G-20, COP26 y el volcán islandés Laki

Contaminación.
Contaminación.

La cumbre de jefes de Estado y de gobierno del G-20 celebrada en Roma los días 30-31 de octubre no alcanzó grandes acuerdos. En el ámbito del clima los compromisos fueron sutiles: se acordó, para finales de 2021, no financiar la construcción de nuevas centrales térmicas de carbón en el extranjero, pero no se prohibió su uso entre los países signatarios.

También convinieron en   reafirmar el objetivo del Acuerdo de Paris de 2015 que propone limitar el calentamiento del planeta a menos de 2º C durante este siglo XXI. Pero no se acordó la iniciativa propuesta por Italia para alcanzar la neutralidad del carbono en 2050. Los países adoptaron como fecha el eufemismo «a mediados de siglo o alrededor de esa fecha».

Una novedad que se mostró en esta Cumbre fue una referencia a la reducción del metano como estrategia para evitar el calentamiento global. Metano procedente de fugas de gas, por ejemplo, en el uso del fracking en prospecciones, como el generado por fuentes agrícolas, sutil indicio de próximas acciones sobre sector.

Acuerdos son desde luego, pero la ausencia física del presidente chino Xi Jinping, la del primer ministro ruso Putin y la del presidente del Japón Fumio Kishida testimonian lo discreto de una Cumbre que no logró convencer al mundo de una urgencia climática inminente que, por otro lado, no es compartida por todas las instancias políticas y científicas.

Desde el 31 de octubre y hasta el 12 de noviembre, el G-20 junto al resto de prácticamente todos los líderes mundiales se reúnen en la Conferencia de la Naciones Unidas sobre el Cambio climático, llamada este año COP26, organizada por el Reino Unido y que se celebra en el Scottish Event Campus (SEC) de Glasgow (Reino Unido).

No hubo cumbre el año pasado por la epidemia de Sars-Cov2 todavía flameante en sus efectos. Si debo ser sincero, no sé el motivo por el que sin haber superado una crisis sanitaria los países acuerdan afrontar una crisis climática que exige una financiación relevante para los Estados y unas privaciones incomodas para los ciudadanos.

En la inauguración del evento, el jefe del clima de la ONU, Dª Patricia Espinosa, pidió «más ambición», especialmente a los países del G20, para cumplir las metas de reducción de emisiones.

El presidente de la COP26, Alok Sharma, remarcó que el diálogo es «la última y mejor esperanza para mantener el objetivo de 1. 5º C a nuestro alcance […] ».  

Han pasado unos días y los acuerdos comienzan a emerger.

El día 4 de noviembre más de 40 países han acordado eliminar paulatinamente las centrales de carbón a nivel nacional e internacional, incluidos Polonia, Indonesia, Vietnam y Chile, aunque EE. UU. ha rechazado el compromiso, así como China, India y Australia.

Sin embargo, el carbón se encuentra actualmente en una situación económica inmejorable ya que la crisis energética ha disparado los precios desde 70 dólares a principios de año a 300 dólares la tonelada en octubre. Precios muy elevados igualmente para China en donde la dependencia a combustibles fósiles es alta. Esta situación ha obligado a incrementar la producción de carbón a 11,5 mll. de toneladas[1].

China se ha comprometido a cero neto de emisiones de CO2 para 2060 pero en la noche del sábado al domingo 14 de noviembre, junto a la India se han apartado de compromisos estrictos en la prohibición de esta tecnología. Se ha acordado el empleo de la frase «reducir gradualmente», en vez de «eliminar».

Debe recordarse que China encargó en 2020, 38,4 GWe para nuevas plantas de carbón que representan el 76% del total mundial (50,3 GWe) .

Frente al deseo de suprimir estas centrales no se han ofrecido por la COP26 otras alternativas eficientes sustitutorias.

Otro de los acuerdos más notorios es el compromiso de 133 países para aportar fondos públicos y privados cuantificados en 19.200 mll. de dólares para revertir la deforestación para el año 2030. La tala de árboles contribuye al calentamiento del globo porque impiden a las masas forestales absorber el CO2 y reducir el impacto de la contaminación. La pregunta que puede hacerse es si lo importante es aportar dinero o también es válida la reforestación de la masa vegetal a modo de pago en especie…

Los países que han firmado este compromiso incluyen a Canadá, Brasil, Rusia, China, Indonesia, República Democrática del Congo, EE. UU. y Reino Unido que suponen el 85% de la masa forestal del mundo.

No es algo nuevo. Algunas empresas automovilísticas como la compañía alemana Volkswagen ha invertido desde 2007 sumas de dinero importantes en promover, mantener y cuidar zonas verdes en distintos puntos del mundo. Uno de ellos, España.

La campaña CO2 neutral produjo los bosques Think Blue gestionados por la empresa Bosques Sostenibles, empresa de administración medioambiental especializada en iniciativas de Responsabilidad Social Corporativa.

Otro de los acuerdos de la COP26, aunque no alcanzado por unanimidad, ha sido prohibir la venta de automóviles de combustión en 2035 en los mercados líderes y en todo el mundo desde 2040. El acuerdo fue cerrado con la firma de las compañías Daimler, General Motors, Ford, BYD de China, así como los gobiernos de Canadá y Chile.

Mercedes se ha comprometido a vender solo vehículos de batería a partir de 2025. BMW y Volkswagen no se sumaron al acuerdo, aunque no han escatimado esfuerzos en investigación para ofrecer motores menos contaminantes o no contaminantes.

Los fabricantes de camiones Scania y operadores de flota como DHL asumieron la meta de cero emisiones de carbono para 2040.

Otro de los puntos que se discutieron en la COP26 fue la propuesta de distintas naciones, organismos y sindicatos europeos para que se considerase la energía nuclear como energía no contaminante por la numerosa mano de obra que precisa en su gestión.

La calificación como verde tiene repercusiones económicas dentro de la Unión Europea pues las energías así calificadas son preferentes en la financiación de fondos comunitarios para su desarrollo. El conflicto entre distintos países de la Unión Europea sobre la nuclear es una realidad que solamente mediante un entendimiento constructivo podrán ser solucionado.

EE. UU. ha apostado por la energía nuclear y ha aprobado una línea de financiación para países interesados en adquirir esta tecnología.  También Reino Unido se suma a esta opción para alcanzar cero emisiones.

Emerge entre destacados analistas y periodistas como alternativa a un presente energético que se pretende descarbonizado a costa de un sacrificio social importante. Sacrificio que lo estamos padeciendo ya, sacrificio que está ocasionando una reducción del confort vital que antes se disponía y se creía ilimitado. Precio privativo de una electricidad que encarece la vida después de un severo azote pandémico.

Guy Sorman publicaba el 25 de octubre una interesante reflexión sobre la eficiencia energética de pequeños reactores nucleares o SMR (Small Modular Reactor), conocidos como modulares, capaces de abastecer de electricidad a poblaciones de hasta 100.000 habitantes o a una gran empresa a un coste muy competitivo. La potencia que desarrollan puede alcanzar 300 MWe (megavatio eléctrico) y con entrada en funcionamiento en el decenio 2020-2030.

Una de sus ventajas es poder fabricarlo en industrias propias bajo un control riguroso en calidad y seguridad. Inmediatamente operativas con módulos independientes, pueden ser enterrados total o parcialmente si lo requiere la seguridad del momento.

En la actualidad solo hay un SMR operativo, la planta flotante rusa Akademik Lomonosov, cuyo costo estimado es de 740 millones de dólares para una planta de 70 MWe. Está integrada por dos reactores modulares KLT-40S, de diseño ruso, con una potencia cada uno de 35 MWe. Su destino es sustituir la vieja central nuclear de Bilibino en 2030.

Más de 50 diseños de reactores modulares SMR están hoy en desarrollo en Canadá, EE.UU., China, Finlandia, Reino Unido y Rusia.

Gales también ha optado por este tipo de reactor. Buscó asesoramiento en la empresa estadounidense Westinghouse para ubicarlo en Trawsfynydd. Esta empresa ha desarrollado reactores modulares con una potencia que alcanza los 225 Mwe.

Destacados periódicos como el Financial Times en fecha 10 de noviembre de 2021, escribía su consejo editorial, comunican la necesidad de que la nuclear se encuentre dentro de las soluciones energéticas no contaminantes.

Es una tecnología que ha sido asumida por el presidente francés Macron en una apuesta muy realista frente a un panorama energético amargo que estamos viviendo. También colma una necesidad estratégica de los países para no ser dependientes del suministro de otras naciones y a sus derivas políticas que puedan comprometer el flujo de energía.

El desgraciado accidente de Fukushima es un relato que se opone contra lo nuclear. Sin embargo, acorde con un informe de la ONU publicado en 2020 en el décimo aniversario del desastre, se afirma que no hubo efectos adversos en la salud en la población adyacente a la central[2] .

Nuestro modo de vida occidental tiene excesivas hipotecas energéticas como para confiar en fuentes de energía cuya producción está estrechamente unida a condiciones meteorológicas. Sin embargo, la energía eólica y la fotovoltaica son las preferidas por los lideres reunidos en la COP26 para lograr energía limpia pero hoy por hoy no pueden ser equiparadas a la potencia y constante disponibilidad que ofrecen las centrales nucleares.

Lo más llamativo de todos estos acuerdos, de todas estas cumbres, es que el clima ha desplazado al hombre como centro del mundo sin ponderar las consecuencias perversas para su vida.

Conviene recordar que los primeros 20 años del siglo XIX fueron los más fríos de los últimos dos siglos en el hemisferio norte[3]. Tesis también compartida por Font Tullot para quien el clima a principios del siglo XIX era más variable que el actual, producto de la Pequeña Edad de Hielo. Noruega registró tres grados centígrados por debajo de su media, siendo uno de los seis octubres más fríos entre 1762 y 1946[4]. Inglaterra registró dos grados por debajo de la media, siendo, junto a octubre de 1926, el más frio registrado.

La erupción del volcán Laki en Islandia desde junio de 1783 a noviembre de 1784 tuvo mucho que ver con estas alteraciones climáticas en el mundo.

La espesa nube alteró la vida de Europa. La temperatura media en el hemisferio norte descendió bruscamente cerca de 3ºC. En el norte de África la temperatura se incrementó 2º C. Se originaron vendavales en el este europeo, inundaciones en regiones alemanas y francesas … la niebla volcánica islandesa   cubrió los cielos europeos impidiendo que los rayos del sol llegaran a tierra…

Todo esto pasó y la lección que puede extraerse es que la energía nuclear no es que sea una opción sino algo más que eso ante eventualidades que solo la naturaleza sabe sorprendernos.


[1] Ubicación web:  https://www.ft.com/content/f04d09d6-174d-4528-84ad-2916a1412764 [Consulta:  13 de noviembre de 2021].

[2] Ubicación web:

https://docs.google.com/viewer?url=https%3A%2F%2Fwww.unscear.org%2Fdocs%2Fpublications%2F2020%2FUNSCEAR_2020_AnnexB_AdvanceCopy.pdf [Consulta:  13 de noviembre de 2021].

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