Javier Fumero

Raca, raca con lo ultra

Magdalena Andersson, primera ministra de Suecia que acaba de presentar su dimisión
Magdalena Andersson, primera ministra de Suecia que acaba de presentar su dimisión

Ahora es Suecia. Ni más ni menos. Uno de esos países modélicos donde se ensayó el ideal Estado del Bienestar socialista acaba de volverse loco y ha votado mayoritariamente en las urnas por la derecha, más concretamente por un partido ultra. Así lo ha descrito, con gran dolor, la prensa de izquierdas.

Tras ocho años en el poder, adiós al gobierno social demócrata y victoria del bloque de la derecha en las elecciones del pasado domingo. Insisto: en una votación democrática, es decir, con el voto libre de los ciudadanos suecos. Es curioso.

Es curioso porque el discurso, para nada inocente, que la izquierda lleva años desplegando habla de extremistas, de ultras… en el sentido de fanáticos, radicales, cavernícolas, ultramontanos. Y siguen insistiendo. Mientras tanto, los votantes, es decir, el pueblo, la calle, los ciudadanos están dando un apoyo cada vez mayor a esos movimientos.

¿Qué está pasando? ¿La gente se ha vuelto majara? ¿Es masoquista? ¿Imbécil, quizás? ¿Cómo es capaz de elegir, con total libertad, a fanáticos para representantes del pueblo? ¿Falta instrucción? ¿Viven en un mundo paralelo, ajeno a la realidad? ¿No saben lo que se les viene encima? ¿Son ingenuos, pánfilos, cerriles?

A lo mejor coincidirá alguien conmigo en que el problema es otro. Quizás la cuestión sea que la izquierda lleva años llamando “ultras”, “fascistas”, “involución”, “retrógrados”, “extremistas”… a todo aquello que discrepa de su concepto de modernidad, progreso y desarrollo. Por ejemplo, si uno defiende hoy la familia, la vida, el orden constitucional, la seguridad, la propiedad privada… puede ser tachado de ultraconservador. Es así.

Pero el truco ha dejado de funcionar y la gente ya no se deja engañar tan fácilmente. Es libre y vota libremente. Aunque a lo mejor es que se les ha ido la cabeza. Tezanos sabrá, que para eso es el sociólogo y druida presidencial, que cobra por interpretar los fondos de las tazas de los españoles.

Más en twitter: @javierfumero

 
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