Javier Fumero

Un día se van a hacer daño en el consejo de ministros

Consejo de Ministros de Pedro Sánchez.
Los miembros del Gobierno junto a Pedro Sánchez.

Me contaba hace poco un amigo el enorme provecho que le estaba suponiendo la lectura de un libro de reciente aparición sobre educación, familia y gestión del hogar. Se llama “Siete pares de katiuskas” y como subtítulo lleva la siguiente leyenda: “La maravillosa aventura de ser madre: Cómo gestionar las emociones y los calcetines de tus hijos”.

Lo ha escrito Paloma Blanc, madre de familia numerosa –con ocho hijos–, muy activa en las redes sociales, que lleva varios años compartiendo en un blog su experiencia logística y existencial sobre el arte de llevar una casa abundantemente poblada. Ahora ha recogido sus ideas en este volumen que comienza –me decía mi amigo- con un axioma fundamental:

-- Lo primero es gestionar el orden en casa, la organización de las tareas. Sin eso, es imposible abordar el resto de temas. Para ello resulta fundamental evitar los gritos y apostar por la mano izquierda, la diplomacia. Por aquí empieza todo.

El mensaje me ha venido a la cabeza –me van a perdonar el salto mortal- pensando en los seis meses que lleva Pedro Sánchez en La Moncloa. Medio año de una gran intensidad, con abundantes sobresaltos, momentos para la euforia y la depresión, de visitas a Urgencias, enfurruñes y medallas. Como si de una familia corriente se tratara.

Hay bastantes situaciones que van a quedar en una simple anécdota. No tienen más recorrido. Sin embargo, se han producido hechos, más o menos conocidos, que pueden degenerar en algo más grave. Aquí incluiría yo los choques entre miembros del Ejecutivo.

Y según explican desde Moncloa, el pulso que mantienen la vicepresidenta Carmen Calvo y la ministra de Justicia, Dolores Delgado, no es menor. Ha habido hasta tres encontronazos recientes.

El primero fue por el anuncio de la reforma del código penal sobre el delito de agresión sexual para incluir el denominado consentimiento sexual explícito. El mérito se lo llevó la vicepresidenta, que anunció la reforma, pero el trabajo corre a cuenta del equipo de Delgado, que fuma en pipa con la afrenta.

El segundo choque se produjo con la exhumación de Franco. La coordinación de la operación corre a cargo de la subsecretaria de Justicia, Cristina Latorre, que despacha directamente con el Ministerio de Presidencia. Ante el evidente ‘puenteo’, desde Moncloa aluden a la importancia del caso para llevar directamente las riendas del mismo. Más enfado.

El último roce, el tercero, ha sido a cuenta de los aforamientos. En este caso, el asunto también requiere un estudio previo de la comisión de codificación de Justicia. De hecho, la sección procesal lleva casi dos meses trabajando en ello por orden de Delgado. Ahora, Carmen Calvo acaba de comunicarles que se queda con la coordinación del asunto. “Encargan el trabajo sucio y luego se cuelgan la medalla”, recuerdan indignados por tercera vez desde Justicia.

Pedro Sánchez haría bien en recordar lo prioritario: el orden, la armonía en el hogar. Ocuparse de la casa, ir sembrando paz y concordia entre los miembros del Gobierno. No vaya a ser que un día se encuentre con un incendio imposible de apagar.

Más en twitter: @javierfumero

 
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