Moncloa se distancia de la campaña del PSOE: busca que un derrumbe en las autonómicas no castigue a Pedro Sánchez

El 2023 es un año decisivo para el PSOE. El partido sale a defender, en las municipales y autonómicas, el poder territorial que consiguió en 2019; y siete meses después se jugará el Gobierno en las generales. En Moncloa asumen que un mal resultado el 28 de mayo complicará las opciones posteriores de Pedro Sánchez. Y han tomado distancia.

Sánchez convocó hace unas semanas una reunión conjunta Ferraz-Moncloa. Se produjo tras la constitución del Comité Electoral del PSOE, y supuso el arranque oficial del proceso de conformación de las candidaturas y el primer encuentro organizado por el secretario de Organización, y coordinador general de la campaña de las elecciones de mayo, Santos Cerdán, con los secretarios de Organización de los territorios.

Las grandes capitales

En aquella reunión se trasladó a los barones territoriales un mensaje de libertad para que desarrollen su propia estrategia electoral de cara a las elecciones autonómicas, mientras que Ferraz asumirá el grueso de la campaña para las elecciones municipales.

La intención de la dirección del PSOE es volcarse en las grandes ciudades, especialmente en Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia y Zaragoza, que de hecho son las que concentran buena parte del voto también provincial.

Los socialistas son conscientes de que las municipales serán el mejor termómetro de la situación del PSOE entre los electores, porque se desarrollan en todo el país, mientras que las autonómicas no se celebran en Andalucía, Cataluña, Galicia, País Vasco y Castilla y León.

Moncloa se distancia de la campaña

Respecto a la figura de la persona de enlace entre el Comité Electoral y Moncloa, fuentes socialistas señalan que se suele hacer a través de la figura del Director de Gabinete de la Presidencia del Gobierno, en este caso, Óscar López, aunque no está incluido formalmente en este órgano.

Según ha podido saber Confidencial Digital por fuentes del equipo de Pedro Sánchez, Óscar López ha evitado imitar a su antecesor, Iván Redondo, al menos en un aspecto.

El anterior director de Gabinete se integró plenamente en el comité electoral del PSOE, incluso con atribuciones de mando cuasi absoluto. Un protagonismo que despertó recelos y envidias en el aparato del partido, que a partir de entonces empezó a conspirar contra él.

López, por el contrario, no forma parte del comité electoral, que prepara ya los comicios de mayo y lo hará con las generales de diciembre. Se mantiene fuera de la actividad del partido, centrado únicamente en La Moncloa, con lo que eludirá el desgaste que sufrió Redondo, a la vez que, con esa distancia tratará de evitar que un mal resultado el 28-M castigue a Sánchez.

El protagonismo de Iván Redondo

Hay que recordar que la acumulación de poder que Iván Redondo logró durante sus tres años en La Moncloa nunca se terminó de digerir en el PSOE.

Pedro Sánchez optó por él, en lugar de Juan Manuel Serrano, hoy presidente de Correos y que en las primarias permaneció al lado de Sánchez y era su jefe de Gabinete cuando surgió la oportunidad de la moción de censura para descabalgar a Rajoy.

Otra de las decisiones que sorprendieron en el partido fue la designación de Iván Redondo como secretario del Consejo de Seguridad Nacional.

Señalado por la debacle del 4-M en Madrid

El PSOE firmó el 4-M su peor resultado en Madrid, tras perder 13 escaños (de 37 a 24) y verse superado por Más Madrid. Las encuestas que manejaban los responsables de la campaña, que Redondo había asumido tras el éxito de la ‘operación Illa’ en las elecciones catalanas, daban la victoria a la izquierda sobre la derecha con el recuento ya iniciado.

El PP aprovechó el triunfo de Isabel Díaz Ayuso para trasladar la idea de que se había iniciado un cambio de ciclo político.

Dirigentes del PSOE reprocharon también a Redondo que aconsejó a Sánchez la repetición de las elecciones generales, en noviembre de 2019, en las que el PSOE pasó de 123 a 120 diputados, mientras que el jefe de gabinete había ‘vendido’ casi hasta el final que los socialistas estarían en los 130 escaños, cuando, además, los datos internos advertían de un resultado incluso peor del que se produjo.