Niégalo todo

Irene Montero.
Irene Montero.

Esta última semana hemos escuchado los comentarios “off the record” de la ministra Irene Montero en su previa a la entrevista con la televisión del País Vasco el día 9 de mayo. Cuando escuché estos comentarios, y los posteriores de Pablo Echenique diciendo que esto era para tapar lo del ingreso mínimo vital y criminalizar el feminismo, me reafirmé en la tesis de que nos toman el pelo todo lo que quieren. Lo que dijo Irene Montero lo sabemos todos, no dijo nada descabellado, simplemente lo que todos ya suponíamos. Pero Echenique decidió continuar con la locura y esquizofrenia de una clase política que nos miente, o cuenta mentiras según se quiera ver, todo lo que puede. También asocié todo esto con el fabuloso baile de cifras al que estamos asistiendo respecto a los fallecidos por el Covid-19, cuya desviación empieza a ser tan llamativa que por mucho que uno quiera creer a su gobierno ya sabe que no nos están contando la verdad al respecto, solo para que no parezca tan desastroso como en realidad está siendo. 

Todo esto lo asocio porque me lleva a afirmar algo que puede parecer evidente, pero que por serlo me cuesta acabar de aceptarlo. Nos mienten tan habitualmente que se ha generado una ficción alrededor de la política que cuesta creer que pueda llegar a ser cierta. Los eufemismos, lo políticamente correcto, las medias verdades, las noticias falsas y lo que directamente no cuentan…todo esto dentro de una maraña mediática con la que resulta imposible aclararse. Muchos políticos dicen en público lo que ellos en la intimidad no se creen, como lo prueban las palabras de Irene Montero. Lo cual me indigna, al mismo tiempo que me alegra mínimamente, porque demuestra que por el momento no están tan enajenados como lo parecen por los medios. Además, tengo la impresión de que mienten así porque si por un momento dijeran lo que el sentido común les dicta, y lo que muy probablemente ellos en su intimidad aceptan, la ficción se derrumbaría como un castillo de naipes y quedarían al desnudo sus vergüenzas, que son las miserias de todos como sociedad. 

Y todo este circo lo basan en que no pueden sembrar el pánico y deben de ser responsables, en el “bien común”. Nos tratan como a pobrecitos incapaces e histéricos, a los que si nos dicen la verdad montaremos en cólera, o sucumbiremos a la desesperación. Se escudan en el supuesto bien general para mantener sus discursos y generar una ficción ahora de confrontación, basada en sutiles apreciaciones o en burdas teorías simplistas; ahora de conciliación, aunque son incapaces de lograrla. 

A veces tengo la impresión de que nuestros responsables públicos, y los miembros de los partidos que los han aupado a esas posiciones, se han hinchado a ver series del estilo “House of cards”, y al final se han creído que así deben de ser las cosas. Ya podrían haber dedicado ese tiempo a leer algo constructivo pero no fue así. 

Actúan como si fueran los más listos, los más avispados, siempre con un montón de asesores en comunicación, sugiriéndoles lo que deben, y no deben decir. Ahora es Iván Redondo, antes era Pedro Arriola. Esos asesores, gurús de la política, los que dictan qué se puede y qué no se puede decir. Esos tipos grises, listísimos porque saben qué decir en el momento oportuno, se han hecho de oro, imprescindibles, porque la política se ha convertido en un baile de apariencias en el que nadie quiere dar un paso en falso. Cuando la política ha dejado de servir a los intereses generales para servirse a sí misma, solo para sostenerse en el espacio y tiempo, estos hombres grises se han hecho más evidentes que nunca.

 

Video del día

Salvador Illa admite que Koldo se presentó en el Ministerio "sin cita previa"
Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato