La penúltima infamia

"Vamos a hacer frente decididamente a aquellos que mienten diciendo que no son seguras, porque las vacunas salvan vidas. En esta historia poquitos chistes y pocas bromas... La verdad por delante"   ---Salvador Illa---  Ministro de Sanidad.

Aunque sus palabras estén ayunas de argumentos científicos, dado el referente de China, "democracia" donde los médicos disidentes de las tesis oficiales desaparecen o son condenados a muerte, es comentario muy de agradecer por no haber amenazado con medidas similares tan mal vistas "por el momento" en España.

Me sorprendió, sí, la amenaza, pues tengo al Sr. Illa por buen hombre, aunque de traje ministerial sobrado por los resultados trágicos en su nefasta gestión; compra tardía de material sanitario caro y defectuoso; sanitarios fallecidos cuan mártires involuntarios por falta de equipos de protección; información caótica, errática y contradictoria... etc.; una amenaza, insisto, no precisamente velada contra quienes opinen contrariamente con el poder que él representa, tal como si ya estuviéramos inmersos en un estado totalitario.

Apariencia de buena gente, cuyas acciones y omisiones evidenciaron su incapacidad en un Ministerio desestructurado en que solamente contó con el acreditado científico Fernando Simón y un todavía desconocido "Comité de expertos". En definitiva, un exalcalde que ha tenido que afrontar un martirio sin santidad al confundir la fidelidad de mascota a su jefe, con el sentimiento de lealtad que debiera haber comenzado por él. Parapeto de Pedro Sánchez, este  responsable de un porcentaje interesadamente por determinar de los muertos y la desolación habida en la primera oleada del "Covid-19", patógeno del que teniendo información con suficiente anterioridad de las terribles consecuencias que traería, prefirió con irresponsable soberbia el mantenimiento de su agenda política tolerando, incluso fomentado con la especial colaboración de una vicepresidenta y alguna ministra, la propagación de la anunciada y terrorífica epidemia.

Hasta aquí el relato inicial de la tragedia sanitaria, socio-política y económica "que ya venía de antes anunciada" y nos asola en la que el ministro Illa es un simple telonero. Por ello me pregunto si ante tanta calamidad somos conscientes si quienes gestionan sus efectos, reúnen un mínimo de méritos profesionales, académicos, empresariales e incluso culturales tan necesarios o mejor imprescindibles. Por desgracia no es así, pues esta clase política que padecemos y hoy dirige España es la nueva casta parasitada en su tejido político-social formada y esto es lo más terrible, por "gente que no miente" y habla abiertamente de su firme propósito de disgregarla, labor emprendida por elementos claramente antisistema, incluso pertenecientes al mismo Gobierno y capitaneados por el Vicepresidente en su intento conocido y nunca ocultado de liquidación de la actual Constitución, ello con especial saña contra los Símbolos Institucionales que nos representan.

Tiene el gobierno ayuda "por una banda" ERC, grupo que llevó a efecto lo que todos vimos y "equivocadamente entendimos" era un golpe de estado, cuestión que los jueces corrigieron y denominaron ensoñaciones (supongo se refirieron a las nuestras). Y Bildu, por la "otra banda" que no oculta su condición ni la del terrorista que la encabeza, banda con la que Sánchez y el PSOE actual han pactado en lo que denominaré "La penúltima infamia", ello conscientes de tratarse de los herederos de quienes asesinaron a sus propios compañeros. Vileza al modo que Stalin y Hitler pactaron el vergonzante acuerdo que tanta tragedia trajo inicialmente a los polacos, al mundo entero después y con posterioridad a muchos de ellos.

Opino que estamos inmersos en un proceso en que el nuevo sistema, para su implantación, hace uso de gente en general sin pasado ni presente significativo, adanes sin referente que utilizan términos "al dictado" de una bisutería vasta e infame, gentecilla burguesa muy elemental queriendo pasar por revolucionaria que se adorna de gestos, inflexiones de la voz, ademanes corporales y de asentimiento al jefe, etc., unos pobres diablos cuyos destinos profesionales futuros y en algún caso "pasados" serán con suerte de reponedores o cajeros en un súper.

Pero quien sí miente y siempre mintió es Sánchez, individuo al que cabe la posibilidad que incluso víctimas del Covid-19 sigan votando, narciso y mentiroso psicópata quien para "Thomas Szasz", psiquiatra de referencia mundial y creador de "El mito de la enfermedad mental" para conductas perturbadoras tratadas como "enfermedades mentales sin serlo" debería responder incluso penalmente si ello fuera menester, por sus actos u omisiones. Hombre sin otro propósito que sentirse ser; estar; caminar luciendo el armiño de su poder; fotografiarse cuan estadista en el Falcón presidencial y saludar como si fueran sus colegas "reales" a mandatarios que ciertamente no copiaron sus tesis doctorales y están en posesión de éxitos contrastados profesionales, académicos y/o empresariales.

Y todo formando un conjunto cuyos integrantes actúan al modo que lo hacían los protagonistas del chozo de "Rebelión en la granja" de Orwell, sujetos que juegan para labrarse un destino sin merecimiento poniendo en juego nuestro futuro como Nación y el de nuestros hijos.

 

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