Los memos y sus memeces

Quim Torra y Carles Puigdemont, en Bruselas.
Quim Torra y Carles Puigdemont, en Bruselas.

Es innegable que las pretensiones de los dirigentes separatistas, sus acciones, sus ruedas de prensa, sus discursos y hasta sus amenazas, son carne del cañón del pitorreo hispánico, pero por lo que se refiere a sus consecuencias, no estaría de más tomar todo ello más en serio, porque los memos y sus memeces también hacen daño.

Aunque los resultados obtenidos en sus pretensiones no se ven por ningún lado, no han logrado ninguno de sus objetivos y su fracaso es evidente, no resulta menos palmario que sus actuaciones están causando perjuicios a España y a los españoles.

Han tergiversado la historia y, aunque esas tergiversaciones no conducen a nada, el mal que están haciendo a los más jóvenes es un hecho y que esas falacias están calando en parte de la sociedad catalana está fuera de toda duda.

Las andanzas europeas de Puigdemont y su histrionismo, pueden producir risa, pero además de risa están consiguiendo un paulatino descrédito de España y de sus instituciones en no pocos sectores de la Europa que, desde el Duque de Alba, nunca ha estado demasiado inclinada a mirarnos con simpatía.

Y además, la fractura que tanta mentira, tanta falacia y, por supuesto tanta memez, está produciendo en Cataluña, es algo demasiado grave como para tomarlo a broma.

Convendría que la sociedad -y a la cabeza los dirigentes políticos- lejos de caricaturas, de menosprecios, de chacotas y de bromas, tomara más en serio a quienes memos y hacedores de memeces, hacen daño.

 

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