José Apezarena

Carta a Ana Obregón

Ana Obregón.
Ana Obregón

Estimada Ana Obregón. ¡Buena la has armado!

Pilar Llop, ministra de Justicia, afirmó que el bloqueo en la renovación del Consejo General del Poder Judicial era un asunto que preocupaba cada vez más a la población. “Yo a veces voy en metro y en autobús -dijo- y yo escucho a la gente que habla de este tema”.

Reconozco que yo, que soy usuario de autobús y metro, nunca he escuchado a nadie comentar nada sobre el CGPJ. Nunca. Pero sí estoy escuchando estos días que hablan de Ana Obregón y de la niña que te has conseguido en Estados Unidos.

No solo en los transportes urbanos. Es que en las terrazas de bares y cafés (al menos en Madrid) dos de cada tres conversaciones se ocupan de lo mismo.

¿Y qué me dices de las televisiones? En todas ellas, y casi a todas horas, el asunto principal es la portada de Hola y el debate sobre el porqué, el cómo, el cuándo, si has hecho bien o mal

¡Vamos, parece que no hay otra cuestión o problema en este país nuestro que el asunto de los vientres de alquiler, la maternidad subrogada, o como quieran denominarlo! Lo cual no deja de ser preocupante, desde mi punto de vista.

¡Buena la has armado, Ana!

Hasta has provocado una tormenta política. ¡Qué espectáculo, ver en el Congreso de los Diputados a los portavoces de todos los partidos salir atropelladamente ante las cámaras para realizar declaraciones sobre tu supuesta hazaña maternal!

Allí se ha escuchado desde la condena tajante de los vientres de alquiler (socialistas, podemitas, etc.), al habitual ponerse de perfil de Feijóo (diciendo que hay que estudiarlo), y hasta un solitario apoyo, de Ciudadanos, única formación que se ha pronunciado por regular esa práctica.

 

Errejón se mostró contundente, diciendo que los ricos se creen que el mundo es un supermercado, y añadiendo que “la maternidad es un deseo, no un derecho que puedas comprar”.

Se ha publicado que en Portugal está permitida si existen lazos de consanguinidad entre las protagonistas, es decir, si son hermanas, primas… Pero, por lo visto, en dos años solamente se ha producido un caso.

A propósito de este debate, han quedado de relieve las contradicciones de Podemos sobre la maternidad subrogada. La condenan, con el argumento de que el cuerpo de la mujer no puede ser mercantilizado, pero, al mismo tiempo, ese partido defiende la prostitución, y hasta la quieren legalizar. ¿Mercantilizar?

Irene Montero no ha tardado en reaccionar. Ya ha anunciado multas a quienes gestionen (agencias) estas prácticas, que están prohibidas en España. Por cierto que ha vuelto a demostrarse que la ministra de Igualdad no tiene mucha suerte a lo hora de legislar, porque se ha descubierto que una laguna en la ley trans legaliza la maternidad subrogada si la mujer se declara hombre.

¿Y, en fin, qué decir sobre lo tuyo? Pues que, si te sentías tan sola, a lo mejor la solución no era convertirte en madre de una niña a la que llevas 68 años. Hay otros procedimientos para afrontar la soledad.

Existe una salida posible, y legal, al deseo de hacerse con un hijo/a, que es la adopción. Mucho más cuando sigue habiendo niños que no tienen quién las acoja. Ya sé que se trata de un procedimiento costoso, pesado, largo, que puede durar dos y tres años, pero al menos se ayuda a personajillos semi abandonados que lo necesitan.

La legislación española no permite la adopción si los padres de acogida tienen dieciséis años menos o cuarenta y cinco más que la criatura a adoptar. Tiene bastante lógica. En tu caso, tienes setenta y ocho más que la pequeña Ana. Así que no eres idónea según el criterio legal vigente.

Añadiría que, siendo una práctica ilegal en España, tampoco es un mensaje muy positivo marcharse a Estados Unidos para conseguirlo gracias, por supuesto, a una alta capacidad adquisitiva.

Y, finalmente, que tal vez habría sido más adecuado mantener una actitud discreta, reservada, sin necesidad de aparecer con tu niña en la portada de la revista más leída de España. No hacía falta.

Dicho todo lo cual, y tal como están las cosas, mis mejores deseos para ti y para la pequeña Ana.

editor@elconfidencialdigital.es

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