Javier Fumero

Ayuso llega

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso

Imagino que a muchos ciudadanos les ha llamado la atención la tregua que ha logrado escenificar el PP en la guerra entre Génova y Sol, entre Teodoro García Egea y Miguel Ángel Rodríguez. La causa hay que buscarla en la convocatoria de elecciones en Castilla y León para el 13 de febrero, a donde los ‘populares’ no pueden llegar tirándose de los pelos entre ellos.

Pero hay quien ha aventurado que se trata de un armisticio frágil y endeble, que no durará mucho. El gran problema del PP nacional es que Isabel Díaz Ayuso es una amenaza real, poderosa y con pocas fisuras. Alguien del partido lo explicita así: “si hoy se presentase Aznar contra Díaz Ayuso, perdería las elecciones”, tal es el poder de arrastre que tiene en estos momentos la presidenta de la Comunidad de Madrid.

¿Y cuál es el secreto de esta lideresa que parece, en distancias cortas, tan vulnerable y poquita cosa? En primer lugar, yo lo resumiría así: Díaz Ayuso llega a la gente. Y llega a la gente porque no es impostada, de cartón piedra: todo lo contrario. Parece verdadera justo en un momento político en el que los ciudadanos tienen la sensación creciente de que se les engaña. Cuando los asesores insisten en presentar la política como un juego de representaciones, basado en provocar sentimientos y afinidades, donde lo importante no es la realidad o la verdad de las cosas sino las percepciones, la clave entonces es cuidar el relato, en hacer creer que… parecer esto o lo otro. Ayuso ha logrado, sin embargo, que se la perciba como algo auténtico, real, la puesta en práctica del sentido común y el legítimo uso de la libertad individual, que cada uno pueda hacer lo que crea conveniente dentro de un marco amplio y estimulante.

En segundo lugar, esta percepción ha logrado algo muy importante: Díaz Ayuso ha conseguido atraer a su lado a profesionales de gran valía, acreditados en el desempeño de sus funciones. Otros no lo han conseguido: o no tienen el talento para elegir a los mejores ministros o consejeros, o no tienen el gancho suficiente para convencer a los más valiosos de que le acompañen en la difícil misión de gestionar un país, una región, una aldea o una comunidad de vecinos.

Pablo Casado puede percibir todo esto como una amenaza, pero también como una oportunidad. Juntos pueden llegar muy lejos. Hasta donde yo sé, son amigos y se respetan. Pero entiendo que Teodoro García Egea vea peligrar su silla de secretario general ante semejante competencia. Porque Casado un día de estos tendrá que elegir.

Más en twitter: @javierfumero

 
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