Feijóo, el nuevo “neo” de Matrix

Feijóo, el nuevo “neo” de Matrix.
Feijóo, el nuevo “neo” de Matrix.

Faltaban escasas horas para el esperado debate televisivo entre Sánchez-Feijóo, y conversando con el editor de una prestigiosa Revista digital catalana, me comentaba que las expectativas para el P.P., no eran precisamente buenas, en vista de los antecedentes de los debates previos entre ambos aspirantes en el Senado, sin olvidar los pletóricos que andaban los ánimos de los socialistas, a raíz de las recientes intervenciones del presidente en varios programas populares.

   Le dije que la intuición me decía que habría sorpresas, pues al aspirante, le bastaba con presentarse con “serenidad”, para pedir un “cambio tranquilo en este Norte perdido” de la política española, y dar la imagen de una “persona de palabra”.

  Aun así, mi interlocutor no estaba convencido, y me decía que el aspirante, no dominaba determinados datos, tenía despistes y hasta él mismo, avisaba de evitar euforias entre los suyos, indicando que el rival, era mejor orador (claro signo por otra parte de humildad y realismo).

  Tuve que recurrir a los típicos símiles, en este caso a “The Matrix”, comparando al aspirante con “Neo”, y las incertezas de Morfeo, Oráculo y los demás personajes por saber si era o no “el elegido”, el debate, con el enfrentamiento frente al supuesto “agente Smith”, despejaría toda duda sobre si aprendería a esquivar las “balas” y el plomo de quien actualmente controlaba los mandos del sistema.

  Efectivamente, los presagios de la intuición se cumplieron, con la salvedad, que, en vez de meras balas, eran continuas “ráfagas” de metralleta (permanentes cortes de palabra e interrupciones, que impedían al sorprendido candidato articular una mínima idea). En ese mismo momento, el favorito de las encuestas, perdía de entrada de forma estrepitosa su condición de favorito, - a pesar que por micrófono oculto (es de suponer)- le estaban avisando los moderadores, por tres veces consecutivas-, que no podía persistir en bloquear al rival a base de no dejarle hablar, puesto que su interlocutor, protocolariamente, le había permitido sin la más mínima interrupción, exponer su larga introducción del debate.

  Aun así, “el aspirante”, con un gran temple, guardó las composturas y formas, hasta que finalmente pensó, que con esa dinámica, -más propia de “técnica de barrio”-, difícilmente podría exponer mínimamente su programa electoral, consciente además que no tenía el mínimo respaldo de los moderadores, quienes por “tres ocasiones”, con el pretexto de cambiar el bloque de materias, no le habían permitido el justo derecho a réplica, aspecto inaudito, cuando por ejemplo, no pudo defenderse del visceral ataque del rival, al acusarle de” cobros económicos no declarados”, mientras el acusador, se jactaba de estar limpio.

Ante esos “mediocres moderadores”, -que no supieron hacer cumplir las propias reglas predeterminadas-,  el aspirante, -muy en la  línea con su original y dominada “retranca gallega”- les lanzó un claro mensaje oculto, escenificando su “indefensión” a través de una “supuesta sonrisa”, al tiempo que giraba su rostro para ellos”,  mientras que ágilmente,  readaptaba su inicial estrategia ante ese guion no previsto, entrando al juego y rol del rival, es decir, no dejarle hablar tampoco, -pero con la salvedad, de que lo hizo sin perder las formas-, ejecutándolo  con una frialdad pasmosa, técnica que dio de inmediato sus “frutos”, puesto que el Presidente reaccionó mostrando una “nerviosidad en gestos y palabras” que prácticamente ya sentenciaban el debate frente a unos sorprendidos espectadores. El aspirante, ahora pletórico, -tras haberse intercambiado los papeles iniciales de aspirante y titular- se permitía recordarle que no se pusiese nervioso, y que este plató, no era el programa del Hormiguero.

   Posiblemente muchos observadores, no apreciaron la otra dimensión del debate que estaba desarrollándose de forma soterrada “debajo de la mesa”, que ratificaba lo que pasaba sobre la misma, puesto que se veía un Feijóo perfecta y permanente “cuadrado” de pies (técnica de concentración y negociación, que es un clásico de los negocios del mundo judío), frente a unas piernas de Sánchez, que ocasionalmente se cruzaban o se extendían (equivalente a perdida de concentración, frustración).

  La segunda parte del debate, condicionada ya por la primera, se lo puso sumamente fácil al aspirante, -siempre arropado por papeles, datos y mostrando documentos (sinónimo de preparación y estrategia)-, mientras Sánchez, más confiado en su memoria, por iniciativa propia, decidió sacar a colación las sombras que precisamente le persiguen: “mentir”, “el Falcón”, y “que te vote Txapote”, lo que sirvió realmente para cuestionar aún más su ya delicada imagen y hurgar en la herida. El rival, solo tuvo que “rematar el clavo” que alegremente se le ofrecía.

 

  Por lo sí lo anterior fuera poco, el defensor del título, sacó inmediatamente a colación el tema de género, en su supuesta “defensa a ultranza de las mujeres y grupos LGTB”, (como uno de los temas estrella de su legislatura en esta nueva y constante explotación de las “identidades” por parte de la izquierda, que en realidad ha saturado al ciudadano por su gran persistencia) momento en que el aspirante, le recordó el “flaco favor que le hizo a las víctimas de la violencia de género” con la popularmente conocida como  ley del “solo sí es sí”, puesto que,  permitió rebajar la pena a más de mil violadores y excarcelar de otros cientos, -puñetazo literalmente dirigido al hígado del rival-,  mientras que a su vez ágilmente, le recordaba que asumía tanto la bandera del colectivo LGTB, como “la bandera española”, -lo cual equivalía a abrir “la caja de Pandora” para el proponente-, puesto que eso era precisamente el tema central nuclear de su muy posible R.I.P. en estas elecciones: excarcelar a los sediciosos en contra de la decisión del poder judicial, junto al  intento de control del mismo; rebajar el delito de malversación con la excusa y consiguiente manipulación de la  legislación europea (U.E. que recientemente solicitó al propio Gobierno la conveniencia de volver a elevar el tipo acorde a la tipificación comunitaria); la cuestionada  legalidad de la mesa de negociación con los partidos de los sentenciados; su relación y dependencia regular con Bildu, ERC., … Es decir, plásticamente se podría describir, -como si despropósito de auténtica tauromaquia fuese-, como el pletórico toro, sin control de sus energías, se arrodillaba frente al torero para asumir la letal espada final; o al que le bastaba esquivar su ataque, para dejar caerlo al precipicio como resultado de su propia fuerza de inercia en el ataque.

  Dicho remate de faena, fue precedido por infinitos “pases y capotes” previos que realizaron  ambos consumados “toreros” frente a un fantasmagórico toro de otra ganadería, que no estaba ni en la cartelera: “Vox”, y que, aun así, como si tuviese el “don de la ubicuidad”, aun no estando en cuerpo en dicha plaza al no ser invitado, lo cierto, es que estuvo en espíritu más presente que ambos contendientes, puesto que, -como si verdaderos promotores del partido ausente fuesen-,  salió a colación “decenas de veces” esencialmente por formar parte primordial de la “supuesta calculada pero errónea estrategia” del Presidente, en su claro intento de desprestigiar al P.P. por su política de pactos con dicho emergente partido. Nuevo “craso error”, puesto que el aspirante, lógicamente frente a ese futurible, le sacó a colación el pasado y el presente del PSOE respecto a los pactos permanentes con ERC y Bildu, aspecto que remató, como lo hizo amenizando desde el minuto uno, con “el documento que traía preparado para ser firmado”, tendente a evitar precisamente a ambos partidos, el tener que recurrir a tales extremos, facilitando así la viabilidad de la gobernabilidad futura (solución que no olvidemos, es partidario el propio Felipe González). “La pinza o la red a la ilógica” de los actos propios, estaba servida; y un acorralado y desconcertado Sánchez estaba dentro y sin burladero posible, con el ahora ¡pletórico Miura empitonándolo en pleno San Fermín! Aun así, con las escasas energías restantes, logró zafarse aprovechando un buen minuto de oro, que al menos, para variar, estaba bien preparado.

 El error era una falta de 1.) planificación, un mal asesoramiento de la Moncloa que subestimó al rival, -pese a su clara solera de liderazgo autonómico demostrado con sucesivas mayorías absolutas-. Buscando un símil bélico, la Moncloa incurrió en el mismo error estratégico sucesivo de Roma frente a Aníbal en suelo itálico, atacando “frontalmente” con todas sus fuerzas, mientras que el cartaginés los rodeaba y envolvía por los flancos.

2) También pudo influir la personalidad de Sánchez, quien como Arnold Palmer – ahora explicado con un símil golfístico- estaba impaciente por tumbar al rival ya en el hoyo 1º, ya sin esperar el 2º y menos el 18. Por el contario Feijóo, se comportaría como Jack Niklaus, quien decía que su mayor estrategia para ser el número uno en el circuito durante décadas, era esperar el error del rival.

  Sea como fuere, Neo, pasaba así a mostrarse como el auténtico líder, - ya sin las dudas dentro de las varias familias populares coexistentes- a la par que les despejaba el camino hacia la Moncloa.

 Lo dicho: si había alguna duda sobre el clásico, de si el gallego “entraba o salía”, está claro, a todas luces vista, que optó por lo primero y que ha llegado para quedarse, y el problema es que, en la Moncloa, solo cabe uno.

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