aluvión de muertos, heridos y pobreza, en el Siglo XXI, cuando todo el mundo habla de progreso, reconciliación e igualdad.

Ucrania ahora es más Europa que nunca. Quizá sea el país que claramente merece ser integrado, de hecho y derecho, en la Comunidad Europea, no solo como uno más, sino como ejemplar sociedad defensora de la democracia y la libertad. Son precisamente los iconos que dan sentido y motivaciones a la unión social de occidente. Y Ucrania los esquematiza, sobre el terreno y en el campo de batalla.

Una lección de integridad al mundo, desde su presidente Volodímir Zalenski, hasta el ciudadano más recóndito. Un primer mandatario con arrestos que se uniformó con el traje de Comandante en Jefe, dispuesto a perder su vida y la de su familia por la integridad de su pueblo al frente de la injusticia y la agresión despiadada del ruin y rácano Vladimir Putin, porqué me niego a pensar que la sociedad rusa comulgue con la idea de esta masacre, a sus vecinos y muchos familiares comunes en uno y otro bando.

Lo más parecido a una guerra civil, que ya tiene vencidos y ganadores. Ucrania con su lección de humildad, honor y ejemplo al mundo no es prisionero de dictaduras ni se rinde a ponerse de rodillas ante la injusticia. Pase lo que pase, Ucrania es la vencedora y prototipo de las políticas de libertad de Europa.

 

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