José Apezarena

¡Basta! No quiero que me cuentes la verdad

Periódicos escritos.
Periódicos

La creencia de que el avestruz mete la cabeza en un agujero cuando se siente en peligro, con el fin de no verlo y así creerse a salvo, constituye un mito ampliamente extendido.

Es un pensamiento tan común, que se acusa de esconder la cabeza como el avestruz a quienes rehúyen un problema, o no quieren dar la cara ante un asunto difícil y hasta peligroso.

El mito del avestruz es solamente eso, un mito. Porque en realidad no es un animal que se caracterice por su cobardía. Al contrario, reacciona y ataca. Y, cuando ve un peligro excesivo, utiliza su altísima velocidad (puede alcanzar los 90 kilómetros por hora) para escapar.

Sí que suele meter la cabeza en la tierra, pero es porque está cavando para conseguir algún tipo de alimento (entre ellos, lombrices), pero singularmente para depositar los huevos en el agujero.

No querer ver los peligros, creyendo que eso los anula, en aplicación del “si no lo veo, no existe”, es, además de una insensatez, una actuación inútil, porque no elimina la amenaza.

El problema es que en ocasiones algunas personas adoptan esa actitud. Incluso pueblos y sociedades enteras.

¿A qué viene proemio tan enjundioso?

A que he vuelto a leer que se extiende cada vez más en este país el ‘desenchufarse’ de la información, con el argumento de estar cansados de “tantas noticias”, o de que no pueden soportar tanto titular negativo. Otro argumento es la excesiva ideologización. A ese fenómeno lo llaman fatiga informativa, y la reacción -parece- es apagar el televisor o desconectarse de Internet.

Según el último informe del Reuters Institute, que publica junto con la Universidad de Oxford, "un 36% de los españoles cree que las noticias tienen un impacto negativo en su ánimo".

 

Los medios de comunicación están perdiendo atractivo, y un volumen creciente de usuarios han optado por bajarse de la actualidad informativa. Ocurre en todo el mundo, pero nuestro país destaca negativamente: hace siete años, el 85% de los ciudadanos encuestados se definían como personas muy interesadas en la actualidad, hoy ese porcentaje ha caído 30 puntos.

La encuesta, que se realizó en 2021, refleja que un 43% cree que hay "demasiada política y Covid", un 36% que las noticias tienen un impacto negativo en su estado de ánimo, y un 29% considera que son "demasiadas noticias", o que son "irreales o demasiado sesgadas".

A esa “fatiga informativa” se suma que el crédito de los periódicos se ha hundido. A comienzos de siglo, un 62% de los españoles declaraban tener "mucha o alguna" confianza, mientras que en 2017, último año en el que se realizó la pregunta, el porcentaje había caído por debajo del 40%.

Las críticas y denuncias apuntadas tienen, por supuesto, un fondo de verdad. Y de ello no somos ajenos los periodistas y los medios. Pero, desde mi punto de vista, la reacción no puede ser desconectar, no querer saber lo que ocurre.

Por muy duro que resulte el entorno próximo, por muy penosas que parezcan las situaciones, por muy amargas que sean las realidades, la solución no es, no puede ser, dejar de informarse. No querer saber.

Entre otros motivos, porque hay mucho que hacer, mucho que arreglar, y eso compete a todos. A todos. Estos no son tiempos de comodidades o de perezas

Una colectividad, en fin, que no quiere ver se infantiliza. Y no pone remedios. Se resigna a que los males perduren. En estos tiempos hay demasiado males, como para que la reacción sea el “yo paso”, el pasotismo.

Una sociedad así no tendría derecho a quejarse de nada.

editor@elconfidencialdigital.com

Más en Twitter

Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato