Javier Fumero

El IBEX es malo. Los ricos, el demonio

El diario Expansión publicó este lunes unas interesantes declaraciones del director jurídico de Leroy Merlin España quejándose por las trabas legales que está encontrando la compañía para crecer en algunas comunidades autónomas.

Aseguró que esta compañía está dispuesta a invertir en España y a crear empleo. Su objetivo en los próximos cuatro años es abrir 25 tiendas más en todo el país y materializar una inversión total de 700 millones de euros. Pero encuentra serias dificultades.

Se trata, según explica, de regiones donde acaban de desembarcar gobiernos de izquierda. Culpa también a la amalgama de impuestos autonómicos entre los que figura la tasa a las grandes superficies.

El caso me ha recordado un asunto que quería tratar desde hace tiempo: la afición de buena parte de la izquierda política española a demonizar a la clase empresarial. A los financieros en general pero particularmente al IBEX 35.

Podemos es especialmente virulento en este asunto. A Pablo Iglesias le encanta sacar su particular martillo de herejes, su argumentario anticapitalista: el IBEX es malo, los ricos son el demonio, hay que freír a impuestos a todo aquel que haga negocio. Cuanto más gane, peor.

Es significativa, en este sentido, la campaña propagandística que lideran contra Ciudadanos. Está basada principalmente en este mantra: Albert Rivera es el niño mimado del IBEX, extendiendo esa mancha de presunto oprobio y sospecha sobre la nueva formación.

Este planteamiento es fruto de la clásica propuesta marxista de la economía, donde las relaciones laborales hay que entenderlas en clave de lucha dialéctica entre el trabajo y el capital. Los empresarios son malos por naturaleza y hay que sospechar de ellos por principio, crear sindicatos para limitar los daños que puedan causar y freírlos a impuestos.

Alguien decía hace poco que “el populismo socialista vive de alimentar el odio. El odio es necesario para separar al ‘ellos’ –los enemigos- del ‘nosotros’ –la gente, el pueblo, los buenos-. La acusación es básica: culpar de todo a la oligarquía, la casta, o los poderosos, que han engañado a la gente para enriquecerse en lugar de buscar los intereses generales”.

Advierto que yo tampoco me fío plenamente del liberalismo tradicional, aquel que contempla la economía como un sistema cooperativo en el que cada cual, buscando su propio interés, acaba proporcionando el bien común. La historia ha demostrado que este planteamiento es ingenuo, cándido y nada eficaz. Hacen falta límites.

 

Pero me saca de quicio esa predisposición a pensar por principio que quien hace dinero es porque se ha aprovechado de un pobre. Nunca es por sus habilidades, preparación, esfuerzo o criterio, no. Se ha aprovechado de alguien fijo. Y por supuesto, ha defraudado como un campeón, faltaría más.

Esta dinámica es muy perniciosa. Por los siguientes motivos:

-- Porque se disuade a los jóvenes de soñar –como en otros países- con montar su propia empresa y crear grandes compañías. No compensa.

-- Porque no se ofrecen incentivos para trabajar: total, según la progresividad fiscal que nos hemos dado, cuanto más dinero ganes más te quitará Hacienda. Lo mejor es permanecer cómodamente instalado en la mediocridad.

-- Porque se está castigando a quienes más capacidad tienen de generar riqueza y reactivar la economía. Las rentas altas son las que más pueden consumir e invertir, las que pueden crear más empleo y favorecer el crecimiento de una sociedad.

-- Porque no está demostrado que la situación vaya a mejorar si los ricos fueran obligados a entregar un dinero extra a un Estado gobernado por unos políticos que se han acostumbrado a despilfarrar y han conducido el país a la ruina.

¿Resultado del clima creado por Podemos y compañía?

Aparte de los problemas anunciados por multinacionales como Leroy Merlin, muchas empresas ya instaladas en España han decidido acometer de inmediato importantes reestructuraciones en nuestro país. Lo quieren hacer con la reforma laboral vigente, antes de que un posible gobierno de izquierdas vuelva a enviarles a las mazmorras, acusados de delitos de lesa humanidad contra los pobres e indigentes del mundo.

Más en twitter: @javierfumero

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