Moncloa asegura que Sánchez echó a Ábalos porque impulsaba una conspiración contra él
Es la versión que va a difundir para distanciar al presidente del ‘caso Koldo’. En el complot participaron los también cesados Iván Redondo y Carmen Calvo
- La conspiración
- Desde abril
- Golpe de mano
- La gran sorpresa
- Un paso al lado
- Estaba ‘quemado’
- Retirada completa
- A gritos en el despacho
El entorno de Pedro Sánchez ha comenzado a trabajar para evitar, como sea, que la figura del presidente del Gobierno se vea alcanzada por el escándalo de las mascarillas, el denominado ‘caso Koldo’. Especialmente tras la irrupción en escena de su esposa. No quieren que se convierta en el ‘caso Sánchez’ como está intentando el Partido Popular.
Y ese objetivo pasa por conseguir deslindar el abrupto cese de José Luis Ábalos en julio de 2021, como ministro y como secretario de organización del PSOE, de la hipótesis de que Sánchez lo decidió porque había tenido conocimiento del caso de las mascarillas. La hipótesis de que entonces estuvo al tanto de ese fraude conduciría a la pregunta de por qué no lo denunció ante los tribunales.
La conspiración
Según ha podido saber Confidencial Digital por fuentes con acceso a Presidencia del Gobierno, desde Moncloa han comenzado a sugerir que el motivo de aquel cese fue una “conspiración” que estaban tramando Carmen Calvo, Iván Redondo y José Luis Ábalos dirigida a sustituir a Sánchez al frente del partido, preparando para ello una candidatura alternativa de cara al congreso del PSOE, que se celebraba tres meses después, en octubre de 2021.
Atribuyen así las salidas del Gobierno, tan sorprendentes en aquel momento, como fueron las de Calvo, Redondo y el propio Ábalos, a la decisión de Pedro Sánchez de cortar una conspiración tramada contra él.
Desde abril
Aseguran que, en abril de 2021, llegaron a oídos de Sánchez los primeros rumores acerca de la gestación de un movimiento interno para presentar una candidatura alternativa en el 40 Congreso Federal del PSOE, que se celebraría del 15 al 17 de octubre en Valencia, con el objetivo de apartarlo de la secretaría general y condenarlo de nuevo al ostracismo político.
El cerebro de la trama era Iván Redondo, jefe de gabinete de Presidencia del Gobierno, y tendría como colaboradores necesarios a Carmen Calvo, entonces vicepresidenta primera del Gobierno, y José Luis Ábalos, en aquel momento ministro de Transportes y secretario de Organización del PSOE.
Contaban, además, con las bendiciones de los presidentes de Aragón y Castilla La Mancha, Javier Lambán y Emiliano García-Page, respectivamente, críticos con la gestión de Sánchez.
Golpe de mano
Al enterarse Pedro Sánchez, según las fuentes consultadas por ECD, se reunió en secreto con sus leales Adriana Lastra y Santos Cerdán, y decidieron dar un fulminante golpe de mano, que culminó en la remodelación del Gobierno y la defenestración de Calvo, Ábalos y Redondo.
El movimiento incluyó los nombramientos de la manchega Isabel Rodríguez como portavoz del Gobierno, y de la aragonesa Pilar Alegría como ministra de Educación, para, en un futuro mediato, convertirse en el recambio de los ‘rebeldes’ García Page y Lambán.
Tras esa noche de los cuchillos largos, Santos Cerdán emergió como secretario de Organización del PSOE, para asegurar un férreo control del partido, así como preparar el terreno para lograr una victoria holgada de Sánchez en el Congreso Federal. Cosa que consiguió.
La gran sorpresa
La remodelación del Gobierno de julio de 2021 fue una gran sorpresa para los analistas y los ciudadanos porque no se esperaba. Y el primer sorprendido fue José Luis Ábalos, porque Sánchez le había enviado ‘señales’ que no iban en absoluto en esa dirección.
En concreto, fuentes de Ferraz conocedoras de la conversación explican a ECD que de hecho el presidente lo cesó antes para pedirle un favor especial... y discreto: elaborar con urgencia un listado que incluyera un puñado de “mujeres socialistas” con futuro. Políticas del partido, mujeres jóvenes, con cierta presencia en sus regiones y con potencial.
Un paso al lado
Ábalos era especialmente indicado para ese cometido, por su cargo de secretario de Organización, y por tanto ser quien manejaba todos los datos internos sobre la situación del partido en cada zona, y quien conocía a los militantes que despuntaban.
El presidente no le reveló el motivo de ese encargo, según explicaría después el propio Ábalos, pero se trataba de un cometido que demostraba confianza hacia su persona. Por eso le provocó tanta sorpresa lo que sucedió días después de haber entregado esa lista, de la que, por cierto salieron varias nuevas ministras, como Isabel Rodríguez, Pilar Alegría y Diana Morant.
Antes de anunciar la remodelación, Sánchez llamó a Ábalos, para decirle que había pensado que lo más conveniente era que diera un paso a un lado.
Estaba ‘quemado’
Según las mismas fuentes, el presidente le trasladó que debía “retirarse de la primera línea ministerial”, argumentando que pretendía dar un nuevo impulso al Gobierno y que él estaba algo “quemado”.
Le vino a decir que su persona restaba más de lo que sumaba, y le recordó que estaba vinculado a polémicos sucesos de esa primera etapa, que ahora trataba de superar: caso Delcy, rescate de Plus Ultra, fallida moción de censura en Murcia...
La respuesta inicial de Ábalos en esa conversación fue de comprensión. Entendía –le replicó- las razones que le daba el presidente. Y lo aceptaba.
Retirada completa
Añadió incluso Ábalos a la conversación que, en efecto, necesitaba centrarse en la secretaría de Organización del partido, algo que debía llenar por completo su tiempo a partir de entonces. Se trataba de renovar ideológicamente el PSOE y afrontar el importante Congreso de octubre. Para ello le iría bien quedarse fuera del Consejo de Ministros...
Su sorpresa fue mayúscula cuando Pedro Sánchez lo miró fijamente y le dijo que no, que estaba pensando en una retirada completa: del ministerio y de la secretaría de Organización. Iba a cesar de los dos cargos.
Las fuentes conocedoras del encuentro consultadas por ECD relatan que José Luis Ábalos no se tomó nada bien ese anuncio y reaccionó de forma airada. Lo consideraba injusto, desproporcionado. Máxime, después de todos los servicios prestados.
A gritos en el despacho
Le preocupaba, además, la imagen que iba a provocar ese relevo, en el que él quedaba señalado claramente como un lastre y como responsable de casi todos los males. Así que se desahogó a gusto.
Pedro Sánchez, según el relato al que ha tenido acceso Confidencial Digital, reaccionó de forma durísima, en la línea de decir que él mandaba y por tanto tomaba las decisiones que quería. Aseguran que los dos interlocutores se gritaron, se intercambiaron palabras gruesas y hubo durísimos reproches.
