La peripecia de una gobernadora provincial de Afganistán: de una vivienda de miles de m2 en Kabul a una habitación de 24 m2 en Sevilla

Los refugiados se quejan de que se encuentran olvidados, la comida no es la adecuada para menores y no existen planes de trabajo

Interior de la habitación. Imagen proporcionada por la familia afgana.
Interior de la habitación en el Welcome Hostal, Madrid. Imagen proporcionada por la familia afgana

Madrid. Julio. 43 grados centígrados. Unos lamentos de una familia afgana revelan cómo se vive la ola de calor que azota a España en un centro acondicionado para migrantes de la capital. “Hace más de 40 grados, necesitamos un aire acondicionado o un ventilador, tenemos varios niños. Ventilador, un ventilador…”, exclama. Las protestas las lanza una histórica política afgana (la cual no quiere revelar su identidad) que se convirtió en una de las primeras gobernadoras de una provincia del país centroasiático. 

El declive de Afganistán escenificado con la vuelta de los talibanes al poder, acrecentado con la abrupta salida de Occidente en verano de 2021, rompió millones de vidas. Laleh -nombre ficticio- tenía una buena situación, pero su vida dio un giro de 180 grados cuando la bandera blanca de los talibanes empezó a ondear por Kabul, la capital de Afganistán. 

“Mi esposo era piloto, teníamos una casa grande de cuatro pisos y mil metros cuadrados. Vivíamos muy bien, todo cambió muy rápido. Teniendo en cuenta que tuve una carrera política y fui política en una provincia de Afganistán durante varios años, la situación actual me resulta muy difícil. Por supuesto, soy consciente que es complicado para todos los demás afganos que se encuentran aquí, pero vivir de este modo ha empeorado mi estado mental”, lamenta Leleh a través de declaraciones por teléfono a El Confidencial Digital

En un buen nivel de inglés, comenta que “no fueron  formas” para estar viviendo con sus tres hijos, infectados con varicela, en ese centro de migrantes cuando llegan a España. “La ciudad de Madrid es preciosa, pero no resulta tan agradable de ver desde una pequeña habitación con varios niños y sin nada para aguantar este calor”. En el mismo edificio, informa, se quedaron viviendo cuatro familias afganas, varias de Siria, africanos y latinos. Este puzle de nacionalidades lleva conviviendo en alrededor de 100 habitaciones durante los últimos 10 meses. 

Migrantes protestando ante la policía por la falta de ventilación en las habitaciones
Migrantes protestando ante la policía por la falta de ventilación en las habitaciones en Madrid

Preguntados por este medio, desde el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones indican que actualmente se encuentran 1.200 refugiados afganos en el sistema de acogida estatal. “Los centros en los que se encuentran alojados cumplen los estándares fijados tanto por la ACNUR como por la Agencia de Asilo de la Unión Europea. En el sistema de acogida se les ofrece manutención, alojamiento, ayudas jurídicas, psicológicas, aprendizaje del español y se les ayuda en la orientación laboral, preparándolos para la fase de autonomía”. 

La salida de Afganistán resultó ser para miles de personas una auténtica ratonera. El aeropuerto de la capital fue la zona cero de la desesperación afgana tras la huida de las autoridades días antes. Salto a las instalaciones, brutales filtros de los talibanes, personas encaramadas a las turbinas y trenes de aterrizaje de los Boeing C-17 Globemaster estadounidenses… 

Interior de la habitación de la familia afgana
Interior de la habitación de la familia afgana en el hostal madrileño

Laleh tuvo más suerte. “Fuimos hasta Pakistán. Desde allí con cooperación de uno de nuestros amigos concertamos una cita con la Embajada Española en Islamabad y después de la entrevista conseguimos un visado. A continuación, compramos un billete de avión con nuestro propio dinero, pero cuando llegamos a Madrid, el trato fue extraño. Nos trajeron a un campamento a las afueras de la capital del cual no quiero recordar las condiciones en las que vivíamos. Solamente te digo que se llamaba Welcome Hostal y yo le decía Welcome Prision. Después de 55 días, nos entrevistó la policía y nos dieron hoja blanca para nueve meses, pero no tenemos derecho a trabajar y no podemos ni salir de España. La comunicación con las autoridades no es la mejor”. Este hostal de Madrid, comentan fuentes especializadas en temas de migraciones y derechos humanos, se ha encontrado en ocasiones en el foco de la polémica por las condiciones que existen de puertas para adentro. 

Burocracia: el principal problema 

Alfredo Campos, abogado experto en migraciones, señala para este periódico que la red de acogida pública se encuentra actualmente saturada. “Existen varios problemas con los migrantes afganos. Primeramente, vienen en su mayoría a través de Pakistán y la Embajada Española en Islamabad da permisos a cuentagotas, hay casos muy críticos que son denegados. Después pueden solicitar un visado, pero el sistema va excesivamente lento. Cuando pides asilo en España la policía te hace una manifestación de voluntad, después te dan una hoja blanca para ir identificado y evitar la expulsión y te dan una cita para formalizar que eres solicitante de asilo, pero esta se eterniza”, argumenta. 

Campos subraya que a posteriori al migrante se le proporciona una tarjeta roja la cual le oficializa que es solicitante de asilo con derecho a trámite y a partir de los seis meses puede trabajar. “El principal problema son las trabas burocráticas en este país. Cuando ven la situación en España quieren irse a otros países como Reino Unido o Francia donde la comunidad afgana es mayor”. 

 
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Imagen de la nueva habitación en Sevilla

La familia, después de estar más de dos meses en Madrid, lleva 15 días en Sevilla, pero su pensamiento no es establecerse allí. Desilusionada, indica que ni siquiera tienen la autoridad para vivir sus vidas. "Nos transfirieron este centro y nos dijeron que estaríamos aquí y les contestamos que el clima en el sur es muy caluroso y no hay nada que hacer. Les informamos que queríamos que nos mandasen a Barcelona o Madrid para buscar un futuro, pero no lo hicieron. Dijeron que o te vas al sur o te expulsamos del programa. Por supuesto que acatamos, pero no nos dieron ninguna carta a través de la cual pudiéramos solicitar asilo en otro país, y tuvimos que venir al sur con un futuro oscuro e incierto”. En Sevilla, por lo menos, tienen aire acondicionado y afirman que las condiciones para vivir son mejores que en Madrid. “Aquí la situación es mejor, incluso las autoridades nos atienden más a menudo”. 

Un porvenir no asegurado

Laleh no quieres seguir por este camino, quiere tener unas condiciones razonables para vivir con sus hijos. Llevan casi cuatro meses pidiendo casa, pero, asegura, nadie les alquila ninguna vivienda debido a que no tienen contrato de trabajo, y el gobierno les ayuda a alquilar por seis meses, pero el contrato de las casas es por un año. Actualmente la familia recibe una ayuda de 160€ al mes

Comida proporcionada a los migrantes
Comida proporcionada a los migrantes en Madrid 

El espíritu luchador de una madre hace acto de presencia en la conversación. “Mis hijos y yo estamos muy desilusionados con el futuro. Hace un año que no van a la escuela. A lo largo del día lloran varias veces y mi hijo mayor, que tiene 12 años, me dijo que debería regresar a Afganistán, es una situación muy complicada. No puedo entender la política y la estrategia del gobierno español para traer inmigrantes y acomodarlos en estas malas condiciones. La comida en Madrid era de mala calidad, patatas fritas tanto al mediodía como a la noche con todos los problemas que puede tener el estómago de un niño. Ahora es algo mejor”. Laleh sentencia claramente: “En este momento, estamos en un estado mental en ruinas y no imaginamos ningún futuro para nosotros mismos. No entiendo lo que va a pasar”. 

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