Javier Fumero

Y este es el ganador final de los debates electorales

debate en la sexta
debate en la sexta

Si esperaba usted encontrar aquí un nombre propio, le voy a defraudar. He visto los dos debates electorales de estas generales celebrados en televisión y tengo mi propia visión sobre lo sucedido. Pero quiero comentar ahora otro asunto que me parece más relevante: lo que está pasando con los periodistas-tertulianos.

Me asombra comprobar que, de forma prácticamente unánime, ha sucedido un hecho destacado este martes por un avispado tuitero. Los profesionales de la información invitados a realizar un balance sobre el papel jugado por Pedro Sánchez, Pablo Casado, Albert Rivera y Pablo Iglesias se han comportado de forma muy similar:

-- Ha ganado el favorito del opinador/opinadora de turno; a continuación ha quedado el que forma parte de ese mismo bloque ideológico; y en último lugar han quedado los otros dos candidatos, que generalmente “han hecho el ridículo”.

Mayoritariamente ha sido así. Basta haber seguido durante un tiempo el comportamiento en redes sociales de los invitados a las tribunas periodísticas (publicadas en papel o digital), a los platós de televisión o a las tertulias de radio para corroborar los alineamientos. El hecho confirma un fenómeno creciente: los periodistas están saltando cada vez más el muro detrás del que se solían situar para describir –lo más objetivamente posible- la realidad circundante y comienzan a implicarse personalmente en las batallas.

Ha crecido el ‘periodismo de parte’, ese que algunos llaman periodismo de trinchera. Los informadores se alinean con un bando (político, económico, cultural…) y desde esa óptica, ofrecen claves –bastante sesgadas- de todo lo que sucede. Hasta el punto de que escucharles, verles o leerles se ha vuelto bastante previsible. Es fácil adivinar qué van a decir. Apenas hay desafecciones.

Que nadie me malinterprete: sigo creyendo en la honradez de la mayoría de mis compañeros. No hablo de pagos ocultos, ni sobresueldos tramposos. Pienso más bien que a mi profesión ha llegado esa polarización tan intensa que se está produciendo en la sociedad. Según este planteamiento, hay que posicionarse de forma beligerante ante los grandes temas porque –se dice- hay valores irrenunciables en juego.

Esto exige, promueven algunos, mojarse mucho. Con todo lo que eso representa: tratar como enemigos a los que no piensan como tú, analizarlo todo desde prejuicios preconcebidos, atacar la transversalidad en cualquiera de sus manifestaciones, promover la cultura del zasca y el garrotazo al discrepante, dialogar poco y gritar mucho, etc, etc.

Nos está quedando una sociedad maravillosa, ¿no les parece?

Más en twitter: @javierfumero

 
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