Virus versus Quijotes, realistas y derechos humanos

Un médico manipulando una vacuna del coronavirus
Un médico manipulando una vacuna del coronavirus

Callaron todos, tirios y troyanos ante tal multitud de alquimistas, adivinos y titiriteros, fuesen tanto doctos en leyes, medicina, o simples profanos; cuyos variopintos artículos, pócimas y ungüentos de nada servían para neutralizar el solo aparente “enano”, quien ola tras ola, y batalla tras batalla, con nuevas estrategias y mutaciones, a todos una y otra vez doblegaba el pulso y vencía, a la par que los volvía locos e irritables, resultado de tanto devanarse el seso por procurar neutralizar tal letal invisible enemigo; lo que a su vez, provocaba un segundo frente de combate en la retaguardia de los propios agredidos como resultado de la reyerta entre “dos bandos” con estrategias de defensa muy dispares, lo que a modo de símil, asemejaba la tenaz pelea entre aquellos dos pueblos consecuencia del rebuznar de unos y responder mofándose los otros, que terminó con la somanta palos al pobre Sancho al ponerse por medio para intentar bonachonamente ilustrarlos magistralmente con su clase práctica del susodicho “rebuzno”; mientras, raudo y veloz, como si autentico galgo fuese, ponía tierra por medio (léase pies en polvorosa) su más prudente amo, pues acertadamente interpretó que aunque fuese solo de forma excepcional, ¡los libros de caballerías, también permitían darse a la fuga en caso de pintar bastos, rayos y centellas!, pues una cosa era ser valiente, y otra muy distinta, temerario.

Cabe decir en descargo de la habitual valentía del Triste Figura ante tal extraño actuar, pues tenía por norma no amedrentarse ni frente a gigantes, - como quedo claro en la aventura de los molinos- , donde solo un medio ciego vería aspas; -gigante que al final le cortó la cabeza con su toledana espada como si mera mantequilla fuese en la posterior aventura de la venta, según se narra en el “ New Quijote” -; pero si tenía un “ pánico feroz a los invisibles enanos”,- caso de lo acontecido en la susodicha venta con los vicios y amores de Rocinante con la burra Francis-; igual pánico tenía en todo referente a los burros, pues intuyó a la legua que” Rucio”, él solito finiquitaría el mismo género de las caballerías, como así aconteció.

Jocosidades al margen, los dos bandos expresados podría decirse además que son la confrontación de las dos grandes especialidades que hacen verdadera potencia internacional a nuestro país, “abogados y médicos”, los licenciados, sean Vidriera u otros, y los que tuvieron la gran fortuna de no serlo, visto el estado de ambas hidalguías profesionales en la actualidad que saben más a hueso que a chicha, ya por no pensar en la carne; lo que no quiere decir que, como puro arte de la milenaria tauromaquia hispánica fuese, no lo practique todo el pueblo sea en “bares o tertulias”, con el loable fin de incrementar más si cabe este verdadero galimatías internacional entre los partidarios y contrarios a las vacunas, como también la posible consecuente obligatoriedad en administrarlas, o restringir la deambulación de los negacioncitas en tal o cual espacio público o privado, incluyendo los centros de trabajo como está optando Italia, Alemania…, si bien al final, por puro populismo, les está temblando el pulso en este variopinto “tango” con la misma muerte, como si danza del medievo con la calavera se tratara.

El Covid, ni se sabe, ni se sabrá “quién, cuándo, dónde, o por qué se creó” (pues a pesar de ubicarse su epicentro en China, sabemos por lógica, que hasta el simple pájaro lanza sus excrementos fuera de su nido). Lo que sí sabemos con certeza, son sus pandémicos efectos y gran “letalidad”, que como mínimo en seis sucesivas olas, con 300 millones de afectados, se ha cobrado oficialmente casi 6 millones de víctimas sin diferenciar edades (pese a ensañarse principalmente con la tercera edad), raza o sexo, y con independencia de los múltiples variados climas y temperaturas del planeta, -lo cual sería un claro indicativo de no ser un virus natural- que curiosamente se inició de aquella en un sigiloso enfrentamiento entre China y EE.UU, y que ahora es notorio y patente.

La extraordinaria inversión, investigación de las vacunas en un tiempo récord, pese a tener sus deficiencias, es lo que marcó las diferencias respecto a las anteriores pandemias históricas, lo cual representa un verdadero “hito de la humanidad”. Esa sería la positiva premisa mayor. La menor y negativa (el mal menor), iría referida a la letalidad de la misma para una mínima parte de la población, que es otro hecho innegable, pero anecdótico en comparación con lo que representaría no inyectarse en masa, visto el espectáculo dantesco de 2020. Dirán los negacionistas que en 2021 aun hubo más muertes, lo cual también es posible, pero la pregunta sería, de seguir su deseo de no vacunarnos, ¿de cuántos millones de muertos estaríamos hablando ahora?. Compararlo como algunos hacen con las habituales muertes anuales por la gripe, es un disparate y temeridad manifiesta. Si tienen toda la razón en cuanto a debería saberse los componentes de las vacunas, aunque solamente fuese por las alergias posibles, y que no debería primar ese oscurantismo cuya razón ilógica principal, debe estar en el secreto de patentes, en cuyo caso, bastaría referir esas precisas afectaciones a alergias.

 También alegan que todos los vacunados pueden a su vez infectarse y trasmitir el virus, también en eso tienen razón, y hasta incluso objetivamente puede afirmarse que es más contagiosa la última mutación; pero no deben olvidar, que las muertes actuales objetivamente son simbólicas, muy inferiores incluso a las de la gripe común anual. Hasta incluso hay indicios altos que está ultima mutación, será el “pasaporte definitivo” con el que paradójicamente se vacunen naturalmente los “quijotes antivacunas”, por lo que en breve, aun quedándose a habitar con nosotros como un huésped más, pasará a ser un virus temporal y ocasional, como la misma gripe actual.

Lo que sí es obvio y patente en pura lógica humana, es que los antivacunas sobreviven, se mueven, viven socialmente y trabajan paradójicamente gracias a los sufridos, solidarios y cívicos ciudadanos que mayoritariamente optaron por la disciplina, gracias a saber ceder en parte sus derechos en pro de los de todos en aras a la prevención y un “interés general” superior, que no solo incluye la “salud pública” y la consecuente mayor probabilidad y seguridad del bien jurídico superior que es “la vida” ( Art. 15 de la Constitución) como derecho fundamental preeminente incluso a la “libertad individual” (Art. 17) en este caso, pues aun siendo ambos prioritarios, en un oportuno “balancing” constitucional, sin recurrir a más normas inferiores (anómalamente, en la actualidad no está tipificado atentar contra la salud colectiva según STS. de fecha 1-4-2020) es a todas luces obvio, que debe primar la “salud pública”, puesto que además en ella (y ahí es donde no han reflexionado suficientemente los negacionistas), radica también la verdadera “libertad” que tan a capa y espada dicen defender solo ellos.

TS. Sentencia 170/2000 de 7-11: “La salud pública como tal, no constituye una entidad real de naturaleza biológica, sino una manera verbal de señalar un peligro no permitido dentro del orden social”

Todo derecho, incluso los fundamentales, tienen sus “límites y limitaciones”, incluso la vida en determinadas situaciones. Ese fue por ejemplo, la gran aberración jurídica de los separatistas del “Proces” con la “libertad de expresión”, derecho que llegaron a prostituir en un auténtico Estado de derecho, tiranía paradójicamente permitida por negligencia del propio Estado al no preocuparse de instruir a la población en un mínimo conocimiento constitucional como si hace Italia y muchos otros más países. Y esa, es la razón por la que ningún tribunal, Comisión internacional o estado los han amparado ni amparará.

En ambos supuestos, la libertad individual debe “someterse a la de todos”, pues la propia, cesa donde atropella la ajena, razón por la que el interés jurídico superior debe imponerse. Ello, por mucho que se empeñen, no va contra ningún tratado internacional de derechos humanos que tengamos que asumir en base al Art. 10.2 C.E., ni aunque pretendan extraerlo de la lectura literal de algún artículo en concreto, pues sería imposible que los mismos prevean toda eventualidad fáctica posible, por lo que debe interpretarse en su espíritu, en una escala de “valores y principios”, siempre tendente al interés general. Que no se olviden tampoco que en el actuar está en juego la propia economía individual, colectiva e internacional, no ociosamente los alimentos, han subido un 28%, la energía se ha disparado, y en tal minuciosidad, nos va el propio empleo y el propio estado del bienestar.

 Art. 43.2 C.E.: “Compete a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y las prestaciones y servicios necesarios. La ley establecerá los derechos y deberes de todos al respecto”.

 Art. 9.1 C.E.: “Los ciudadanos y poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico”. Art. 9.2 C.E.: “Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y los grupos en que se integran sean reales y efectivas….”

¿Se puede obligar a vacunar? Según datos de la Tertulia de este mismo medio periodístico, el Colegio de Abogados entiende que no, al requerir una Ley orgánica actualmente inexistente. Al contrario, el Consejo General del Poder Judicial dice que sería de soberana interpretación de los jueces en base a la leyes de sanidad ya existentes. La conclusión es obvia, se puede cuestionar “el medio” de realizarlo al afectar a un derecho fundamental, pero es obvio que “se puede hacer” como se deduce del clásico “balancing” constitucional que impera.

Y así podríamos seguir con todos los argumentos de los negacionistas, no carentes en absoluto de idéntica lógica también humana, caso por ejemplo que en la actualidad, sean parejos los ingresados en las UCIS vacunados o no vacunados, de las muertes repentinas de atletas…; o que todas autoridades nacionales e internacionales expertas en la materia, comentan los mismos errores ola tras ola. Sencillamente es un precio a pagar de una “causa”desconocida a la que aplicamos unos “medios” más o menos acertados sobre la marcha, pero lo que nunca podemos hacer es esconder la cabeza como haría una mera avestruz cuando el león se la va a comer. Hay que tener una mínima estrategia, algo similar al mero instinto de lo que aplica la propia naturaleza, donde por ejemplo, los animales se agrupan en una voluntad e interés común frente a los depredadores (sean estorninos, cebras, búfalos….). Mueren unos cuantos, sí, pero no es igual, morir un árbol que todo el bosque. No como los negacionistas que por preservar su “árbol” (ego) les es indiferente el “bosque” como si una mera isla fuesen (hedonismo). El caso es preservar la especie, si lo hace la naturaleza, ¿no puede hacerlo el supuesto superior e inteligente homo sapiens? Son meros ejemplos para reflexionar y disipar las múltiples lógicas dudas de los medios a emplear cara al objetivo final, pues a diferencia del Quijote, a cada enemigo que nos sale al camino, no hay energía suficiente para plantear batallas y dudas continuas y permanentes, por lo que a veces conviene ser más prácticos para no terminar tal como somos muy propensos, en una de aquellas clases magistrales de la Universidad de Salamanca del S. XVI, donde podían pasarse una asignatura escolar, con el eterno debate, si el trabajo de “zapatero” era oficio o puro arte.

Pues lo dicho, a Dios rogando pero con el mazo dando. Y pese a que obviamente todo es relativo, nos sorprenderíamos de los miles de negacionistas que estarían criando malvas en vez de seguir filosofando como les permite seguir haciendo fruto de nuestra humilde actitud cívica en vacunarnos. Aunque si hay que reconocer -por hacer un símil-, que aun teniendo la “razón práctica” la mayoría que se ha vacunado, se ha realizado con una estrategia tipo desembarco frente al enemigo como el día “D” de la 2ª G.M., y algunos como a los canadienses les tocó la playa mala, “tocarles la china” como suele decirse; pero obvio también es, que filosofando al estilo avestruz, no se hubiera ganado ninguna vital batalla como se ha constatado, y que fue beneficioso tanto para nuestra viabilidad física, económica y social.
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