Los casi imposibles retos de Pablo Casado
No lo tiene fácil Pablo Casado como presidente del Partido Popular y candidato a las elecciones generales de abril.
Las encuestas sitúan con toda claridad al PP como segunda fuerza, incluso lejos del PSOE, y remontarlas en solo cincuenta días, para conseguir un resultado que le permita formar Gobierno con Ciudadanos y Vox, parece empresa casi imposible.
Afronta otros muchos desafíos complicados. Uno, nada pequeño, hacer frente con eficacia a la ofensiva "electoral" del PSOE utilizando el rodillo de las inmensas capacidades del Gobierno.
Otro, reducir la abstención. Sabido es que una alta participación suele favorecer a los populares. Los sondeos la fijan en torno al 70%, pero necesitaría que llegara al 80%.
Otro más, movilizar el voto útil. Para lo cual necesitaría que la campaña se polarizara en solo dos protagonistas, PSOE y PP, como una batalla entre izquierda y derecha que reduciría las opciones de las dos fuerzas que le arañan por los flancos, es decir, Ciudadanos y Vox.
De ahí el mensaje que Pablo Casado viene repitiendo estos días: si Pedro Sánchez consigue formar Gobierno, volverán a mandar en España los independentistas catalanes.
Si consigue convencer de que la unidad de España está en juego con estas elecciones, el PP tendrá alguna posibilidad.
Y el último reto es acertar con una pedagogía que explique que un tercio del voto a Vox, y otro tanto ocurre con Ciudadanos, irá a la papelera porque no conseguirá escaños en las provincias con menos de seis diputados. En los restos está en juego un tercio del total del Congreso.
Estos cincuenta días de campaña resultarán decisivos. Casado sabe que han de hacer un trabajo muy potente y muy fino. Tienen que morder votos a Ciudadanos y a Vox, pero sin extremismos. Y sin que nadie meta la pata. Complicado.
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