Feijóo reivindica la sorna gallega en la segunda sesión de investidura

Espantada a la cafetería de decenas de diputados durante el turno del Grupo Mixto

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Tras el intenso primer día del debate de investidura, los diputados aparecieron visiblemente cansados en la jornada del miércoles, programada a las nueve de la mañana. Tanto es así que al comienzo de la sesión eran varios los escaños que aún permanecían desocupados. 

Esta situación se reprodujo en distintos momentos a lo largo del debate, en especial durante las intervenciones del Grupo Mixto. Los discursos del BNG, Coalición Canaria y UPN adolecieron el goteo de diputados que se escapaban momentáneamente rumbo a la cafetería del Congreso o al patio. Allí, por cierto, se podía escuchar el estruendo de las aeronaves que sobrevolaron Madrid durante la mañana, en el entrenamiento de cara al desfile del 12 de octubre. El hemiciclo también acusó bajas en la tribuna de invitados, que el primer día se mostró abarrotada. Con todo, fueron varios los que repitieron, como es el caso de Javier Maroto, Adolfo Suárez Illana, Dolors Montserrat o el Padre Ángel.

La fatiga por las casi seis horas de retórica del día anterior se reflejó asimismo en la actitud de Sus Señorías hacia los ya habituales pinganillos. Como ocurre en tantas otras situaciones de la vida cotidiana, el entusiasmo inicial por el empleo de las lenguas cooficiales se ha ido enfriando con el paso del tiempo. El PNV y EH Bildu ya habían anunciado que seguirían usando el castellano para que se les entienda mejor; quizá por ello, las palabras en euskera pronunciadas por Mertxe Aizpurua pillaron desprevenido al auditorio. Algunos diputados tuvieron que apresurarse en conectar el aparato; muchos otros, en cambio, prescindieron de la traducción. La misma situación se produjo horas después durante el discurso en gallego de Néstor Rego, del BNG. 

Al igual que en la jornada anterior, la socarronería constituyó un recurso habitual en la oratoria parlamentaria. ‘Deberían ir acostumbrándose a la sorna gallega», recomendó Alberto Núñez Feijóo, que también avisó de que no iba a perder el sentido del humor. Lo demostró con sentencias como la que le espetó a Aitor Esteban: «tengo muchos amigos vascos que siempre están haciendo deporte», que desencadenó carcajadas no solo en sus propias filas, sino también en las del PNV. Estas, sin embargo, no fueron suficientes para lograr su apoyo en la votación ulterior. 

 

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