Javier Fumero

Motivos para el optimismo

Hay mucho pesimismo en el ambiente a cuenta de lo que va a suceder esta semana en el Congreso de los Diputados. Es comprensible: seguimos sin gobierno y el pacto PP-Ciudadanos no tiene futuro. Sin embargo, entre las sombras también se vislumbran algunas luces.

A mí me ha sorprendido positivamente comprobar que entre las medidas pactadas por Rajoy y Rivera hay una sobre el permiso de paternidad.

Los dos partidos se han puesto de acuerdo en intentar equiparar los permisos de paternidad y maternidad y ampliarlos a las 26 semanas. Eso está bien pero hay otro dato interesante. Esta fue una de las medidas sociales firmadas por PSOE y Ciudadanos el pasado mes de febrero para su también fallido acuerdo de investidura. Esto permite deducir que los tres partidos coinciden en este punto.

Es una gran noticia. Porque la situación es delicada.

En 2015 nacieron en España 419.109 niños. Son 8.486 niños menos que en 2014, un descenso en el número de nacimientos del 1,98%. La tasa de fecundidad (número medio de hijos por mujer) es actualmente de 1,33, cuando la sustitución de generaciones exige un mínimo de 2,1 hijos por mujer (la llamada fecundidad de reemplazo). Y se echa en falta especialmente el tercer hijo: si los nacimientos de terceros hijos o posteriores suponían el 26% del total en 1980, en 2012 equivalían al 10,5%.

Todas estas cifras no garantizan una pirámide de población estable. España tiene una natalidad muy baja. En 2015 fue el país número 182 en tasa de Natalidad y el 181 en Índice de Fecundidad.

Según datos de Eurostat, las mujeres españolas siguen siendo de las que más retrasan la maternidad en el conjunto de la Unión Europea. Tienen su primer hijo con 30,6 años de media, por encima de los 28,8 años de media comunitaria.

Es un escenario preocupante.

Por eso hay que valorar este acuerdo entre PP, PSOE y Ciudadanos. Los tres son conscientes de que hay que invertir en familia, del mismo modo que se gasta en infraestructuras, en investigación o en energías renovables.

 

Esto es muy relevante porque las políticas familiares son cara y sus efectos se notan a medio y largo plazo. Hay dos grandes líneas de actuación: retirar los obstáculos al deseo de tener hijos –o por lo menos evitar una fiscalidad que lo penalice–, y apoyar las medidas de conciliación entre vida familiar y laboral.

Hay razones para el optimismo.

Más en twitter: @javierfumero

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