Los botellines de Podemos
Otra cosa no, pero originalidad y creatividad escénica no le faltan a Pablo Iglesias. Basta fijarse en los decorados que escoge para algunas de sus apariciones más mediáticas. Además del currículo como profesor de teoría política, al líder de Podemos se le nota también su intenso y más reciente rodaje por los platós de televisión
Ahí está, por ejemplo, el diseño de aquel paseo juntos, con Pedro Sánchez, por una solitaria Carrera de San Jerónimo, ante la expectación de decenas de fotógrafos y cámaras de televisión.
La última performance ha tenido como excusa la firma, junto con Alberto Garzón, del acuerdo electoral con Izquierda Unida, que culminó con la desenfadada, y supuestamente improvisada, escena de tomarse unas cervezas (obviamente, sin vaso, a morro), eso sí, en presencia de los informadores gráficos. Por eso algunos han querido denominarlo el "pacto de los botellines".
Resulta claro que el líder de Podemos planifica con mucho cuidado sus apariciones y todos los gestos públicos, por imagen propia, por supuesto, pero también en la búsqueda de lanzar mensajes subterráneos que vayan creando una determinada percepción sobre el partido y sus dirigentes. No hay que olvidar las recientes escenografías en el Congreso de los Diputados, niño de Carolina Bescansa incluido.
A la vista de tan evidente táctica, cabe plantear una pregunta clave: si esos aparatajes y trucos inmediatistas resultan eficaces desde el punto de vista político.
Posiblemente tales gestos y comportamientos calen entre los más fieles, en su electorado directo, pero parece algo más discutible que plazcan al espectro amplio, horizontal, interdisciplinar e interclasista al que dicen que quieren alcanzar, como vía para llegar un día a gobernar este país, que es su objetivo final.
Lo que está claro es que vamos a seguir asistiendo a escenografías y gestos de impacto mediático. Pero mucho más aún ahora que acabamos de entrar en la campaña de unas decisivas elecciones generales.
Por cierto. Aunque no tiene nada que ver, y a propósito de botellines, me hace especial gracia escuchar a Carlos Herrera, en uno de sus últimos inventos radiofónicos, diciendo que "Hay más tontos que botellines". Un hallazgo lingüístico, sin duda.
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