El nuevo reto de la salud mental: detectar de forma temprana la ansiedad en menores que no presentan síntomas

La pandemia ha aumentado los trastornos psicológicos en niños y adolescentes. Un estudio americano advierte que actuar a tiempo evita un agravamiento en el futuro

Niños jugando.
El nuevo reto de la salud mental: detectar de forma temprana la ansiedad en menores que no presentan síntomas.
  1. Pruebas de detección temprana de ansiedad y depresión
  2. La presión asistencial no tiene capacidad
  3. Los niños no saben distinguir lo que les pasa
  4. El trabajo en equipo es fundamental
Imagen de recurso de unos niños en la escuela.
Imagen de recurso de unos niños en la escuela.

Desde hace algunos años atrás, antes de la pandemia, los especialistas en salud mental ya habían comenzado a notar un ligero aumento de los trastornos psicológicos en niños y adolescentes

De hecho, estiman que en torno al 10% de los niños y al 20% de los adolescentes sufrían problemas de salud mental.

Con la llegada de la pandemia toda esta situación se agravó de manera preocupante, teniendo en cuenta que durante el primer año, 2020, los trastornos de salud mental en los niños aumentaron hasta un 47% y un 59% los comportamientos suicidas respecto al año anterior, según señala la Asociación Española de Pediatría en un comunicado.

Esto en cifras significa que durante el primer año de la pandemia se suicidaron 14 niños menores de 15 años y se convirtió en la segunda causa de muerte más común entre los jóvenes de entre 15 y 29 años.

Estos datos tan alarmantes no sólo se están viendo en España, sino que a nivel mundial aumentan al unísono. Así lo muestran diversos estudios realizados por organizaciones como UNICEF, Fundación ANAR, Save the Children…

La ansiedad, la depresión, el déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y los trastornos de conducta se han cuadruplicado desde que comenzó la pandemia, según indican dichas investigaciones.

La Sociedad Española de Urgencias de Pediatría (SEUP) analizó la evolución de los diagnósticos de salud mental en los Servicios de Urgencia Pediátricas (SUP) españolas desde marzo de 2019 a marzo de 2021. En rasgos generales, sin especificar el tipo de diagnóstico, estos aumentaron un 10% solamente en las SUP.

Diferenciando por diagnóstico, la “Intoxicación no accidental por fármacos” (122%), el “suicidio/intento de suicidio/ideación autolítica” (56%), el “trastorno de conducta alimentaria” (40%), la “depresión” (19%) y la “crisis de agresividad” (10%) fueron los que más incrementaron.

Además de este aumento de demanda de menores a nivel asistencial del área especializado en salud mental, las condiciones de gravedad con la llegaban estos niños y adolescentes eran mayores que las de los años previos a la pandemia.

 

¿Cómo se afronta esta realidad si la sanidad pública está saturada y tan sólo unos pocos tienen acceso al tratamiento de la salud mental por la privada?

Pruebas de detección temprana de ansiedad y depresión

Ante esta tendencia a la alza, el Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de los Estados Unidos, formado por 16 expertos en atención médica, previa investigación, recomiendan exámenes de detección precoz de ansiedad para jóvenes de entre 8 y 18 años y de depresión para adolescentes entre 12 y 18 años.

Esta advertencia va dirigida a aquellos niños y adolescentes que a simple vista no muestran síntomas claros para diagnosticar una depresión, ansiedad o riesgo de suicidio desde la atención primaria, aunque, ante la incertidumbre, desde la consulta pediátrica deberían solicitar una evaluación adicional a dicho menor por parte de un especialista en salud mental.

Una vez evaluado el paciente esto puede concluir descartando el diagnóstico de trastorno psicológico, o en su defecto, conducir a una recomendación para un control continuo o a un tratamiento específico una vez diagnosticada la patología.

Una de las herramientas que proponen es el cuestionario de Detección de trastornos relacionados con la ansiedad infantil (SCARED). Este test está formado por 41 afirmaciones destinadas al niño tales como “Me entra dolor de cabeza cuando voy al colegio” y este puede contestar con un “No o casi nunca”, “A veces” o “Siempre o casi siempre”. 

A su vez también tiene 41 afirmaciones para los padres coincidiendo con las cuestiones del niño, por ejemplo, “Mi hijo tiene dolor de cabeza cuando va al colegio” con las mismas opciones de respuesta.

Este cuestionario, según apoyan desde el Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de los EEUU, puede ayudar a diagnosticar a aquellos niños que sufren ansiedad que de otra forma podría pasar desapercibidos.

La presión asistencial no tiene capacidad

Si ya de por sí la atención asistencial está al borde del colapso, al llevar a cabo estas pruebas de detección precoz de ansiedad y depresión y por ende un aumento de los diagnósticos, el sistema sanitario especializado en salud mental se sobrecargará aún más.

De hecho, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, agencia nacional de salud pública de los EEUU, tan sólo un 20% de los niños y las niñas con problemas de salud mental o de comportamiento reciben atención especializada por parte de un profesional de la salud mental.

A su vez consideran que si la salud mental empieza a estar más presente en pediatría, la sociedad empezaría a concienciarse de que la salud mental debe ganar protagonismo y ocupar un hueco primordial en la atención sanitaria.

Los servicios de salud telemáticos para aquellos que se encuentran geográficamente aislados, los modelos de atención escalonada en función de la intensidad y las necesidades del paciente, la incorporación de psicólogos educativos en centros escolares y la implementación de la Psicología Clínica en la Atención Primaria son algunos de los puntos que el grupo de especialistas americano propone para hacer realidad la detección temprana de ansiedad y depresión en menores.

Colegio Santa Ana y San Rafael.
Colegio Santa Ana y San Rafael.

Tanto la presencia de psicólogos en los centros educativos como en la atención primaria son dos asuntos que en España están siendo valorados por expertos para que en algún momento puedan llevarse a la práctica, ya que además reducirían la carga del sistema sanitario y ayudarían a normalizar la salud mental como parte del bienestar general.

De hecho, en España, a través del proyecto PsicAP, se evidenció la eficacia y coste-efectividad de implementar la Psicología Clínica en Atención Primaria al compararlo con el tratamiento que hacen actualmente en la misma para los problemas de salud mental más comunes como la ansiedad, la depresión y las somatizaciones.

Los niños no saben distinguir lo que les pasa

La neuropsicóloga especializada en niños y adolescentes, Alba García, ha explicado a Confidencial Digital que durante la pandemia los niños, al igual que el resto de la población, han abusado mucho de las pantallas.

A diferencia de los adultos, los menores, sobre todo los más pequeños, están desarrollando su sistema cognitivo y el simple hecho de haberlos educado en un mundo de pantallas donde todo pasa en cuestión de segundos no les permite desarrollar la capacidad de tolerar la frustración.

Además de esto, el ser capaz de percibir si a tu hijo le pasaba algo se complicó porque durante los meses que estuvieron confinados en casa no se relacionaron con otros niños

Y tras el confinamiento y durante muchos meses, el contacto entre compañeros en el colegio no era posible y llevar una mascarilla tapando la mayor parte de las expresiones de la cara fueron situaciones en las que no se veía si un niño estaba sonriendo o no o si el contacto le suponía un rechazo.

Esto ha sido muy común sobre todo en niños con autismo. "Ni los padres ni los profesores percibieron nada hasta que todas estas restricciones se quitaron", matiza la experta García.

“Detectar ansiedad en un niño es muy diferente a cómo se detecta en un adulto. Un niño no te va a decir nunca lo que le pasa, sino que su entorno -colegio y hogar- nota que a nivel conductual se irrita más que antes, evita situaciones, se enfada por nada, no comunica (sobre todo en la adolescencia)”, explica la neuropsicóloga.

Un punto que ha destacado es que estos niños se preocupan por asuntos que un niño a su edad no debería preocuparse como el simple hecho de hacer preguntas sobre el futuro, actuaciones ante supuestas situaciones que podrían pasar…

El trabajo en equipo es fundamental

Aunque Alba asegura que hay muchas formas de trabajar con estos niños, la más habitual es a través de consultas individualizadas.

Cuando el niño tiene entre tres y cinco años estas terapias se hacen con los padres. Durante ese tiempo se le da a los padres las herramientas necesarias para saber actuar ante las diferentes actuaciones que puede tener su hijo.

Cuando ya son mayores, a partir de seis años, las terapias se dividen en tres partes. Durante los diez primeros minutos los padres, junto con el niño, cuentan a la especialista qué tal ha ido la semana. Después, el niño se queda solo con esta para tratar los asuntos principales y encontrar el por qué de estos. Y los últimos diez minutos vuelven a entrar a consulta los padres para pautar las tareas y herramientas que van a trabajar esa semana.

La neuropsicóloga incide en la importancia de trabajar en equipo con sus tutores y con el colegio. “Yo tengo el caso de una niña que no quiere quitarse la mascarilla. Entonces lo estamos trabajando en consulta, pero yo tengo que hablar con su profesor para que en ciertos momentos este haga alguna señal y también sea capaz de quitársela en clase”.

Este conjunto de herramientas que disponen desde que son pequeños les sirve para saber cómo actuar ante situaciones parecidas cuando son mayores. "Solamente hay que adaptarlas a la edad, pero ya tienen la base", indica Alba García.

Esta concluye que tratar estos problemas en la sanidad pública aún sigue siendo muy difícil y de hecho puntualiza que gran parte de los pacientes que tiene vienen de la pública debido a la poca asiduidad de las consultas. “No se puede tratar a un niño con ansiedad si te dan cita una vez al mes”.

Imagen de archivo de varios niños en la guardería de la base 'Príncipe' de Paracuellos de Jarama, Madrid.
Imagen de archivo de varios niños en la guardería de la base 'Príncipe' de Paracuellos de Jarama, Madrid.

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