Reflexiones sobre el sector sanitario privado (2)

Como continuación de mi anterior escrito sobre este tema, me atrevo a liberarme de la condición de no utilizar cifras, aunque intentaré que éstas sean las menos posibles.

Cierto que las estadísticas que se publican muestran un crecimiento constante, tanto en personas como en primas, del Sector Asegurador Sanitario e igualmente en el Sector privado Hospitalario.

Por desgracia no se cuenta con estadísticas fiables del crecimiento de los otros agentes sanitarios, que casualmente son el eslabón de cadena que es el nexo de unión con los usuarios o pacientes, como prefiero llamarlos, solo la referencia de los baremos con que sus actos son retribuidos de forma general y estos no han experimentado la evolución que el crecimiento del Sector pudiera indicar.

En este punto podríamos hablar largo y tendido sobre si se ha producido un incremento no esperado de la demanda de actos propiciado por el envejecimiento de la población asegurada, y agravado por la reciente pandemia,  y de mil aspectos más, dando lugar a un debate intenso y de difícil acuerdo entre los agentes intervinientes, pero no cabe duda de que esto hace que nos planteemos que resultado puede tener en cuanto a la calidad asistencial prestada y, en definitiva, de la sostenibilidad del Sistema.

En las primeras clases de Economía que recibí, hace ya quizá demasiados años, se nos enseñaba la diferencia entre crecimiento y desarrollo, donde este último era crecimiento de forma equilibrada.

Si a esto añadimos los cambios producidos en la Sociedad y los que la práxis sanitaria ha registrado de la mano de la gran evolución tecnológica de las últimas cinco décadas, y pienso que todo ello en bien del objetivo último de la actividad, que  no es otra que mejorar la salud de la población, de la mano con facilitar el acceso a esas mejoras de un colectivo cada vez mas grande y mejor informado, tenemos servido el debate o los debates que deseemos, porque lo que no ha cambiado es la diferencia entre crecimiento y desarrollo que me enseñaron en mis primeros pasos en la Facultad.

Como ciudadano y como persona involucrada profesionalmente en el Sector Sanitario mi deseo ferviente de un desarrollo del mismo es total. Así veo con satisfacción numerosas iniciativas en este sentido que cuando he iniciado la octava década de mi vida me hacen ser optimista sobre el futuro.

No obstante, soy consciente de las enormes dificultades que conlleva el recuperar el tiempo perdido y no haber trabajado en muchos años en haber ido adaptando el discurso a la evolución social y tecnológica que se ha producido de una forma tan rápida que en bastantes aspectos nos ha sobrepasado; ahora toca recuperar el tiempo perdido.

De esta forma, me encuentro con un número cada vez mayor de foros de discusión sobre el futuro del Sector y con iniciativas, que de forma aislada van aportando las distintas aseguradoras y operadores hospitalarios, lo cual es de agradecer, pero echo en falta un foro donde al máximo nivel se produzca una discusión seria y profunda, que de lugar a asumir iniciativas por los líderes y que éstos promuevan su puesta en marcha con la rapidez que la situación reclama.

 

Con cierta decepción compruebo con demasiada frecuencia que ese nivel alto de liderazgo sólo se produce en las llamadas situaciones de “puesta en valor”, pero no veo continuidad en acciones que indiquen avances en el Modelo y, además, normalmente veo la foto incompleta.

Afortunadamente en el tiempo que ha transcurrido desde que comencé a trabajar se ha avanzado para bien en la mejora de las relaciones entre, no ya los distintos agentes, sino entre los agentes de un mismo segmento.

Se me podrá objetar de que esta actitud podría colisionar con la legislación sobre competencia, pero quiero aclarar que mi sugerencia no va en la de fijar acuerdos sobre temas concretos, sino a establecer un Marco amplio, que permita el desarrollo sostenible, fijando para ello grandes líneas de actuación, que clarifiquen las reglas del juego, incluso para futuros agentes que se puedan incorporar y aporten valor al Segmento Sectorial, que se percibe atractivo para inversores externos al mismo.

Llegados a este punto, perece relativamente sencillo el nombrar líderes de la parte aseguradora y de la parte hospitalaria, sin embargo no es tan sencilla la búsqueda en el segmento profesional y en otro de importancia creciente como es el de los centros asistenciales sin internamiento, los cuales merecen una amplia atención, que excedería la intención de este artículo, pero no por ello menos necesaria.

Estos centros surgen de distintas formas, siendo las más frecuentes la asociación de profesionales, bien de la misma Especialidad o de distintas, y la promoción por parte de las aseguradoras aumentando su visibilidad hacia sus clientes actuales o futuros.

Con posterioridad se ha producido la entrada en este segmento asistencial de los operadores hospitalarios, buscando tanto una captación de pacientes para sus hospitales como un desahogo de servicios hospitalarios sometidos a fuerte presión.

Este tipo de establecimientos, cada vez más necesarios para poder dar una calidad asistencial de calidad y, al tiempo, mejorar la accesibilidad de los pacientes a dicha asistencia cuentan con asociaciones, que desgraciadamente no gozan de la representatividad que sería deseable. Esto en gran medida es debido a la heterogeneidad de los mismos, ya que existen centros monográficos, por citar algunos se puede indicar dentales, de rehabilitación, de Medicina Estética, o de alta especialización en una sola modalidad, lo cual hace harto difícil el coordinar los objetivos de entidades tan diferentes.

Y entre todo lo anterior no debemos olvidar que, en definitiva, son establecimientos basados en ofrecer a la población una asistencia cercana y de calidad, que cumpla las expectativas.

Si añadimos las dificultades crecientes que los profesionales encuentran para establecer una consulta independiente, y pensemos en inmueble, permisos, inversión en equipamiento, acuerdos con los financiadores, etc., es fácil entender el amplísimo horizonte que se abre ante ellos.

Pero, como dije antes, no me voy a extender en este apartado.

De forma intencionada he dejado para el final el capítulo de profesionales, que no por citarlo en último lugar es el menos importante, sino lo contrario puesto que no se puede hacer Sanidad sin profesionales sanitarios.

Existen instituciones de Derecho Público como son los Colegios y sus Consejos Generales, que en principio deben de ser el órgano representativo ideal pero, como en el caso de los Centros sin internamiento, la multiplicidad de intereses a defender, la heterogeneidad de los mismos y otros factores hacen que el interés en este capítulo no goce de la atención que merece.

Evidentemente, este apartado sugiere tal cantidad de reflexiones, que me hacen posponerlas para otro u otros artículos, si hubiera lugar.

Manuel Rodríguez Ocaña

Actuario de Seguros y consultor sanitario

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