Guinea Ecuatorial, nuestra perla africana

Mundo.

I. Madre patria

Madre patria, escuché esa expresión, cuando estudiaba en el colegio Salesiano y compartimos clase junto a compañeros de Guinea Ecuatorial. Mostraban esa cortesía que era agradecimiento por la dignidad y respeto que en todas partes se les reconocía por ser hijos de un mismo reino. Unos datos verifican este hecho, en el momento de la independencia en 1968, Guinea Ecuatorial alcanzó una de las rentas per cápita y unas tasas de alfabetización de las más altas de África. Su producción de madera, cacao, café alcanzaron máximos históricos.

II. Historia

Guinea Ecuatorial perteneció a España desde finales del siglo XVIII.

 Consecuencia del Tratado de S. Ildefonso firmado entre España y Portugal el 1 de octubre de 1777, España cede a Portugal la isla de Santa Catalina y la provincia de Río Grande de S. Pedro en lo que es Uruguay. Portugal cede a España las islas de Fernando Poo, Annobón, Corisco, Elobey Grande, Elobey chico, junto al litoral terrestre comprendido entre los cabos López Gonzalbes y Formoso conocido como Río Muni. Esta permuta territorial es ratificada en el Tratado de amistad, garantía y comercio entre España y Portugal, firmado el 24 de marzo de 1778.

Con este tratado España persiguió apartar a Portugal de la influencia británica y se pensó construir en esas islas un puerto refugio para las travesías a Filipinas que debían doblar el cabo de buena Esperanza. Eran viajes muy prolongados en el tiempo, con travesías cercanas a los cinco meses de navegación, que producían en el pasaje síntomas de agotamiento con repercusión en la buena convivencia del buque.

El 17 de abril de 1778 se envía una flotilla para hacerse cargo de estos territorios. Esta fuerza naval parte desde Montevideo, la formaba la fragata Santa Catalina, construida en Guarnizo en 1767, montaba 26 cañones de a 12 libras, comandada por el capitán de fragata José Varela Ulloa. La fragata Nuestra Señora de la Soledad, construida en Guarnizo y botada el 21 de julio de 1761, montaba 34 cañones, al mando del capitán José Copete, y el bergantín Santiago, construido en Cartagena en 1774, montaba 18 cañones al mando del teniente de navío José Grandallana.

El 24 de octubre de 1778 la flotilla desembarcó en Fernando Poo. El brigadier conde de Argelejos, Felipe José de los Santos Toro, jefe de la expedición marítima, tomo posesión de las islas en nombre de Carlos III. Se levantó una población llamándola S. Carlos de Luba, conocida también por Luba.

En 1779 se edifican el primer hospital y la primera capilla. La inmediatez con que se ejecutan estas obras que, aunque frugales, manifiestan una forma de entender la presencia española en cualquier territorio que difiere de otras potencias que han prescindido de estos aspectos asistenciales y espirituales. Podemos recordar que los primeros españoles que llegaron al Nuevo Mundo y a Filipinas en los siglos XV y XVI tuvieron un mismo modo de proceder.

 

Los territorios guineanos quedan integrados en el virreinato del Río de la Plata. 

III. Valor estratégico

Las islas, aunque de dominio español, no fueron ocupadas en su integridad. Ese vacío, esa falta de asir con decisión lo que se posee, motivó que barcos británicos que ocasionalmente arribaban a sus costas se asentaran en ellas. En 1827 se funda la ciudad de Port Clarence posteriormente bautizada como Santa Isabel, en honor a la reina española Isabel II, hoy Malabo, capital de Guinea Ecuatorial.

Las enfermedades fueron una causa importante de mortandad que no solo diezmó a los colonos españoles, sino que levantó recelos y miedos para los inmigrantes que vieron en estos territorios una opción para sus vidas. Por ejemplo, la tripanosomiasis africana humana causada por la mosca tsé-tsé que habita en humedales y manglares fue una enfermedad común en estos lugares. Como datos curiosos, en 1924 se pagaba a 0.10 ptas. la mosca capturada. En 1945 la enfermedad se considera en proceso de erradicación.

Guinea Ecuatorial sufrió de siempre las apetencias de holandeses, británicos y alemanes, principalmente para el comercio, porque a través de Fernando Poo podía controlarse el golfo de Guinea, en donde confluyen las costas de varios países, así como paso obligado para adentrarse en la exploración y explotación del Níger. De hecho, la isla de Corisco suministraba prácticos para los ríos que desembocan en el golfo.

Se reconoce por Inglaterra en 1835 la soberanía española de estos territorios. Fue en este año cuando se firma también entre España e Inglaterra un tratado para la abolición de la trata de esclavos.

IV. Territorios no explorados.

Pero la isla no estaba completamente explorada. Ante la inactividad de España, Rafael Labra, pronuncia en el Congreso de los diputados el 3 de junio de 1898 un discurso que denuncia esta situación tan necesitada de cambio. Reproduzco las siguientes palabras:

«[…]España posee la parte más sana y más fértil del golfo de Guinea. Fernando Poo es la joya del océano; pero una joya bruta, que España no se toma el trabajo de pulimentar. De ahí que no tenga valor alguno comercial, y por mi parte no daría ni cien duros por toda la isla en el estado en que se encuentra actualmente. El Gobierno no tiene más que ayudar a la isla enviando a ella hombres prácticos, que no faltan en España. Son extranjeros, ingleses, los que se enriquecen en Fernando Poo, alemanes en Corisco y Elobey. ¿Por qué no habían de enriquecerse los españoles en provecho de la madre patria? […]».

Y me pregunto, a colación con la fecha de esta declamación parlamentaria, cómo es posible que a punto de consumarse el desmembramiento de los últimos vestigios del Imperio con la pérdida de Cuba, Filipinas y Puerto Rico, España no se centrara más en estos territorios africanos en un gesto de compensación emotiva, al menos. ¿O, acaso, a España le venía grande los dominios extra peninsulares? Nos encontramos entonces con un problema de conciencia nacional, de errónea representación personal y territorial. Algunos llamarían a este fenómeno una corrosión del carácter, de aquel que se tuvo hace siglos y del que ya no se tiene en el presente. Un tránsito de la España imperial a la España del terruño y a la aislada aldea.

El Tratado de París de 27 de junio de 1900 persiguió trazar las líneas de demarcación entre los dominios del marruecos español y francés y el golfo de Guinea. A España le correspondió unos 27.000 km cuadrados en el Golfo, con 100.000 habitantes de diversas tribus: los bubis, naturales de la isla de Fernando Poo o Bioko, y los fang, afincados en el continente, en Río Muni, la más numerosa. 

V. Recursos comerciales

Muchas fueron las compañías españolas que se instalaron en Guinea.

Destacan las compañías barcelonesas Montagut y Vidal y Rivas dedicadas al intercambio de marfil, coco, caucho y aceite de palma.  Zulueta y Cia intermedia en operaciones de intermediación mercantil entre Inglaterra, España y Guinea Ecuatorial.  Empresarios menorquines afamados por su iniciativa como Baltasar Simón y Francisco Vicente y otros valencianos y alicantinos, así como emprendedores canarios.    Mención especial debe hacerse al gerundense Rodríguez Barrera. Otros españoles también invirtieron en este producto que era desestibado en el puerto de Barcelona, como Potau y Domènech, Josep Rosselló, los hermanos Torres, Romera, Francisco Pérez, entre otros.

Casas extranjeras se instalan en Guinea: Jantzen; Woermann; Dillon, Tenaut y Cía.; West África; Cookron; Thomas Holt, entre otras, de distintas nacionalidades.

El comercio internacional alcanza una relevancia acorde con las riquezas del territorio. Entre los instrumentos internacionales suscritos destaca el canje de notas, declarando recíprocamente como Nación más favorecida para la importación de productos naturales y manufacturados de los territorios de S. M. Británica y de las posesiones españolas del golfo de Guinea, el 11 de junio de 1928.  Canje de notas entre el gobierno del Reich y España, reconociendo el trato de la Nación más favorecida, a los productos naturales y manufacturados de los territorios españoles del golfo de Guinea que se imparten en Alemania, cualquiera que sea su procedencia, el 1 de julio de 1928. Canje de notas entre Países Bajos y España relativo al trato de la Nación más favorecida al comercio en los territorios de Ultramar de una parte y los territorios españoles del golfo de Guinea de otra, el 31 de octubre de 1929.

En 1959 se crean dos provincias en el territorio ecuatorial, la de Fernando Poo y Río Muni.

Como detalle de la actividad económica de la isla se enuncian los diferentes productos que fueron objeto de explotación.

En el s. XIX se comercia con oro en polvo, pieles, maderas nobles, ganado lanar, cabrío y vacuno. Fue en 1864 cuando comienza la siembra de algodón, café, cacao, plátano canario y tabaco. En 1881, tras una caída de los precios de la palma, los agricultores reconvierten el cultivo al cacao.

En el siglo XX, producto de unas políticas agrarias y forestales eficientes, lograron que en 1959 Guinea Ecuatorial produzca el 2.15 % del cacao mundial. En 1960 se alcanza el máximo histórico en la producción de café; en 1962 se alcanza el máximo histórico de cabezas de ganado; en 1963 se alcanza el máximo histórico en la producción de aceite de palma, palmiste y fibra de abacá; en 1966 se alcanza el máximo histórico en la producción de madera.

VI. La independencia de Guinea Ecuatorial

El embajador Durán-Loriga en su libro Memorias diplomáticas nos adentra en el proceso de independencia. Narra los pequeños grandes detalles de este proceso de transformación de una colonia a un territorio con autonomía y luego a un   país independiente. Fue protagonista personal del proceso porque fue el último representante del Ministerio de Asuntos Exteriores en Guinea Ecuatorial y posteriormente, presentadas las credenciales ante el presidente electo, primer embajador español.

Tras la II Guerra Mundial, las potencias vencedoras optaron por un aperturismo emancipador de sus colonias por dos motivos: uno, evitar conflictos territoriales con sus habitantes tras algunas promesas descolonizadoras hechas en el curso de la guerra y finalizar una coyuntura económica no rentable en ese momento.

Junto a estos factores, Naciones Unidos promovió una actividad descolonizadora como uno de sus principales objetivos internacionales, pues declaró poner fin al colonialismo en todas partes y en todas sus formas, lo que afecto a España y a sus colonias de África. Un criterio emancipador que también incumbía y obligaba a Gran Bretaña y a la cuestión de Gibraltar.

En abril de 1956, España, a semejanza de Francia, accedió a negociar con Marruecos el fin de su protectorado y a reconocer la independencia de este país. Cuando se perdió el protectorado sobre Marruecos, después de este trauma histórico, confiesa Duran Loriga, todo lo demás era de importancia relativa. En abril de 1958 se cede a Marruecos la zona de Tarfaya, al sur de Ifni y norte del río de Oro, a cambio del reconocimiento marroquí a las fronteras del Sahara español. La cesión de Ifni obedeció a idénticas exigencias a los marroquíes, cuestión que se cita solo a modo indicativo.

España conocía objetivamente que su distancia con Guinea Ecuatorial hacía prácticamente inoperativo cualquier despliegue militar. Así pues, la idea de la descolonización no era percibida como extraña ni descabellada.

En 1962, ante Naciones Unidas, conforme a las instrucciones dadas por Madrid, se expuso:

«Si por el alejamiento en el que viven sus habitantes o por sus especiales características humanas quisieran un día modificar su estatuto actual y sus mayorías se decidiesen por este camino, España no crearía ningún obstáculo para concertar con estas provincias su futuro».

Al año siguiente, en 1963, España reconoce a Guinea un régimen de autonomía. Su estatuto es publicado en el Boletín Oficial del Estado de 30 de diciembre de 1963, con el nombre Bases sobre el régimen autónomo de la Guinea Ecuatorial.

Como cuestiones más destacadas del texto se resaltan las siguientes: se reconoce que Guinea Ecuatorial estará exenta de contribuir al Estado y dispondrá de su propio presupuesto. Los ingresos procedentes de sus propios recursos serán invertidos íntegramente en Fernando Poo y Río Muni. Los gastos ocasionados por la Administración de Justicia y las Fuerza Armadas, así como los de Comisaria General, serán sufragados con cargo a los presupuestos generales del Estado.

Guinea dispondrá de un Consejo de Gobierno integrado por un presidente y ocho consejeros, cuatro por Río Muni y cuatro por Fernando Poo. También de una Asamblea General. Tanto el gobierno como la administración tendrán carácter representativo.

La Asamblea representativa tendrá competencia para dictar normas jurídicas aplicables al ámbito territorial, como complemento y desarrollo de las Leyes. Podrá aprobar el presupuesto general de ingresos y gastos elaborado por el Consejo de Gobierno, y podrá solicitar, por mayoría de dos tercios, las modificaciones de la legislación vigente.

Se instituye un gobernador civil en Fernando Poo y otro en Río Muni.

Este régimen autonómico no colmó las ansias independentistas de un sector de la sociedad guineana henchida de una euforia descolonizadora.

La postura de España, si bien era clara en torno a la independencia, dos sectores políticos se enfrentaban con intereses opuestos. Por un lado, la posición del almirante Carrero Blanco, vicepresidente del gobierno de España, que prefería retener la isla de Fernando Poo bajo supervisión de Madrid y conceder la independencia al territorio continental y resto de islas.  Por el otro, el Ministerio de Asuntos Exteriores, con el embajador Castiella, que propugnaba una independencia integral.

Naciones Unidas aprobó una primera resolución, la núm. 2067-XX, el 16 de diciembre de 1965, llamada Cuestión de la Guinea Ecuatorial (Fernando Poo y Río Muni) en la que se constataba que los territorios de Río Muni y Fernando Poo se habían fusionado y habían sido denominados Guinea Ecuatorial.  Se invitaba a España a señalar una fecha próxima posible para la independencia después de celebrar un referéndum popular supervisado por Naciones Unidas.

Transcurrido un año, se dictó la resolución núm. 2230-XXI, de 16 de diciembre de 1966, llamada Cuestión sobre Guinea Ecuatorial, en la que se conminaba a España a declarar la independencia a más tardar en julio de 1968.  Se construyó esta resolución sobre el dato de que el pueblo de Guinea se había pronunciado favorablemente a la independencia cuando tal consulta no se había llevado a cabo en ese momento en concreto.

El tesón de Naciones Unidas en la descolonización de Guinea Ecuatorial es notable cuando en diciembre de 1967 se dicta la resolución 2355-XXII, conminando a España como potencia administradora a que la independencia se declare en julio de 1968, alarmados por la interrupción de la Conferencia Constitucional, e instaba a su continuación.

La Constitución finalmente se redacta entre 1967 y 1968, en una conferencia con la participación de 44 ecuatoguineanos junto a los delegados españoles que juntos diseñaron la independencia. Fue una constitución moderada y de gran perfección técnica, aunque resultare inaplicable, como lo había sido en África, todas las normas fundamentales democráticas. El tracto vital de esta norma demuestra esta afirmación, pues algunos preceptos fueron derogados vía Decreto para afianzar la autocracia de Macias. 

El referéndum por la independencia se organizó el 11 de agosto de 1968 bajo observadores de Naciones Unidas.

125.253 electores censados, una participación de 114.853 ciudadanos (91.7 %); de ellos 72.458 (63.1 %) votaron afirmativamente por la constitución y 40.197 personas (35 %) en signo contrario. El voto negativo se atribuyó al descontento de los bubis de Fernando Poo, en inferioridad numérica, porque siempre quisieron un reconocimiento a su singularidad frente a las otras etnias más numerosas.

De las elecciones legislativas y presidenciales de 22 de septiembre de 1968 se obtuvieron los 35 diputados a la Asamblea Nacional y los 30 miembros de los Consejos Provinciales.

En las elecciones presidenciales, la Comisión Electoral de Guinea Ecuatorial, fue presidida por el magistrado del Tribunal Supremo, Ángel Escudero del Corral.

Concurrieron cuatro candidatos: Bonifacio Ondó que defendía la vía continuista colonial y pertenecía a la etnia fang; Atanasio Ndongo, de izquierda moderada, pertenecía a la etnia fang; Macias, nacionalista, demagogo y obsesivo, practicó el populismo en su campaña y enarbolo una desmedida hostilidad hacia España y, por último, Edmundo Bossio, de carácter centrista, de la etnia bubi.

El ganador fue Macias pero no con mayoría absoluta. Una segunda vuelta celebrada el 25 de septiembre dirimió las elecciones a favor de este.

El proceso electoral se realizó en unas condiciones escrupulosamente transparentes, fueron testigos de ello, los observadores de la ONU. Pero también, como no podía ser de otro modo, era exigido por el prestigio del servicio diplomático español muy reconocido internacionalmente.

Como puntualiza el embajador Duran-Loriga, por parte española, no se hizo nada por falsear el resultado de las elecciones que para desgracia del pueblo guineano dieron el triunfo a Francisco Macias.

La independencia se proclamó el 12 de octubre de 1968.

El instituido presidente comenzó entonces una deriva sangrienta para perpetuarse en el poder.  Liniger-Goumaz explica que durante sus once años de presidencia, 1968-1979, la mitad de la población fue liquidada o marcho al exilio. Fue derrocado por un golpe militar en 1979, llamado golpe de libertad, que impuso a Teodoro Obiang Nguema, que comenzó una singladura política con diferentes factores debido al descubrimiento de petróleo.

VII. Una lengua, un destino

Guinea Ecuatorial mantiene el español como idioma oficial en su Constitución. Es hablado por el 87 % de su población.

En 2013 se creó la Academia Ecuatoguineana de la Lengua Española. El presidente del país, Teodoro Obiang, en su discurso pronunciado en el II Congreso Internacional de la Lengua Española en 2001 expresó este deseo. Su lema es «Una lengua, un destino».

Desde el año 2016 la Academia Ecuatoguineana de la Lengua Española está integrada en la Asociación de Academias de la Lengua Española.

Aunque el español es lengua oficial en la Unión Africana gracias a Guinea Ecuatorial, este país así como la República Saharaui luchan para que los documentos consten redactados también en castellano.

Sí, hay un idioma común, el de la madre patria, y por ello, también, un mismo destino común en el entendimiento, en la cooperación y en unos mismos valores que nos caracterizan como españoles comprometidos con el futuro de nuestra comunidad que es grande y diversa.

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