La huella hispana en el Imperio Romano: Trajano

I. Emperadores hispanos.

Los emperadores romanos que vivieron en el siglo I dC son conocidos como la dinastía de los antoninos. El calificativo no ha sido unánimemente aceptado.  Un sector importante de autores sostiene que el elemento aglutinador no debe girar sobre Antonino Pío, sino sobre la gens Ulpia Aelia, comprensiva de todos estos príncipes, como defiende la académica-dr. Alicia Cantó.

Época conocida como la de los «cinco buenos emperadores de Roma», como la llamó Edward Gibbon a la que añadió el calificativo de «mejor centuria en la historia de la Humanidad» o «el siglo de oro del Imperio romano», como es denominado por Zancajo y Baig en su obra de 1892, entre otros.

Nerva, Trajano, Adriano, Antonino Pío y Marco Aurelio. 84 años, desde el año 96 dC. al 180 dC. ofrecieron al Imperio, prosperidad, conquistas, seguridad pública y paz social.   No era poco para lo que se había vivido y quizás no lo bastante para lo que vendrá después con Cómodo, hijo de Marco Aurelio.

Comenta Tácito en su obra Historias, Libro I, que sus dos periodos históricos preferidos son el principado de Nerva y el imperio de Trajano, tiempos de rara felicidad, en los cuales era lícito entender las cosas como se quiere, y decirlas como se entendiera. Evitando las perífrasis, una alternativa a esa traducción sería: Tiempos de rara felicidad, son aquellos en los cuales se puede sentir lo que se desea y es lícito decirlo. Tiempos de libertad y armonía, todo, como no podía ser de otra manera, dentro del orden romano. Por ejemplo, fue Trajano quien concedió una libertad absoluta al Senado para que debatiera cualquier propuesta.

Porque con Nerva se conciliaron dos cosas que antaño eran contrapuestas: libertad e imperio. Y después, con Trajano, se consolidó una seguridad pública que ofreció esperanza e ilusión para prosperar.

Luciano de Samósata nos comenta lo propicio de esta edad de oro imperial. Con Nerva se superó una crisis que auguraba calamidades como las acaecidas tras la muerte de Nerón. Trajano se preocupa tenazmente del orden público y la Administración. Adriano cultiva las artes de la paz con espíritu sosegado. Antonino Pío fomenta el bienestar de las provincias y muestra una actitud tolerante hacia el cristianismo, y Marco Aurelio ejerció su potestad con ecuanimidad, aunque obligado a una defensa firme del imperio contra las invasiones bárbaras.

Esta panoplia de emperadores hispanos ha sido llamada imperio humanístico, como nos dice García Moreno. Es   considerado por los pensadores renacentistas e ilustrados como el periodo más excelente que tuvo Roma, una completitud en ámbitos sociales, políticos, económicos y militares que nunca fueron superados.

Concurren varias características importantes en estos gobernantes.

 

La primera es que todos alcanzaron el poder a una edad adulta, cuando el hombre comienza a contemplar el valor de la sabiduría. Nerva fue nombrado emperador con 66 años, y ejerció su cargo durante los años 96-98; Trajano, con 45 años, ejerció su mandato durante los años 98-117; Adriano, con 41 años, ejerció su potestad durante los años 117-138; Antonino Pío, con 52 años, ejerció su mandato durante los años 138-161 y Marco Aurelio con 40 años, ejerció su cargo durante los años 161-180.

La segunda, es que todos, salvo Marco Aurelio, no tuvieron descendencia directa o la sobrevivieron, quedando obligados a nombrar un heredero para el Imperio. La persona más idónea, por afectividad y por talento, sería la más propicia para ejercer la gobernación. Por esta cuestión, han sido muchos autores, como Gibbon y Anthony Birley, los que han visto en esta forma de elección una materialización del principio del más adecuado para gobernar. Es decir, un antecedente histórico, dentro del contexto histórico en que se produce, de nuestro principio de mérito y capacidad: elegir al más capaz y virtuoso.

Pero esto no es exactamente lo que ocurrió en estos casos, puesto que autores han calificado las adopciones como una operación de cosmética política, ya que no cumplieron los fines propios de esta institución filial. Se trató, como expone la Real Academia de la Historia, en la presentación de sus jornadas sobre los hispanos emperadores de Roma, de monarquías basadas en la elección del mejor. Viene a propósito aquella reflexión sobre los peligros de optar solamente por la condición natural del instituido, de sus talentos y ventajas. Inconvenientes derivados de la complejidad del carácter humano, que es difícil cartografiar con antelación, aunque ¿quién puede ver el futuro? ¿quién escudriñar el porvenir? ¿quién guarecerse de las garras de la fortuna?…

La tercera es que concurre otra causa de unión en cuatro de los cinco príncipes, todos tuvieron una fuerte conexión con la provincia romana de la Bética, tuvieron sangre hispana. Dos nacieron en la ciudad de Itálica (Santiponce, Sevilla), Trajano y Adriano, y los otros dos, descienden de familia hispana. El nexo de unión entre todos es originado   por las mujeres de la dinastía que transmitieron la legitimidad para heredar el trono:   Pompeya Plotina, Vibia Sabina, Matidia la Menor, Faustina la Mayor y Faustina la Menor. Todas poseían el nomen Ulpio-Aelia.

II. Designación como emperador .

Marcus Ulpius Traianus, Optimus Princeps, Imperator Caesar Nerva Traianus Augustus, conocido por Trajano, nació en la ciudad de Italica (término municipal de Santiponce ,Sevilla), el 18 de septiembre de 53. Italica, cuyas iniciales eran  C.A.A.I., Colonia Aelia Augusta Italica. Su familia procedía de la nobleza turdetana, pueblo hispánico prerromano que descendía de los tartesos habitantes del valle inferior del Guadalquivir. Tuvo por maestro al filósofo Plutarco Cheronense. 

Concretamente, era un ibero y no un italo, ni un italiota…como resaltó el historiador Dion Casio en el  libro LXVIII de su Historia Romana . Su padre, Trajano El Viejo, fue uno de los senadores y políticos más prestigiosos de su generación. Ocupó el cargo de gobernador de Siria, en donde obtuvo los ornamenta triumphalia por vencer a los partos y evitar así su invasión. Después de un consulado por un breve espacio de tiempo, ocupó el gobierno de Asia (actual Turquía). Bajo Vespasiano recibió el honor de ser nombrado patricio en el año 73.

Trajano ocupó la silla imperial durante 19 años y bajo su gobierno se mantuvo una concordia entre el Senado, la aristocracia senatorial y el príncipe. Fue apoyado incondicionalmente en el Senado por un grupo de 27 senadores hispanos, uno de ellos con el que mantenía una gran amistad, originario de Tarraco, era Lucius Licinius Sura, cónsul en tres ocasiones en los años +/-94, 102 y 107.

El modo en cómo fue escogido como emperador nos conduce a las más profundas creencias romanas. Eran necesarias tres condiciones.

La primera, el consentimiento de los soldados, Trajano gozaba de una gran popularidad entre la milicia, el príncipe era un soldado íntegro y lo había demostrado en varios combates. Gozaba de un liderazgo inquebrantable ante las tropas porque lo habían visto sangrar y batir a los enemigos, lo habían visto entumecido por el frío del invierno y abatido bajo el sol del estío. 

Algunos testimonios dan señales muy claras de su perfecta identidad con la milicia. Siempre se colocaba a la cabeza del ejército cuando se disponía al combate. Era frecuente que comiera junto a sus legionarios y que se mezclara con la tropa en las larguísimas caminatas para defender las fronteras.

La segunda condición, era necesario el asentimiento del Senado, que lo tuvo unánimemente. Plinio y Tácito, que hablaban por el Senado, confrontaron la humanidad, frugalidad, clemencia, generosidad, amabilidad, contención, laboriosidad y valentía de Trajano al orgullo, el lujo, la crueldad, la malevolencia, la lujuria, la inactividad y la cobardía de Domiciano.

Como última condición, la tercera, era precisa la aceptación de los dioses, el acuerdo de la divinidad. Dos presagios anunciaron esa buena ventura o esa predilección divina. Plinio El Joven nos habla del primer presagio, cuando Trajano fue aclamado como imperator por la multitud en el Capitolio, cuando ese honor correspondía a Júpiter Capitolino. Y un segundo presagio, cuando Nerva, bruscamente, declaró la voluntad de adoptar a Trajano, de tal modo, que es como si obedeciera a una inspiración de las divinidades. De hecho, Nerva pretirió a parientes propios.

Fue adoptado el 28 de octubre de 97, cuando era gobernador en la Germania Superior.  Dion Casio nos indica que Nerva eligió sucesor no por la patria, sino por la virtud.

 El 28 de enero de 98 muere Nerva y es nombrado emperador en el año 99, ese retraso fue debido a que quiso garantizar los limes o fronteras de Roma en el Danubio y en el Rin.

Con ocasión de su coronación como emperador, Plinio El Joven envío una carta a Trajano con la siguiente redacción:

 «Tu piedad, ¡oh venerable emperador!, te había hecho desear no suceder en mucho tiempo a tu padre; pero los dioses inmortales se han apresurado a ponerte en las manos el gobierno de un imperio, cuya dirección ya te estaba encomendada. Deséote, pues, y por ti, al linaje humano, todas las prosperidades, es decir, todo lo digno de tu siglo. ¡Emperador óptimo! Continuos votos hago pública y privadamente por tu salud y felicidad».

III. Un carácter dibujado por hechos.

Fue el primer emperador que nació fuera de Italia,

Afirma Dion Casio, que Trajano era bueno para todos: con el pueblo actuó con clemencia, con el senado con dignidad y solo fue temido por los enemigos.

Comenta Santiago Montero, que la personalidad del emperador es proclive a la beneficencia, pero además «[…] es más romano que César y tan romano como Augusto. Sus dos obsesiones son el campo y la conquista. Guerra y agricultura, con toda la profundidad del campesino y con todo el ímpetu del conquistador».

Pero ¿cómo podemos retratar el carácter de Trajano?

Narramos varios hechos de su vida que esbozan la fisonomía de su espíritu.

El primero de ellos fue ocasionado por un rumor infame que acusaba a Sura de querer asesinar a su amigo para apropiarse del Imperio. Ante ello, Trajano provocó que lo invitara a almorzar en su casa. En ella, se hizo mirar los ojos por el médico del senador y afeitarse por su barbero. Dos hechos que demuestran las firmes convicciones y entereza del emperador. Se hizo mirar los ojos, ofreciendo a su amigo la posibilidad de quitarle la vista y hacerlo incapaz para gobernar, y a su barbero, poniendo su cuello a su merced, dando ocasión para degollarlo y asesinarlo.  Quiso dar a entender a su amigo cuanto más deseaba ser amado que temido. Por estos gestos desafiantes de la maldad humana ganó el afecto de todos menos de los enemigos de Roma.

Otro suceso que contribuye a dibujar su singularidad fue la firme decisión de acabar con las corruptelas de los gobernantes en las provincias, algo que era frecuente. Dos procesos importantes tuvieron lugar bajo su imperio en la Hispania. Uno contra Mario Prisco, entre los años 97 a 99, y el otro contra Cecilio Clásico, en los años 101 a 102. 

Prisco ocupaba el cargo de procónsul en África, había nacido en la Bética. Fue acusado de concusión, es decir, exigir un pago añadido a las obligaciones tributarias, además de ejercer violencia y tiranía. El Senado le impuso una cuantiosa multa y lo desterró del Imperio.

Clásico, oriundo de África, desempeñaba el cargo de procónsul en la Bética, provincia romana que debe su nombre al río Betis, el actual Guadalquivir, con capital en Colonia Patricia Corduba, actual Córdoba. En una carta enviada a su amante, se jactaba de haber obtenido 4.000.000 de sestercios y de haber vendido como esclavos a decenas de béticos. Aunque murió antes del proceso, fue condenado por el Senado a que su hija recibiese los bienes que poseía antes de ejercer la gobernación y el resto fuera devuelto a los béticos ofendidos.  A sus cómplices como Bebio Probo y Favio Hispano fueron desterrados cinco años. A Stilonio Prisco, tribuno de cohorte, le impuso destierro por dos años y a otros cabecillas de la trama fueron desterrados a perpetuidad. Fue puesto en libertad Claudio Fusco, hijo de Clásico, su esposa e hijas.

Otros actos dan crédito de su forma de ser.

Ordenó en varias ocasiones dar sustento de su propio pecunio a mendigos y vagabundos de Roma.  Mandó que se barriesen y regaran todas las calles con frecuencia. Disminuyó los días festivos a 22 al año y moderó las ofrendas y sacrificios. Acordó medidas drásticas contra calumniadores, corruptos y acusadores.

Se distinguió por su extrema modestia, vestía usando el uniforme de la milicia, por ello ninguna ostentación transmitía que no hubiera ganado en los campos de batalla. Aunque eso, lo creo firmemente, no es boato ni camelancia sino mérito y justicia, porque lícito es exhibir en el pecho los triunfos que atormentaron el corazón y agotaron brazos y cerebro.  El uniforme era de capitán general o cónsul.

Como expone el maestre de campo D. Luis de Morales en su obra de 1654, Trajano se colocaba delante de sus ejércitos, animando a sus legiones; fue el primer emperador que nombró abogados y procuradores a los pobres pagados con su patrimonio.  En sus jornadas diarias nunca llevó carruaje ni aparato de emperador.

Cuando acudía a visitarlo algún capitán vencedor o algún gobernador que había administrado bien su provincia, descendía de la silla imperial, salía a recibirlo y le abrazaba honrándole tanto que era difícil averiguar quién era el emperador y quién el vasallo.

La modestia de Trajano y su mujer y hermanas reformaron los hábitos de Roma, en muchos aspectos, en los ropajes, en sus adornos, haciéndoles más recatados y austeros y en el ornamento de casas y gastos excesivos. Morales expone que nunca hubo tanto oro y plata en Roma y nunca tanta modestia. 

Se recordaban las palabras de Tácito cuando declamaba que muchos son los vencedores que, alcanzando una gran riqueza, han sido conducidos a una gran pobreza. En términos similares, Platón escribe que   no hay cosa que conduzca a una extrema pobreza como una excesiva riqueza.

Tuvo una consideración demostraba hacia nuestra Hispania, que nunca olvidó.

Por ejemplo, el Senado bajo Trajano lo integraban 412 senadores,  27 eran hispanos. Durante el reinado de Trajano se designaron 53 nuevos senadores, de los cuales fueron 13 hispanos, nombró a Publius Aelius Hadrianus, a Publius Alfius Maximus Numerius Licinianus, a Marcus Annius Libo, a Annius Verus, a Publius Coelius Apollinaris, a Quintus Cornelius Senecio Annianus, a Marcus Cutius Priscus Messius Rusticus, a Marcus Fabius Iulianus Heracleo Optatianus, a Caius Licinius Marinus, a Licinius Ruso, a Messius Rusticus, a Cnaeus Pedanius Fuscus Salinator y a Aulus Platorius Nepos.

Y sus distintas y algunas, majestuosas obras, levantadas en la península Ibérica, que luego veremos, y que han traspasado la huella del tiempo, pero conservando su capacidad de asombro al viajero que las visita.

Trajano, aunque era pagano, profesaba los principios de la equidad natural, dispuso que no se buscase a los cristianos y solamente castigados cuando fuesen denunciados y perseverasen en sus creencias. No albergó en su ánimo fijación morbosa para exterminarlos, prohibió las denuncias anónimas contra ellos, que era práctica habitual no por su religión en sí, sino principalmente por las flaquezas de la iniquidad humana. Una muestra más de su justicia. Así queda escrito en la carta XCVIII de Trajano a Plinio:

«Has hecho querido Segundo, lo que debías hacer en las causas que te han presentado de los cristianos; porque no es posible establecer regla fija en esa clase de asuntos. No deben hacerse pesquisas; si se les acusa y quedan convictos, se les debe castigar. Sin embargo, si el acusado niega que es cristiano y lo demuestra con su conducta, es decir, invocando a los dioses, es necesario perdonarle por su arrepentimiento, cualquiera que sea la sospecha que pesase sobre él. Por lo demás, por ninguna clase de delito deben recibirse denuncias anónimas, porque esto daría pernicioso ejemplo, muy contrario a nuestra época».

Ha sido escrito por autores los rezos que el papa Gregorio Magno alzó al cielo en memoria de su alma, al contemplar, en la columna de Trajano, cómo el emperador consolaba a la madre de un soldado muerto en combate. Este hecho ocurrió en la iglesia romana de S. Gregorio al Celio, antigua residencia de la familia de Gregorio, descendiente de la nobleza romana de los antiguos Anicii o Anicia. Antes de su conversión ocupaba el cargo de Praefectus Urbi. Se encuentra en el centro de Roma, en la plaza di San Gregorio al Celio 1.

IV. Militar y conquistador

En el ámbito militar amplió las fronteras de Roma establecidas por Augusto sumando la Dacia (Rumania, Moldavia y parte de Bulgaria); Mesopotamia (este de Siria, sureste de Turquía e Irak); Arabia (comprendía Jordania con las ciudades de Gerasa y Amman, limitaba con la costa occidental de la península del Sinaí, la actual frontera sirio-libanesa hasta Damasco, y la costa oriental del Mar Rojo hasta Hegra y Armenia). Trajano superó el río Éufrates en la campaña del año 114 y el Tigris en el año 115.

Trajano, al llegar al Golfo Pérsico, sobre el año 115, lloró , porque el ocaso del tiempo impedía superar las conquistas de Alejandro Magno en la India. Yo , sin embargo creo, que en muchos ocasos se producen fulgurantes amaneceres que eclipsan los mejores años de una vida ,porque la sabiduría  dibuja los acontecimientos con mayor acierto y precisión.

La guerra contra la Dacia (Rumania) fue causada por la intromisión de Decébalo en las conquistas de Roma en Germania.  Comenta Frontón en su Epistolario que los dacios estaban armados con hoces.

Eran guerreros temibles, nos dice Gibbon en su Historia de la decadencia y caída del imperio romano. A la fiereza propia de los bárbaros se unía su desprecio por la vida, fundamentado en la creencia de la inmortalidad y trasmigración del alma.

Condujo las tropas con gran maestría, alcanzando una victoria total. Trajano respetó la vida del rey, algo que no consta que haya sucedido en los anales militares de Roma. Sin embargo, transcurridos dos años, Decébalo se rebeló, debiendo Trajano asistir al combate. Derrotado de nuevo, el emperador se hizo con las minas de oro en Transilvania y con el tesoro de Decébalo que ascendía a 165 t de oro y el doble de plata, empleándolo en obra civil y militar.  Nos dice Montanelli, que parte de esas riquezas se emplearon para sufragar cuatro meses de juegos ininterrumpidos en el Circo de Roma, en donde participaron 10.000 gladiadores.

En la guerra contra los dacios, el emperador se apoyó en muchas unidades militares hispanas. Broughton y García Iglesias enumeran las alas II Hispanorum Arevacorum, I Asturum, I Hispanorum Campagonum, I Hispanorum Pia Fidelis, y las cohortes: I Hispanorum Miliaria Veterana Equitata, II Hispanorum Scutata Cyrenaica, V Hispanorum Equitata y I Lusitanorum Cyrenaica.

Precisamente, el generoso reparto de los bienes obtenidos en campaña entre los soldados motivó un florecimiento económico de la Península Ibérica, como escriben Montenegro, Blázquez y Solana.

Los senadores hispanos que participaron en la guerra dácica fueron Julio Urso Seviano, pariente de Trajano y de Adriano, obtuvo los empleos de comandante del ejército de Germania Superior y legado en Pannonia (Hungría y Croacia) y L. Minucio Natalis, legado de una legión durante la primera guerra dácica y legado de la Legio III Augusta, hacia el año 104-105.

La Dacia fue convertida en provincia bajo la autoridad de un gobernador de grado consular al que se llamó Legatus Augusti Propaetore. El territorio comprendía Muntenia (Bucarest), con el sur de Moldavia, Oltenia (Craiova), Banato (Rumania y parte de Hungría y Serbia) y Transilvania (Rumania).

En Elegeia (antigua ciudad de Armenia, hoy perteneciente a Turquía) recibe al monarca Parthamasiris quien se quitó la diadema de su cabeza y la colocó a los pies de Trajano. Fue en ese momento cuando los soldados lo aclamaron como imperator, como si se tratase de una victoria. En ese instante le comunicó al rey armenio la voluntad de incorporar su reino al Imperio romano.

Fue guerrero, pero no un temerario, Trajano en Asia buscaba la paz y por ello evitaba, en lo posible, enfrentamientos con el enemigo. Evadía entrar al combate por causas banales, y esa actitud fue comparada con la empleada por Numa Pompilio (753-654 a. C.). Frontón comenta que el ejército se deleitaba, en lugar de con sus escudos y espadas, con chanzas y chirigotas bajo las tiendas. Fruto de esa inactividad, los soldados se vieron abocados a la indolencia y es que la desidia es perniciosa para las actividades de la vida y, sobre todo, para la actividad militar.

Merece la pena exponer la organización del ejército en la época de Trajano para obtener una visión precisa de su entidad ofensiva.

La unidad militar más pequeña se llamaba contubernio, integrada por ocho legionarios. Diez contubernios (80 legionarios) componían una centuria. Seis centurias componen una cohorte (480 legionarios); diez cohortes (4.800 legionarios) formaban una legión, más oficiales y suboficiales.

Junto a estas fuerzas se sumaban cuerpos de caballería de 30 caballeros distribuidos en una cohors equitata, unidad militar mixta, de caballería e infantería, en proporción de 1 a 3. Podían ser quingenarias o milliarias. Las primeras la integraban 480 soldados de infantería o legionarios y 129 de caballería. Las segundas, se dividían en 16 turmas. Cada turma estaba compuesta por 30 legionarios y un decurio al mando, auxiliado por un lugarteniente y un sesquiplicarius, un soldado que recibía una paga y media, junto a un portaestandarte o signifer.

La Marina era una fuerza de apoyo y no autónoma cuya utilidad era el transporte de tropas y logística. A todas estas fuerzas se sumaban las tropas auxiliares que formaban auténticas legiones pero integradas por extranjeros.

Con Trajano, comenta quien fuera mi profesor de Derecho Romano, Juan Iglesias, las provincias romanas pasaron de las 15 de la época republicana que son duplicadas en los tiempos de Augusto hasta llegar a la 45 en el año 117, año de la muerte del emperador.

V. Virtudes del Bético

Trajano se caracterizó por intentar restaurar las virtudes de sobriedad, justicia y clemencia. Hombre sencillo y alejado de la jactancia de otros emperadores de infeliz memoria, su carácter esencialmente militar evitó caer en los amaneramientos griegos que malograron la vida política del Imperio en otros tiempos.   Comentan que al tomar Trajano el Imperio dio su espada a uno de sus pretorianos y le dijo: Defendedme con ello si gobierno bien o volvedla contra mí si gobierno mal […].

 Como hechos más sobresalientes en su gestión social, repartió grano a los pobres de Roma y oro a las ciudades más pobres. Recoge Plinio El Joven en su Panegírico, que ante una menor crecida del Nilo, se produjo en Egipto una gran carestía y Trajano envió grano y reconfortó las necesidades apremiantes del hambre.

Redujo los impuestos a los ciudadanos, revocó los gastos inútiles y equilibró el presupuesto, lo que motivó una gran prosperidad; creó fondos públicos para socorro de la infancia, eran los llamados alimenta, que consistían en fideicomisos para socorrer su penuria. Esta medida perseguía, además, fomentar la natalidad romana, muy menguada.

VI. Impulso edilicio.

Tuvo un potente impulso constructivo o edilicio, en el ámbito civil y militar. Edificó el puerto de Roma o Centumcellae, hoy conocido como Civitavecchia, de importancia económica para el imperio, conservada en la actualidad. En este puerto Trajano se levantó una residencia frente al mar desde la cual se divisaba el puerto, próxima a Roma, se encontraba en la zona de Etruria. 

También remodeló el puerto de Ostia, en la desembocadura del Tíber.   Debido a las constantes amenazas de la arena y lo poco protegido del puerto, se decidió levantar uno nuevo.  Quedan vestigios de aquella tempestad en el año 62, que hundió, dentro del puerto, 200 embarcaciones cargadas de trigo. El construido por Trajano posee un diseño hexagonal que ofrecía mayor seguridad y mejor eficiencia del espacio.

La antigua Ostia fue abandonada y hoy se encuentra en un estado de conservación aceptable bajo las arenas, según el arqueólogo Simon Keay, director del Proyecto Portus. El científico   declara que aún falta por excavar al menos el 90 %. La investigación arqueológica es promovida por la Universidad de Southampton y la Escuela Británica en Roma.  Han descubierto restos de un edificio que asemeja un anfiteatro, un gran almacén y vestigios de lo que puede ser un palacio imperial.  Búsqueda arqueológica utilizando un escaneo aéreo con tecnología LIDAR, técnica de teledetección que emplea láser en vez de ondas de radio.

Las construcciones de Ostia fueron hechas con hormigón, una mezcla de cal, arena, piedra roja triturada y grava que elaboran los constructores romanos con gran perfección.

Fama posee la columna de Trajano en Roma, uno de los monumentos más importantes de la ciudad, que narra sus campañas en la Dacia. El monumento se encuentra en la Vía dei Fori Imperiali de Roma. A ambos lados de la columna se edificaron dos bibliotecas, una griega y otra romana.

Se embelleció Roma, sus calzadas y calles, pero también solucionó el problema del hacinamiento construyendo nuevos barrios desde la colina del Quirinal que baja al Foro de Trajano. Mercados, viviendas y edificios ocupados por los habitantes de la ciudad desde el s. I al s. XX. El arquitecto del emperador Apolodoro de Damasco diseñó las calles, plazas, locales comerciales y hasta edificios de seis alturas con un cierto aire oriental.

Construyó la basílica Ulpia, terminó el templo de Venus Genetrix, termas, mercados, el odeón o edificio teatral.

En Benevento, provincia del mismo nombre, se encuentra el Arco de Benevento, en el sur de Italia, en la vía Trajana, ilustrado con frisos de la guerra en la Dacia.

En la región de las Marcas, en Ancona, se alza el arco de Trajano, diseñado por su arquitecto Apolodoro de Damasco. Fue construido con mármol de la isla de Mármara. Desde este lugar partió Trajano hacia la Dacia.

En la Dacia, el puente sobre el Danubio fue una obra de ingeniería soberbia, construido entre los años 103 a 105. Tenía una longitud de 1135 m sostenido por 20 arcos de madera apoyados sobre pilares de 20 m de ancho y una altura de 19 m sobre el nivel del río. Su diseño se debe al arquitecto del emperador Apolodoro de Damasco. En la actualidad se conservan dos pilares, uno en cada orilla, uno en Rumania y otro en Serbia.

Restauró los muros de Eburacum (York, Reino Unido), en donde se encontraba destinada la Legio IX Hispana, sustituida por la Legio VI Victrix. Con estas obras se mantuvo la construcción del muro de Domiciano, que sirvió de base, algún tiempo después, para la muralla de Adriano.

En Germania levantó la ciudad Colonia Ulpia Traiana (abreviada como CUT)  en la actualidad, Xanten, en Baja Renania. Trajano le concedió el privilegio de colonia civium romanorum recién alcanzado el trono de emperador para asegurar su desarrollo y prosperidad.

En Nimes, Francia, levantó el templo a Diana.

Se alzó una puerta monumental en Ilirio (Croacia).

Levantó el acueducto de Nicomedia, en Turquía, ciudad de Izmit, hoy se aprecian restos de lo que fue una gran obra.  Este acueducto es citado por Plinio El Joven en una carta dirigida al emperador, en donde comunica los grandes gastos de los nicomedienses para levantar la obra y sus fallidos intentos. La correspondencia cita lo siguiente:

«Salud. Los nicomedienses, señor, gastaron en la construcción de un acueducto tres millones trescientos veintinueve mil sestercios, y la obra quedó imperfecta y hasta se ha destruido. Después han comenzado otro y han gastado dos millones de sestercios; también lo han abandonado, y es necesario que, después de haber malgastado el dinero, hagan nuevos gastos, si quieren tener agua. He encontrado un manantial muy puro, del que parece podrán sacarla, como intentaron hacerlo primeramente, por una obra en forma de arco, para no llevar el agua solamente a los puntos bajos de la ciudad. Aún quedan algunas arcadas de aquella construcción, y pueden elevarse otras con piedras cuadradas, tomadas de la obra primera, y los otros arcos, según creo, podrán construirse con ladrillos, resultando el trabajo más fácil y barato. Pero importa mucho que nos envíes un hidráulico y un arquitecto, no sea que ocurra con esta obra lo mismo que con las anteriores. Solamente puedo asegurar que por su utilidad y belleza es digna de tu imperio».

La contestación de Trajano dice lo siguiente:

«Salud. Hay que cuidar de conducir agua a Nicomedia. Persuadido estoy de que harás trabajar con toda la atención necesaria; pero también debes aplicarte a investigar por culpa de quién han perdido los habitantes de Nicomedia cantidades tan grandes, y si esas obras comenzadas y abandonadas no les han servido de pretexto para hacerse mutuas gratificaciones. Pondrás en mi conocimiento todo lo que averigües».

En España, finalizó el acueducto de Segovia para suministrar las aguas del río Acebeda; construyó los acueductos de Cornalvo y el de Los Milagros, en Augusta Emérita (Mérida), para la conducción de agua del embalse de Proserpina construido en el s. I a. C. El teatro de Mérida es otra obra de Trajano diseñado por el arquitecto Marco Vipsanio Agripa. Y en la misma ciudad citar el puente de Albarregas sobre el cauce del arroyo conforme al prof. Álvarez Martínez. Sobre él transcurría la vía Augusta Emérita con Emérita Astúrica (Astorga, León), hoy conocida como vía de la plata.  

Debe citarse el cenotafio de Zalamea de la Sierra (Badajoz)  levantado a Trajano por una de sus hijas, según antigua costumbre del lugar.

El puente de Alcántara es otro prodigio de la arquitectura, construido en el año 105 por Gaius Lucius Lacer sobre el río Tajo. Mide 58.2 m de altura con una longitud de 194 m, une las localidades de Augusta Emérita y Braga. Aequo ánimo,  citar que fue reconstruido por la reina Isabel II en 1858, dirigió las obras su arquitecto Alejandro Millán.  Otro puente más es el puente de Segura, reproducción de menor tamaño del anterior, construido sobre el río Erjas en la frontera de España y Portugal.

En la Hispania Citerior se alza el puente en el río Bibey, afluente del río Sil, en Puebla de Trives (Orense).

En la Hispania Ulterior, es necesario mencionar el puente de Chaves, en Portugal, llamado de Aquae Flaviae, de una gran belleza.

Debe citarse el costoso templo de Munigua, situado a 8 km de Villanueva del Río, en la sierra de Sevilla.

Construyó el faro de La Coruña, diseñado por el arquitecto Cayo Servio Lupo, originario de Aeminium (Coimbra). Su altura es de 55 m y data de finales del s. I y principios del II dC. Es el único faro romano que se encuentra en funcionamiento y el más antiguo del mundo. Su antigüedad nos revela el ingenio del arquitecto y la calidad de los materiales empleados.

 Paulo Orosio, teólogo e historiador, dejó escritas las siguientes palabras sobre el faro:

«[…]Un segundo ángulo [de Hispania] mira hacia el Noroeste, donde está situada la ciudad gallega de Brigantia, que levanta un faro altísimo, obra digna de recuerdo entre pocas».

VII.Muerte del emperador.

En el año 117, Trajano partía de Antioquia en dirección a Roma en el contexto de las campañas partas en la guerra contra Mesopotamia. Presentaba algunos problemas de salud. El calor intenso del Mediterráneo agravó la patología que sufría y se optó por descansar en Selinunte, ciudad costera en la provincia de Cilicia, situada en la costa de Asia Menor, próxima a la ciudad Gazipasa (Turquía).

Su estado se agravaba, no pudo siquiera levantarse y desembarcar de la galera. Descansó durante unos días y parecía recuperarse. Con más ánimo ordenó a sus hombres que lo llevaran en solium a una colina cercana, desde donde pudo contemplar todas las conquistas hechas por Roma.

A partir de ese atardecer, su mujer Plotina se hizo cargo de Trajano. No permitió que el médico lo visitara, según recoge alguna fuente documental, aunque nadie puede demostrar con precisión lo que sucedió en la habitación. Lo que resultó de aquellos momentos fue la designación de Adriano como heredero del Imperio:   era el único pariente varón del emperador.

Trajano moría en la noche del 9 al 10 de agosto del año 117.

Frente a los comentarios maliciosos que han integrado el imaginario histórico, podemos exponer el artículo escrito por los neurólogos Herrero-San Martín y Villarejo-Galend. Han estudiado la posible causa de la muerte de Trajano, conforme a las fuentes disponibles y los síntomas de la enfermedad descritos. Apuntan a un ictus o a sus consecuencias, descartando el envenenamiento por cianuro porque no se ha encontrado referencia alguna de sus síntomas.

Comentaba el emperador que en el momento de la muerte son dos las cuentas que los príncipes deben rendir: Una a Dios, acerca de lo bien y mal obrado y otra al mundo, sobre las acciones hechas y el modo de gobernar.

Su política constructiva es un legado que habla poderosamente sobre los efectos del emprendimiento y la innovación, de la actitud proactiva y sus efectos sobre el prestigio del imperio y sus gentes, pero sobre todo, de la calidad del príncipe.  Son los hechos lo que aquilatan la vida; las palabras , agua vertida al mar y la propaganda aire que lleva el viento.

Como final de esta breve  investigación cabe escribir las palabras de Plinio El Joven en su Panegírico de Trajano, que condensa las virtudes que el emperador aportó a los anales históricos de Roma y del mundo: modestia, justicia, y fidelidad a la palabra dada:

«[…]Esto tengo por más glorioso que todos los títulos; pues no se graba tu nombre en columnas ni en mármoles, sino en monumentos de eterna alabanza […]».

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