José Apezarena

Payasos en el Congreso

Siento un gran respeto por los payasos. Los considero personajes altamente benéficos para la sociedad, a la que aportan unos gramos de humor, tan necesarios en estos tiempos de turbulencia.

Se trata, además, de un bien escaso, porque es evidente que no abundan los que reúnen las condiciones mínimas necesarias para desempeñar ese trabajo con eficacia y acierto. Es, en fin, un oficio nada sencillo.

Vienen a cuento estas consideraciones como reflexión ante algunos espectáculos que, durante esta corta y absurda legislatura, hemos presenciado en institución tan respetable, válida e imprescindible como el Congreso de los Diputados, sede de la sagrada soberanía nacional.

Desde que comenzó el periodo de sesiones, unos cuanto botarates se han dedicado a escenificar tonterías y montar unos números que, aparte de tener poca gracia, constituyen una enorme falta de respeto hacia la institución y lo que representa. Tomarse a chacota la Cámara me parece expresión de inmadurez y de una clara debilidad mental y argumentativa en quienes lo protagonizan.

La traca ha sido el último pleno, la sesión de despedida, con el coro de diputados de Podemos cantando desde sus escaños a voz en grito el eslogan “Sí se puede, sí se puede”, como si se tratara de una mala asamblea de facultad de los años setenta.

Me pareció un espectáculo infantil, protagonizado por jovenzuelos inmaduros. El problema es que, por el lugar y por el significado e historia de la institución, con eso se faltó al respeto al conjunto de los ciudadanos. Poco o nada constructivo se va a poder edificar sobre tales personajes y a partir de comportamientos semejantes.

En cambio, estoy seguro de que, si en esos escaños de los inmaduros se sentaran payasos de los de verdad, no aficionados sino profesionales, lo harían bastante mejor. Y no me refiero a montar el espectáculo, que eso seguro, sino también a la hora del debate, la presentación de propuestas y la votación de soluciones para este dolorido país, que no se merece las tonterías de cuatro descolocados.

No pierdo la esperanza de que el impacto negativo de comportamientos semejantes vaya calando más y más entre la ciudadanía, hasta que llegue un momento en que excluyan de cualquier representación y responsabilidad política a esos personajes de sainete malo, que tan poca gracia tienen. En realidad no tienen ninguna.

editor@elconfidencialdigital.com

 

En Twitter @JoseApezarena

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