PSOE fusión
Explican las crónicas más relevantes sobre el 40 Congreso del PSOE que los socialistas han enterrado este fin de semana cinco años de división interna. Que la cita ha sido un oasis de paz, que la foto del abrazo entre Felipe González y Pedro Sánchez es icónica, es decir, que es toda una declaración de intenciones y que el partido sale más unido que nunca.
Pues vale. Si tú lo dices… ¿Se han cerrado las heridas? ¿Ha habido una reconciliación sincera entre esos dirigentes que ayer se odiaban a muerte? ¿Realmente se acabó la guerra o se ha apostado más bien por una paz que ahora a todos les conviene? ¿No habrán comprado algunos periodistas la mercancía que con tanto entusiasmo se han esforzado en vender los organizadores?
Dicen que Pedro Sánchez lleva meses tendiendo puentes con Felipe González, charlando, poniendo cataplasmas en la herida, acercando posturas… Bien. Pero a uno le cuentan que el desprecio que el ex presidente siente hacia al actual inquilino de La Moncloa es de fondo. Lo considera un personaje liviano, vacío, sin principios y extremadamente voluble en aspectos esenciales: está dispuesto a traspasar cualquier línea roja si su permanencia en La Moncloa está en juego. Hay muchos ejemplos: el pasteleo con la extrema izquierda y Podemos, el apoyo de ZP a la tiranía de Venezuela, el flirteo con los independentistas catalanes y los dichosos indultos… Todo eso es superior a sus fuerzas.
A una persona así se la pueda abrazar ante 5.000 correligionarios, porque es lo que toca, por sentido de responsabilidad en un momento clave para la organización. Pero llamarlo reconciliación y asegurar que las heridas internas se han cerrado parece excesivo. Por eso pienso que lo que ha sucedido en Valencia es algo más parecido a la cocina fusión que a otra cosa, esa mezcla de ingredientes y estilos tan distintos, que proceden de culturas y visiones del mundo tan alejados. Por eso, ahora, de la noche a la mañana, estos dos productos no pueden maridar. Por más que se empeñe el chef Sánchez y su eufórico pinche Zapatero, y por más que lo diga El País.
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