Cuando la Política y el Fútbol Chocan

El fútbol, el hermoso juego, tiene una innegable capacidad para unir a las personas a través de fronteras, culturas e incluso divisiones políticas. No podemos olvidar el famoso partido de fútbol de Navidad durante la Primera Guerra Mundial, donde alemanes e ingleses dejaron sus armas por un día para jugar un partido normal y competitivo de fútbol.

Trasciende las barreras del idioma y reúne a individuos con una pasión compartida por el deporte. Sin embargo, hay momentos en los que el mundo del fútbol choca directamente con la política, recordándonos que incluso este fenómeno global no está inmune a la influencia de las fuerzas políticas. Gary Lineker y Marcus Rashford son ejemplos destacados de futbolistas que se han involucrado en el escenario político para expresar sus opiniones y tratar de marcar la diferencia. Después de todo, Rashford fue en gran medida responsable de la implementación de comidas escolares gratuitas durante las vacaciones de verano, lo que llevó al Gobierno del Reino Unido a dar un sorprendente giro en el asunto.

La cuestión es que esto puede afectar cómo terminan desempeñándose los equipos. A veces, la participación de la política en el mundo del fútbol puede llevar a que los jugadores y los equipos tengan un rendimiento deficiente, lo cual no es buenas noticias para los fanáticos y apostadores. Muchos creen que mientras Rashford pasaba su tiempo hablando con políticos sobre comidas gratuitas, su rendimiento en el campo de juego sufrió. Cuando apuestas por tu equipo, después de todo, no se trata solo de asegurarte de encontrar las mejores English Championship odds, por ejemplo, sino de asegurarte de que el equipo en el que estás apostando tenga jugadores enfocados en el juego, y nada más. Las mejores probabilidades del mundo no pueden compensar a jugadores desenfocados y de bajo rendimiento.

Aquí analizamos otros casos en los que la política y el fútbol se cruzan, tanto dentro como fuera del campo.

Diplomacia en la Copa del Mundo

La Copa del Mundo de la FIFA, el evento deportivo más visto en el planeta, a veces se ha utilizado como herramienta de diplomacia. Un ejemplo evidente es la Copa del Mundo de 1978 celebrada en Argentina. La junta militar en el poder en ese momento buscaba utilizar el torneo para mejorar la imagen del país en el escenario global, a pesar de enfrentar acusaciones de abusos contra los derechos humanos. De manera similar, la Copa del Mundo de 2002, coorganizada por Corea del Sur y Japón, se percibió como un paso hacia la reconciliación entre los dos países, que tenían una historia de tensiones políticas. Incluso la Copa del Mundo más reciente en Qatar fue políticamente volátil, ya que los futbolistas y los aficionados expresaron su condena a los derechos humanos, en particular la forma en que tratan a las mujeres y a la comunidad LBGTQ+. Muchos nombres importantes boicotearon el evento como resultado.

El Fútbol como Forma de Protesta

El fútbol a menudo ha sido una plataforma para que atletas y fanáticos expresen sus opiniones políticas y participen en protestas. Recientemente, vimos a los futbolistas arrodillarse, lo que generó muchas discusiones acaloradas entre los fanáticos del fútbol. Hubo abucheos, hubo abandonos... Y esto no es nada nuevo.

Durante la década de 1960 y 1970, atletas negros en Estados Unidos, incluyendo a Muhammad Ali y Tommie Smith, utilizaron su estatura para protestar contra la desigualdad racial y la Guerra de Vietnam.

Fútbol y Nacionalismo

Los torneos de fútbol internacionales, especialmente el Campeonato Europeo de la UEFA y la Copa del Mundo de la FIFA, ciertamente pueden desencadenar expresiones de nacionalismo y patriotismo. Este es el único momento en el que los fanáticos de todo el mundo muestran con orgullo sus banderas nacionales y entonan los himnos de sus países, fomentando un sentido de unidad y orgullo. Sin embargo, este aumento en el nacionalismo también puede tener algunas consecuencias desafortunadas, como enfrentamientos entre grupos de fanáticos rivales e incidentes de hooliganismo, que al final no tienen nada que ver con el fútbol.

Boicots y Sanciones

Las tensiones políticas entre países a veces incluso han resultado en boicots y sanciones al fútbol. Por ejemplo, después de la Revolución Islámica de 1979 en Irán, el equipo de fútbol del país se retiró de las competiciones internacionales durante un tiempo. En tiempos más recientes, Rusia enfrentó sanciones internacionales, incluida la expulsión de la Copa del Mundo de 2018, como resultado de su anexión de Crimea, y todavía enfrenta numerosas sanciones deportivas debido a su guerra ilegal contra Ucrania.

El Fútbol y el Sexismo

Uno de los problemas políticos más recientes que enfrentamos en el mundo del fútbol es el sexismo. Desde que las Lionesses ganaron el Campeonato Europeo, ha habido un mayor enfoque en el fútbol femenino, con muchos hombres todavía denigrando la idea. Esto ha cobrado relevancia en las últimas semanas como resultado de la victoria de España en la Copa del Mundo femenina, donde su logro quedó empañado por el beso no solicitado de Luis Rubiales a Jenni Hermoso. De la alegría, el país se ha dividido en dos, gracias a la masculinidad tóxica que aún prevalece en el deporte.

Discriminación y Racismo

La discriminación y el racismo han aparecido en el fútbol durante muchos años, a menudo dando lugar a debates políticos y sociales. Hemos sido testigos de jugadores que han sido objeto de abuso racial por parte de los fanáticos, lo que ha llevado a llamados a tomar medidas para combatir el racismo en el deporte.

Es justo decir que el fútbol y la política se cruzan con frecuencia, a veces con resultados positivos y otras veces con consecuencias negativas. Sin embargo, el atractivo perdurable del fútbol como fenómeno global asegura que estos choques entre el hermoso juego y el mundo de la política seguirán