Así conquistó ‘El Grand Prix’ la nostalgia de la audiencia

Puede que ‘El Grand Prix del Verano’ sólo sea un programa de televisión, puede que la nostalgia sea algo para dejar pasar, o que los veranos tengan menos tiempo para abuelos, primos, chapuzones o caminatas sobre troncos locos, pero también puede que sea precisamente esto todo lo que necesitamos durante un par de horas para descomprimir.

Aquel formato que veíamos frente a la tele con nuestra familia, en esas noches de verano de abanicos y ventiladores, ha regresado con una audiencia del 26,1% de cuota y seis millones de espectadores. Dentro de los menores de 40 recibió datos superiores mayores al 40%.

Carlo Boserman, director general de la productora de Grand Prix y director general del Grupo Izen, nos comenta: “Después de 18 años sin hacer el programa teníamos incertidumbre si la audiencia había cambiado demasiado, miedo de no seguir teniendo la capacidad de reírnos a carcajada limpia sin importar quién nos escuchara, de que la vaquilla fuese imprescindible o de que una campaña electoral intensa y crispada, donde todo nos ha separado, no nos dejara estar de acuerdo en algo. Pero al final… Al final, afortunadamente, nuestro espíritu infantil sigue intacto.

Os voy a contar algo que me dijo un amigo y que supongo más de una persona habrá sentido lo mismo. «El día que regresó ‘El Grand Prix del Verano’ tuve que salir un momento de casa. Fueron apenas 5 minutos, pero bastaron para hacerme volver a ese momento feliz. Las ventanas de las casas estaban abiertas para dejar correr el poco aire fresco de la noche de julio, y por ellas salían las voces de Ramón, de Cristina y de Michelle junto a risotadas de niños y arengas de ánimo de mayores».

Lo cierto es que esa noche de emisión recibí muchos mensajes de amigos y compañeros de profesión mandándome las fotos de sus familias viendo el programa. «¡Ojo a esto, que promete!», me escribió uno de ellos en ese momento, cuando le conté todo en un mensaje.

La niña se había convertido en madre, el niño en padre, y los padres en abuelos, y pensé que nada es más satisfactorio que descubrir que las cosas que te gustaron cuando eras un poquito más joven, no sólo te siguen gustando ahora, sino que también las puedes compartir con tus hijos y tus nietos, con tus sobrinos y tus vecinos, y les gustan exactamente igual. Que aquello que disfrutamos con los que ya no están con nosotros lo volvemos a sentir en nuestra piel erizada y al ver esos ojos brillantes de diversión en nuestros peques.

Hoy tenemos nuevas pantallas donde disfrutar ‘El Grand Prix del Verano’, nuevas formas de compartir nuestras impresiones en directo con muchísima gente a la que ni siquiera conocemos, pero exactamente las mismas ganas de doblarnos de risa con los castañazos, los saltos, los chapuzones, las odas a una vaquilla fortachona y animadora o las acrobacias de un saltimbanqui loco llamado Wilbur haciendo la croqueta como si no hubiera un mañana. Y todo, absolutamente todo, lo hemos hecho con toneladas de cariño (alguna de ellas en forma de dinosaurio), con Ramontxu mi querido “hermano”, Cristinini, Michelle (fichajes extraordinarios) y un equipo (¡equipazo!) que se esfuerza cada segundo porque cada uno de vosotros, grandes y pequeños, lo viváis con la misma ilusión de siempre. Todos juntos, da igual dónde estéis disfrutemos del GP.

‘El Grand Prix’ prometió y cumplió, y espero sinceramente que lo siga haciendo, porque después de 18 años me he dado cuenta de que, en realidad, dentro de nosotros seguimos queriendo lo mismo: un verano de ventiladores y helados, de volver a las 22:30h a casa para sentarnos frente a la pantalla, o de repetir, ahora sí, en bucle unas imágenes ante la insistencia de ese nieto que no se cansa de decir: ¿Podemos verlo otra vez?”