José Apezarena

Por qué Pablo Iglesias quiere hacerse el sueco

Dice la Real Academia que la expresión castiza “hacerse el sueco” significa “desentenderse de algo, fingir que no se entiende”.

Sin embargo, según Rafael Lapesa, famoso historiador de la lengua española, en realidad proviene de la palabra “zueco”, un artilugio duro, macizo y mostrenco. Hacerse el tal sería algo así como comportarse como un tarugo.

No obstante, en mis actuales periplos por tierras nórdicas, he escuchado a algún interlocutor que la frase proviene de la famosa Guerra de los Treinta Años, y de que los prisioneros trataban de hacerse pasar por soldados suecos para no sufrir represalias. En fin.

Pero quien, sin duda, pretende hacerse el sueco es Pablo Iglesias. Y por partida doble o triple.

En primer lugar, porque en estos tiempos de verano viene tratando de quitarse de en medio, de pasar inadvertido, de que nadie se fije en él, de que le dejen en paz. Un intento de cortar, aunque sea por unos días, con la intensa vida política y pública que lleva. Para lo cual, tal como ha contado ECD, se ha refugiado en su vivienda campestre de Casavieja (Ávila).

Pero sobre todo pretende hacerse el sueco porque, como es bien conocido, ha abjurado de su pasado bolivariano y de las sonrojantes loas al caudillo Chávez, para anunciarnos que ahora su modelo son los países nórdicos. O sea, Suecia, Noruega, Dinamarca, Islandia y Finlandia. No es pequeño cambio.

Desde el punto de vista político constituye una buena pirueta estratégica y de imagen, que se explica porque nadie en España desearía ser hoy venezolano, ni querría para nuestro país una situación como la que sufren allí. En cambio, los países nórdicos…

Pero el trasfondo de ese nuevo objetivo de Pablo Iglesias se entiende mejor acudiendo a la historia de Suecia, considerado el país más socialista del mundo. Una historia que, como profesor de política, Pablo Iglesias conoce bien.

A finales del siglo XIX, Suecia era una nación empobrecida, arruinada por las aventuras conquistadoras y por las guerras. La población pasaba hambre y ya entonces se aprobaron las primeras “leyes de ayuda a los pobres”.

 

A principios del siglo XX, con la revolución industrial, la situación se tornó extrema, provocando, por ejemplo, grandes oleadas de emigraciones. En ese momento, el papel de los sindicatos resultó decisivo para el triunfo electoral de los socialistas.

¿Y qué hizo el partido socialista? Desde el primer momento, tomó el control absoluto (que el Estado mantiene hasta el día de hoy) en tres campos claves: la educación, la sanidad y la cultura. Respecto a la economía, optaron por un sistema capitalista, sin intromisiones del Gobierno, que es el que ha llevado al país a las cotas de desarrollo económico que presenta. Una buena mezcla.

Pero ha sido la gestión en exclusiva de esos territorios básicos, la educación, la sanidad y la cultura, con el intenso efecto ideológico que tienen sobre el pensamiento de la población, lo que explica las largas décadas de hegemonía socialista en Suecia.

Son, precisamente, los campos en los que Podemos, bajo la dirección de Pablo Iglesias, está más interesado. Los que busca controlar ahora en ayuntamientos y autonomías. Los que pretenderá si un día forma parte de un Gobierno, con mayoría suya o formando parte de una coalición. Y se entiende por qué.

Eso es lo pretende Pablo Iglesias. Hacerse (hacernos) el sueco en ese sentido.

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Twitter: @JoseApezarena

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